«No he de callar por más
que con el dedo, / ya tocando la boca o ya la frente, / silencio avises o
amenaces miedo», decía don Francisco de Quevedo en su Epístola
satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos. Y
traigo esto a colación, muy a mi pesar, tras haber leído en una red social el
desahogo, torpe y limitado, que un tipo del que ignoro nombre y seña pues
escondía su vómito tras un seudónimo horrísono y manido, me lanzó, de forma
triplicada, por mi artículo del pasado
sábado. Me incluía, cómo no, en la
caverna mediática y en un imaginario sindicato fascista de comunicadores o
periodistas, argumentos sin duda originales jamás oídos cuando de decir
sinsorgas monolíticas se trata. Por otra parte, está claro que este señor, emboscado
tras un seudónimo facilón, padece una grave indigencia gramatical ya que sus mensajes, de
apenas tres líneas cortas, estaban adornados con reiterados errores sintácticos
y ortográficos. Un dato que, al menos para mí, es significativo de su escasa capacidad
de discernimiento y de poso cultural.
Pero es que, a mayor abundamiento, encabeza el intento de ocultar su
identidad tras un seudónimo, repito, facilón y, añado ahora, cateto y simple, con
una foto en la que aparece con un capullo de rosa rojo y se declara, ya ven qué
osadía, “republicano y socialista”. Con lo que, leído lo que leí, no sé de
entrada si el artífice de idioteces tan mal escritas es el capullo y la imagen
del tipo que lo acompaña un simple recurso mediático de atrezzo, es al revés, o,
acaso, son ambas posibilidades hechas una.
La verdad es que
me importa un bledo lo que piense de mí y de mis opiniones este monaguillo cobarde
que se oculta tras un seudónimo irrisorio. No es el primero que actúa así, ni será
el último. Pero me importa, y mucho, que gente como él, primitivamente corta,
se piense que su estupidez y su ignorancia puedan servir para algo más que para
el desprecio de su hipotética víctima. Que su torpe pavoneo quede en un “entre
nos” reducido del que no se avergüence. Es por eso que mi repudio y mi asco
llegan hasta el punto de hacerles partícipes de que el tal se enmascara en la
red social bajo el original remoquete de
Emérito
Romano. Dizque es jubilado de la enseñanza. Me imagino ( y lo deseo
fervientemente por sus alumnos) que su actividad enseñante no habrá sido en el
área de
la Lengua Española, porque además
de no saber escribir con un mínimo conocimiento de la ortografía y la sintaxis
del español, el interfecto tiene una escasa capacidad de comprensión lectora, y
llega a unas conclusiones de lo que lee de lo más atrabiliarias
y absurdas. Al menos en lo que a mi artículo
se refiere.
En fin, en casos
como éste, en los que el sujeto viene con ganas de tocar los nísperos, lo que
suelo hacer es bloquearlo y olvidarme de él. Si, a mayor abundamiento, adorna
sus regüeldos con faltas de ortografía y de sintaxis, el bloqueo va con
pedorreta. Si, además, lo limitado de su cacumen le impide comprender lo que
lee, no veo qué sentido tiene mantenerlo como seguidor. Y si, para rematar la
faena, esconde su identidad tras un seudónimo, para qué te cuento, primo. Sin
embargo, esta vez, a pesar de haberlo bloqueado, no he querido que su
intromisión pasara desapercibida. Porque de eso se aprovechan estos emboscados
patéticos, de que el bloqueo de sus miserias impida un conocimiento más amplio de
las mismas. Recuerdo que Franco
tenía una frase para laminar a quienes se oponían a su dictadura: Hay que anular a los desafectos y a los
tibios. O algo así. Pues esa es la actitud que exhibe con su capullo rojo y
sus comentarios este risueño fulano. Véanlos si no: «Este "señor",escribió un artículo de
opinión en el diario Hoy de Extremadura, el sábado 22 de febrero de 2020. Solo
tenía insultos y desprecios hacia el Presidente del gobierno,desde
"panoli","monigote" hasta los que creemos en el Presidentes
para llamarnos "zopencos». (Sic).
Y sigue: «Es usted un impresentable y
desde este mismo momento queda usted integrado en la caverna mediática de este
pais.A lo mejor el "zopenco"es usted por creerse lo que no
es,bocazas». (Sic). Y termina: «Habrá
que incluirlo en este sindicato de fascistas» (Sic). Y acompaña este último
anatema con la foto de seis periodistas a los que ya debe tener este personaje incluidos
en sindicato tan particular.
Bueno, pues eso es lo que
hay, ése es el nivel de la mayoría de estos furtivos sectarios con los que me
he ido encontrando a lo largo de mi vida ‘articulística’ o poética. Y éste con
estrambote, porque esconde su nombre pero muestra su jeta con capullo incluido.
Un sinsentido incomprensible... A no ser que con tal furtivismo a medias este
monaguillo meritorio tenga la intención de que su defensa del jerarca
socialista sea conocida y valorada por sus superiores ideológicos y, así, poder
llegar algún día a ser sacristán. Me la refanfinfla. Pero, de cualquier manera,
a este lenguaraz dogmático le ha salido el tiro por la culata porque, además de
importarme un bledo su cagarruta verbal, me ha hecho el inmenso favor de
proporcionarme tema para mi artículo semanal. Algo impagable, primo. Pues eso.
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