miércoles, 28 de octubre de 2009
PREMIOS "CIUDAD DE BADAJOZ"
Este premio, al que este año se han presentado 223 originales, es el que el poetoso llorón, a lomos de su soberbia, trató de torpedear con todas sus malas artes a raíz de que dejara de ser jurado del mismo. Culebreando, que es lo suyo, auguró el más negro futuro para el mismo dado que, insensatamente, habían decidido prescindir de su sabiduría celestial. Lo cual, que resulta patética la clarividencia de este pobre hombrecillo.
martes, 27 de octubre de 2009
EL GRAN LIBRO DE LAS NANAS
viernes, 16 de octubre de 2009
UN ARTÍCULO
VISITE NUESTRO BAR
Y perdón por la “redondoncia”, como dice un amigo dentista. Y es que cuando me preguntaron por el título genérico de esta columna, anduve dudando hasta que me acordé de mi infancia, bendita sea, y del título de un poemilla corto de uno de mis libros escritos o insuflados. Y me pareció adecuado incorporarlo aquí, no sólo por razón de poema, sino porque, a la medida en que los años van pasando por mí, por mi calva y por mis huesos, he ido descubriendo la capacidad lenitiva de los bares.
Cuando de gurí iba al cine, a mitad de la proyección se interrumpía la magia para poner anuncios, fijos y sonoros, del saquito, el aceite rosil, norit o el no sé qué. Pero antes, aparecía el mágico cartel: “VISITE NUESTRO BAR”. Los papás y las mamás, las tatas y los sorches se levantaban camino de la libación, y nosotros nos quedábamos sentados, conformándonos con un señor, generalmente malhumorado, que pregonaba aquello de: “¡Hay caramelo, pipasalada, chocolatinalmendritoiga!” Y aquel hombre colgaba de su cuello una especie de altar ambulante que ofrecía todo tipo de remedios para nuestros males. O así me lo parecía. De ahí al bar, tan sólo el paso de unos años, un suspiro en el sueño. O sea que, en la que andamos, he querido rendir homenaje a esta liturgia pagana y a sus oficiantes.
Lo cual que, cuando la palme quiero que mis amigos, después del gorigori oficial, me lleven en la urna, tapadito, hasta el rincón acogedor de la barra de un bar. Y allí beban, canten y se emborrachen por mí. Y si, por mor de la ingesta, acaban aventándose escorados de babor, se olvidan y me abandonan, que no se preocupen: yo sabré volver solito a casa.
RECITAL EN LA CATEDRAL DE BADAJOZ
miércoles, 14 de octubre de 2009
PALÍNDROMOS
No sé si la melancolía siempre es la misma,
o cambia de disfraz según los años
para adaptarse al tiempo que le toca vivir,
a los silencios de la tarde distinta. Ignoro
si el recuerdo es el presente. La luz me desorienta.
No sé si vivirá algún cromosoma que obligue al desencanto.
Pregunto a este imposible cada noche
mientras espero al sueño, al ansia de dormir
entre fantasmas que no duelan, a respirar
mientras la luna es vida que transita.
Duda de estar viviendo
por no morir en el contradictorio absurdo de estar vivo.
Despierto creyendo que es posible imaginar que el sol
no sea una ausencia. Desconozco
mi edad. No sé, si niño, me cojo de la mano
y me incorporo y me beso
con besos que son nunca.
Trastabillo mientras la habitación me reconoce.
Después, viene el amor a descubrirse en el embozo del sueño,
en los ojos callados,
en la puerta entreabierta, en la postura
que es pura indefensión.
Salgo a ser
para estar. Me identifico, apenas, delante del espejo
mientras mi niño, atrás, queda nublado en él
sin aceptar los ojos que son suyos.
Cotidiano y confuso esquivo su mirada
¡vida mía!:
instante repetido de este inútil proyecto de pasado.
viernes, 9 de octubre de 2009
EL ENIGMA DE PONCIO PILATOS
miércoles, 7 de octubre de 2009
PALÍNDROMOS
Nº 4
Al despertar agoto la alegría. Sé que estoy
porque me reconozco en el preciso instante en que me miro.
Después, la vida, anda por sus caminos indecisos
burlando la rutina. Juguete nuevo siempre,
recovecos del alma que te empujan.
Sentir es el milagro
que se repite, terco, con la casa callada.
Elocuente principio que respira al compás
de los sueños, del amor escondido entre las sábanas.
Busco la risa mientras bebo café en el espejo turbio
de un silencio que es vida derramada. Compás de una ternura
milimétrica que vuela y amanece. Rendición de la noche.
Salgo a vivir sabiendo que la vida me pesa,
que al final de las luces, los recuerdos
serán mi corazón. Inútiles suspiros, imposibles
de vivos y de muertos. Vengo a vivir
(es todo lo que tengo) sabiendo que la tarde
vendrá siempre a encontrarme tan huérfano y perdido,
tan harto de nostalgias,
tan absurdo,
que añoraré, sonámbulo, despertar otra vez
cargado de esperanza.
Melancolizo, triste, las ausencias.
Siempre las penas se vuelven en mi contra
para encontrar refugio. Lo asumo, resignado,
igual que he asimilado mi sordera.