sábado, 29 de diciembre de 2018

LENGUAJE CAÑUTO


En mi artículo La España sepia de Vox, decía yo ayer (que en mis circunstancias y ‘articulísticamente’ hablando quiere decir ‘el sábado pasado’) que, en política, las maneras son parte del mensaje. Y en campaña electoral, o sea, casi siempre en esta España nuestra, aún más. Con lo que al votante, al ciudadano, a usted, a mí y a nuestros allegados o lejanos, nos someten a un bombardeo publicitario inmisericorde en el que somos, apenas, las víctimas de ambiciones de vendedores a los que les importamos  un pimiento y que te endosan un cacharro inservible que, a mayor escarnio, ni siquiera tú querías, pero al que tienes que aguantar y alimentar durante 4 años. Y, una vez pasados éstos, vuelta la burra al trigo. Esas son las reglas básicas de la democracia occidental en la que andamos, primo. Y, a pesar de todo, de berrinches y decepciones, de espantos y de asombros, benditas sean y muchos años duren.

Pues eso decía, más o menos. Y también que entre los elementos que conforman el mensaje es básico el cómo se expresa éste, el lenguaje que se utiliza para hacérnoslo llegar. Y bueno está que cada cual, a la hora de expresar sus anhelos patrióticos o sus ansias de poder o de cualquier otro tipo, quiera hacer énfasis en lo que mejor le parezca, apelando a las asaduras, el cacumen o el corazón del destinatario. Pero, al hacerlo, tendrá que aguantar las opiniones de quienes leemos sus inflamaciones líricas que en el caso que nos ocupa, además, decidirán la contingencia de nuestro voto y, con él, el acomodo o no de este o aquel candidato en la bicoca cuatrienal. Porque esa posibilidad de expresar nuestras opiniones, sean éstas críticas o elogiosas, es consustancial, también y por ahora, al tinglado democrático.

Después de tratar de digerir las 100 Medidas para la España Viva, algunas de las cuales (en los epígrafes de Inmigración; Defensa, Seguridad y Fronteras; Salud; Educación y Cultura; Libertades y Justicia, y Europa e Internacional) continúan atascadas en mi “esófago de Barret” y ahí siguen atormentándome, me he dedicado estos días a navegar por la página que este partido político tiene en Internet. En su mensaje de bienvenida, se dice: «Somos como tú, profesionales, autónomos, amas de casa, jubilados, emprendedores, empleados, trabajadores, funcionarios, estudiantes, etc., que nunca hemos vivido de la política.» Me alegra saber, o no, que entre ellos no hay extraterrestres ni androides, según parece. Pero bien podrían haber hecho la salvedad de que este axioma no vale para su presidente, Santiago Abascal Conde, que desde 1996 a 2013 ha sido: Miembro del  Comité Provincial y Ejecutivo del PP en Álava;  presidente de Nuevas Generaciones del Partido Popular del País Vasco; miembro de la Junta Directiva Nacional del PP, de la ejecutiva del  País Vasco y secretario de Educación del PP de dicha Comunidad; concejal en el Ayuntamiento de Llodio; juntero en las Juntas Generales de Álava; diputado en el Parlamento vasco; director de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid y (Wikipedia ‘dixit’) «de la Fundación para el Mecenazgo y Patrocinio Social, fundación con un único trabajador (además del propio Abascal) y sin actividad conocida, que en 2013 recibió de la Comunidad de Madrid una subvención de 183.600 euros de los cuales destinó 82.491 al sueldo de Santiago Abascal.» Pues mal empezamos, porque si el abad toca a maitines, qué no harán los demás monjines. Y si eso no es vivir de la política, que dios y Franco lo vean.

Hubo momentos, leyendo lo que en ella se dice y, sobre todo, cómo se dice, en los que me acordé de Richard Collier (Christopher Reeve) en la película Somewhere in Time, titulada en España En algún lugar del tiempo. Y de la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rajmáninov, que suena en ella de manera insistente. Pero mientras el protagonista de la cinta viajaba hacia atrás en el tiempo para descubrir un amor desconocido, al leer las entradas de Vox yo lo he hecho para revivir el horror de años oscuros de nuestra historia. La soflama firmada por su Secretario General, Javier Ortega Smith, llamando a una manifestación el 3 de mayo, es buena muestra de lo que digo. Encabezada por la frase ¿apócrifa? que aparecía en el bando proclamado el 2 de mayo de 1808 por el entonces alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, «¡¡Españoles, la Patria está en peligro, acudid a salvarla!!», se insta al «valiente pueblo español de los “Daoiz, Ruiz, Velarde, Malasaña, Merino, Empecinado, Agustina,…» a llenar las calles «frente a los traidores “Godoys”, la pasividad cobarde de los “Carlos y Fernandos” del Gobierno, la connivencia de los “fernandinos” mal  llamados constitucionalistas, la Europa “napoleónica” arrogante y suicida (y) el ataque de las oligarquías europeas  que en sus “Bayonas y Fontainebleaus” de la UE, dirigidos por sus “Soros, sus Merkels y sus Holsteings” ansían desde hace décadas la definitiva invasión económica, migratoria y legislativa de España, que usurpe lo que aún nos quede de soberanía nacional para terminar de doblegarnos a su servicio e interés.» Y todo esta exacerbación de patriotismo intemporal y, por ende, anacrónico y rancio, «bajo la irreductible acusación popular de VOX, que es la acusación del incansable pueblo español contra los enemigos seculares de España.» Pues eso, sólo faltan, para completar este lote distópico, ‘el contubernio de Munich, la pérfida Albión y la conspiración judeo-masónica’... (Y entonces, la momia, gracias al conjuro retroactivo de este birlibirloque ideológico, se  autoexhumó en el espectáculo virtual de levitación extática más sorprendente y terrorífico que vieron los siglos).  
(Fuente: Eljueves)



sábado, 22 de diciembre de 2018

LA ESPAÑA SEPIA DE VOX


Ya sabemos que en un programa electoral cabe todo. Al fin y al cabo no son más que promesas que una vez producida su función, la de engatusar votantes, no tienen por qué cumplirse. Con el voto ya preso en la urna, el programa pierde todo su valor que es meramente escenográfico, parafernalia desechable. El papel, ya digo, lo aguanta todo, hasta estos artículos míos semanales y, a veces, sonámbulos. Y en el que escriben estos andobas más todavía, incluso el que firman ante notario y exhiben ante ‘la gente’ mirándola a los ojos con desparpajo de charlatanes tramposos, porque ¡ay, señor!, la capacidad que tienen nuestros políticos de difuminar las palabras hasta hacerlas inútiles es infinito y debería estar penado si no por las leyes, algo imposible porque también las hacen ellos, sí al menos por quienes les damos mando en plaza. Aunque, para eso, habría que deconstruir esta España de nuestras angustias y reconstruirla hasta transformar la inquietud en alivio o, al menos, en la esperanza de encontrarlo. Si a este panorama añadimos que la inmensa mayoría de los votantes no tienen ni noción de lo que dicen los programas que votan, entre lo que mienten unos y lo que ignoran otros se cierra el círculo del vodevil electoral y, si todo va bien, nos vemos de nuevo en el teatrillo de aquí a que pasen 4 años.

No obstante todo el escepticismo que acarreo, como prometí en mi artículo anterior he releído el programa de Vox que, tras las elecciones andaluzas, es la nueva bestia parda  de la que abominan la mayoría de los medios y de los políticos de los demás partidos. Y de entrada diré que, tras hacerlo, sigo sin saber si esta es una formación ‘populista de extrema derecha’, como la motejan unos y otros. Fundamentalmente porque no sé qué coño significa eso. Me explico. Si populismo, según el DRAE, es una «tendencia política que pretende atraerse a las clases populares», todos los partidos políticos españoles lo son, de modo que no es una característica que lo haga diferente de los demás. No me vale, pues. Otrosí digo: Deduzco que ‘extrema derecha’ significa que está a la derecha de algo que ya está a la derecha. Pero ¿de qué o de quién?; ¿a la derecha desde la perspectiva de un espectador que mira o de la del propio sujeto? Esto es lo que tiene el querer hacer absoluto un término relativo, que no hay quien se aclare. Así que busco en el DRAE una definición de ‘derecha’ que pudiera servir para aclarar este galimatías. Y la que más podría haberlo hecho es la que la define como «conjunto de personas que profesan ideas conservadoras.» Pues tampoco, Catalina. Porque si conservar es «mantener o cuidar de la permanencia o integridad de algo o de alguien» y los ‘voxistas’ quieren acabar con el Estado de las Autonomías, una de las estrellas más rutilantes de nuestra Constitución, no me cuadran las cuentas.

En política, con frecuencia, las maneras forman parte del mensaje. Y crean opinión. Y las imágenes que hemos podido ver del líder de Vox recorriendo los campos andaluces a lomos de un caballo cartujano, como caudillo de una nueva ‘Reconquista de España’ cual  Don Pelayo reencarnado a lo rociero con la Blanca Paloma en plan Virgen de Covadonga, no pueden ser más cutres ni más definitorias de qué es la carcunda. Si a eso le sumamos las “100 Medidas para la España Viva” que esbozan su programa electoral y en las que con un lenguaje amenazante, intimidatorio, despiadado y, en ocasiones, cuasi bélico, cuajado de palabras como “suspensión, derogación, ilegalización, supresión, deportación, endurecimiento de penas, expulsión, exclusión, revocación, eliminación, levantamiento de muros fronterizos infranqueables...”, el caudillo de Vox, al grito de “¡Santiago Abascal y cierra España!” nos sumerge en un viaje de vuelta a la patria “Una, Grande y Libre” de la autarquía franquista, a un engendro rancio, insolidario, deshumanizado y xenófobo por aporofobia en la línea del que proponen los países del grupo de Visegrado y los Lepenes, Salvinis y asimilables que pululan por Europa, con suspensión cautelar del espacio Schengen incluida. Sin perder de vista «el fomento del arraigo a la tierra, manifestaciones folclóricas y tradiciones de España y de sus pueblos dentro de la óptica de la Hispanidad, impulsar una ley de protección de la tauromaquia (y un) plan integral para el conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación de España a la civilización y a la historia universal, con especial atención a las gestas y hazañas de nuestros héroes nacionales.»

En fin, yo no sé si Vox, su ideario y su caudillo son la derecha, la extrema derecha o la extrema extrema derecha. Y además me importa un pimiento dónde se ubiquen. De lo que sí estoy seguro es de que reaccionarios, radicales, involucionistas, carcas, retrógrados, regresivos, ultramontanos y carpetovetónicos lo son en grado sumo. Pues eso, olé y arriba España, el Nodo, la Formación del Espíritu Nacional, las Demostraciones Sindicales del 1º de mayo en el Bernabeu... y el brazo incorrupto de Santa Teresa de propina, primo.

sábado, 15 de diciembre de 2018

DEMAGOGIA, POSVERDAD Y VOX

En alguna ocasión, en estas mismas páginas, ya dije que no me gustan determinados tópicos, ni determinados apotegmas porque, normalmente, los considero un recurso de insensatos, o sea, de personas «faltas de sensatez, tontas, fatuas,» según precisa el DRAE por el que de momento sigo guiándome y al que continúo obedeciendo en casi todo para escribir, hablar y tratar de comunicarme sin insensateces lingüísticas. (Mis desvaríos son ya otra cuestión en la que los académicos nada tienen que decir. Como que, por ejemplo, a partir de ahora tildaré diacríticamente los pronombres demostrativos y el adverbio sólo, digan lo que digan ellos.) Decía que no me gustan porque esas coletillas («España es diferente, las mayúsculas no se acentúan, España nos roba, el sexo débil, las rubias tontas, andaluz perro y gandul,...») proliferan en los labios de cualquier indocumentado que, tras oírlas o leerlas en alguno de los programas de televisión o de partidos políticos que nos atiborran de eslóganes y de idioteces, sale de su casa con el convencimiento de que la memez asimilada es un buen puntito y exhibirla es una manera de que los demás sepan que uno está al tanto de lo que se cuece, por mucho que en el puchero de su cacumen solo hierva café de recuelo.

(Fuente: diariosur.es)
Me ocurre igual con determinadas palabras que de sobeteadas por políticos y gacetilleros adjuntos acaban por perder todo su significado, si es que alguna vez lo tuvieron con suficiente nitidez. Palabras como fascismo o fascista, ultra o extrema derecha o izquierda, populismo, golpismo o golpista, unas ya bastante impregnadas de arestín por un exceso de uso torticero o ignorante a lo largo de los años en esta España de nuestra lágrimas y otras sometidas a un abuso exagerado en tiempo récord, a consecuencia ora de la espiral disparatada de la República catalana, ora del advenimiento de Vox al Parlamento andaluz. El magreo institucional y mediático las ha sometido a tal ninguneo dialéctico, que han devenido tan vacías de contenido como las molleras de los políticos y comunicadores que las utilizan sin medida ni conocimiento. Un poner: ¿Son golpistas el cabeza buque catalán independentista y los suyos? Pues no. Golpistas fueron Franco y los suyos. Y golpistas Tejero y los suyos, que (y mejor me callo mis barruntos) a saber quiénes fueron en realidad. ¿Son fascistas Albert Rivera o Pablo Casado por llamar golpistas a los nacional-separatistas catalanes? Pues tampoco. Fascista fue Mussolini y fascista fue José Antonio Primo de Rivera. Lo demás, perdón por la repipiez, pura agnotología. Cochambre intelectual y posverdad, valga el pleonasmo. Y no echo mano aquí de los algoritmos, que me vendrían al pelo que no tengo, porque no sé qué coño son y, además, me dan mucho miedo. Aunque estoy seguro de que algo tienen que ver con tanta y tan generalizada inconsistencia verbal.

(Fuente: Diariamente Neuquén)
El caso es que, como decía, la presencia de Vox en el Parlamento andaluz ha exacerbado entre nuestros políticos y sus voceros afines este afán de categorizar vacuidades retóricas en lo que a izquierda y derecha se refiere, regodeándose en el error histórico de dar categoría de absoluto a unos términos que no son sino relativos y sujetos a la ubicación de jacobinos y girondinos en la Asamblea francesa de la época revolucionaria. De modo que ellos siguen el camino sinsorgo reabierto por la irascible y sinuosa ministra de Justicia que padecemos cuando parió la coletilla jerárquica de «la derecha, la extrema derecha y la extrema extrema derecha,» que sin duda pasará a los anales del parlamentarismo español como muestra palmaria de paranoia compareciente. Y a ella se le ha unido en la senda exagerada de la charlatanería gaznápira, Pablo Iglesias, que rabioso con el sarpullido electoral andaluz decretó, sin inmutarse, con una falta de rigor intelectual impropia de un profesor universitario de Ciencia Política, el estado de «alerta antifascista». Sus seguidores, claro, salieron por las calles de Cádiz, Granada y otras ciudades andaluzas a perseguir fantasmas Camicie Nere que, astutos y taimados, se escondían en escaparates de tiendas, contenedores o coches aparcados en sus calles. Coches, escaparates y contenedores que fueron los que sufrieron la ira revolucionaria de estos justicieros cazafantasmas.

En fin, mi primera intención al iniciar esta perorata escrita fue hablar de Vox y de su programa electoral, esas «100 medidas para la España Viva» que ya archivo en mi ordenador, y decir si en mi opinión es merecedor de la alarma y el repudio que ha concitado en unos, y del aplauso y entusiasmo que lo ha hecho en otros. Pero me he ido por las ramas y éstas, incontroladas como en Jumanji, han invadido el espacio del artículo. En cualquier caso, leídas las 100 una primera vez a vuela pluma antes de que se me fuera la olla, he sentido desfilar por mi magín a Santiago Apóstol, Ricardo Corazón de León, el Capitán Trueno, Donald Trump,  Salvini,  Pedro Sánchez, Aznar, Fraga, la Formación del Espíritu Nacional de mi infancia, Daoiz y Velarde, Viriato, el Cid Campeador y cierto tufo a la 'España Una, Grande y Libre' de la autarquía franquista. Lo cual, que el panorama no es demasiado alentador. Pero tengo por delante una semana para rumiar y sacar conclusiones más sólidas. Si no me canso antes, claro.

sábado, 8 de diciembre de 2018

LA REPÚBLICA GUAY

1ª República (Fuente: arte e iconografía)

La verdad es que desde que lo vi por primera vez en las tertulias de Intereconomía TV hace ya 5 años siempre me pareció, antes que cualquier otra cosa, un cursi redomado que, con demasiada frecuencia, utilizaba para llevar el gato al agua de su argumentario una dialéctica tramposa y una verborrea apabullante. Su invitación a participar en la tertulia estrella de esa cadena, situada en las antípodas de su ideología, fue el producto de una operación de mercadotecnia televisiva llevada a cabo por sus capitostes en la que se buscaba a alguien de izquierdas, desconocido para el público, próximo al 15.M, partidario de la convocatoria de “Asalta el Congreso”, visceral, con cierta experiencia ante las cámaras y que diera el toque pintoresco de pluralidad que se pretendía. Lo encontraron en “La tuerka”, un programa de televisión de audiencia testimonial que se emitía semanalmente en la Red de Televisiones Locales de la Comunidad de Madrid, presentado por un profesor de Ciencias Políticas de la UCM llamado Pablo Iglesias, un diletante que les venía que ni pintiparado y que debutó en la cadena TDT el 25 de abril de 2013. Lo hizo con una frase lapidaria que pretendía darnos cuenta de entrada (o al menos, esa intención le vi yo) de su espíritu aguerrido y de su valor sin límites: «Lo primero, daros las gracias por la invitación, es un gusto cruzar las líneas enemigas y charlar en territorio comanche.»

2ª República. (Fuente: arte e iconografía)
A partir de ahí, nació la leyenda de este sin par paladín de la justicia revolucionaria. En territorio comanche aguantó hasta el mes de diciembre de ese mismo año 2013 en que, habiendo probado territorios más amables y de más repercusión mediática como Cuatro o La Sexta, dejó de contestar las llamadas telefónicas de esos primeros promotores que le abrieron las puertas al estrellato. El 17 de enero de 2014, Iglesias presentó la iniciativa Podemos en el Teatro del Barrio de Lavapiés. El partido se fundó el día 11 de marzo y en las elecciones al Parlamento Europeo del mes de mayo obtuvo 1.253.000 votos que le valieron 5 escaños. En apenas un año, ya ven, de la nada política a la moqueta y el sillón de respaldo alto. Un ascenso fulgurante. Eso sí que es mercadotecnia política. Visto lo visto y a día de hoy, a medida que iba escribiendo estas líneas me venía a la cabeza el soberbio y retorcido dislate de la película La estrategia de la araña de Bertolucci y, aún más, el cuento de Borges en la que está libremente inspirada, El tema del traidor y del héroe, sin duda un título contundente que se acerca más a lo que quiero decir.

3ª República (Fuente: Podemos)
Y lo que digo es que hay veces que la anécdota puede convertirse en categoría y una acción aparentemente inane e intrascendente sirve para desenmascarar el fariseísmo de quien la ejecuta. Y que con la irrupción de Vox en las elecciones andaluzas se han desatado las bichas y hay quien no sabe ya ni por dónde se anda. Si es que alguna vez lo supo fuera de su ambición personal. Porque nuestro héroe/traidor, nada más confirmarse el resultado de las elecciones y tras digerir las hieles de esa nueva noche triste de Tenochtitlan que debió pasar, se sintió en la obligación de lanzar una consigna que enardeciera a sus mermadas y desmoralizadas tropas. Y nada más aparente para su megalomanía enfermiza que el llamamiento a una “alerta antifascista” que recuperara en las calles lo que las urnas podridas de una democracia decrépita y vendida al gran capital les había quitado. Y para rematar la faena (dos soflamas por el precio de una) retomó la bandera del republicanismo de quita y pon que utiliza a su conveniencia y anunció que el día 6, con motivo de la celebración del 40 aniversario de la Constitución Española, él y su grupo, renunciando a la monarquía, a sus pompas y a sus obras, reivindicarían, para todos los españoles y las españolas, una república feminista que conformaría un próspero futuro de justicia social y fraternidad que ríete tú de Jauja. Visibilizarían su protesta luciendo un símbolo: el perfil de una cabeza de mujer en color morado, con melena suelta y libre, imagen perfecta de los ideales proclamados. Y ahí es donde la puerca torció el rabo y donde toda la mermeladina solemne y empachosísima de la proclama acabó en agua de Carabaña. Porque para encarnar ese futuro feminista y republicano, esa nueva Niña Bonita del siglo XXI, compraron en las rebajas de Internet, concretamente en Colourbox, una imagen que ellos venden como reclamo publicitario para salones de belleza, peluquerías y similares, que no ha dado lugar más que a un pitorreo cuasi generalizado en medios y redes. Pero si la ha escogido él seguro que es porque los españoles y las españolas quieren una alegoría de república guay, muy ‘cool’, con corte de pelo ‘long bob’, flequillo desenfadado y mechas californianas en tonos añil-violeta. Que es lo que se lleva en su urba de Galapagar, primo.
(Fuente: La Razón)


sábado, 1 de diciembre de 2018

LA VIDA DE LOS LIBROS

(Fuente: Historia de Mi Vida)

Hace ya muchos, muchos años, no sé si fue al final de mi niñez o principios de mi pubertad, empecé a preguntarme qué ocurría con los personajes de un libro cuando interrumpía su lectura. Si al cerrarlo porque mi madre me llamara para comer, o porque me entrara el sueño, o porque llegara la hora de ir al colegio o al instituto, se quedaban quietos, presos en una foto fija hasta que lo volviera a abrir para continuar su historia o, por el contrario, liberados de las palabras que los ataban a un argumento repetido ante los ojos de quienes lo leyeran, vivirían situaciones o aventuras que nada tenían que ver con él ni con lo que el autor había escrito para que lo ¿representaran? Fabulaba con la posibilidad, digo ahora que lo veo medio claro, de que fueran reales en la irrealidad de ese mundo ilusorio al que habían llegado de sopetón, sin comerlo ni beberlo, obligados por la inspiración de ellos no sabían quién. Quería creer en la ilusión de que pudieran liberarse de la esclavitud de vivir esa vida que sus creadores les habían impuesto, para poder vivir la que ellos ansiaban vivir. De ser así, ¿les enmendarían la plana a esos padres putativos, desnaturalizados y crueles y sería la que ellos crearan más emocionante o más divertida que la impuesta? ¿Podría ocurrir que, en una de esas correrías en libertad, si las hubiere, no les diera tiempo a volver y las páginas no leídas aparecieran en blanco?

Nunca viví esta situación, es verdad. Cuando volvía a abrir el libro, a pesar de que a veces lo hacía con mucho tiento, muy despacio, recordando el número de la página por el que había dejado la lectura para que no hubiera señal alguna que pudiera darles alguna pista para una vuelta sin problemas, las letras siempre seguían allí. Como allí seguía la historia para continuarla por donde la dejé. Y, sin embargo, no pierdo la esperanza de vivirla. Aún ahora, a veces, coloco el salva páginas varias más allá de la que debe salvar por si un acaso yo tenía razón allá en mi pubertad y, cuando menos lo espere, me encuentre con páginas en blanco o con una historia distinta y alocada en la que cada cual haya conseguido ser libre. Sin duda serían, aun en blanco, las más hermosas y turbadoras que jamás hubiera imaginado leer. Los años que ya tengo me inclinan al convencimiento de que moriré sin que este sueño ocurra. Y, al mismo tiempo, me invitan a creer que, si ocurriera, no me moriría nunca. Soy sincero si digo que no sabría decir qué final de los dos es el más triste.

(Fuente: El País)
En cualquier caso, quizá para enmascarar la inutilidad de esta quimera, de este sueño frustrado de lector, pasados los años empecé a sentir el pálpito, tras leer más de un libro de determinado autor, o incluso dos o más libros de distintos autores pero del mismo género o sobre el mismo tema, que este de tal y aquel de cual se complementaban, o incluso que este podía ser suplementario de aquel. Y tras el paso de más años he creído ver que este pálpito mío ha dado un salto cualitativo hasta el convencimiento de que también puede haber libros siameses, que compartan un mismo corazón y una misma sangre, de modo que separarlos podría suponer su muerte irreversible, una muerte sutil que, de íntima y propia que es, pasa desapercibida a los ojos ignorantes de los hombres. Porque (y esa es otra) estoy convencido de que los libros son seres vivos que sienten y conocen y, como cualquiera, sufren crisis de melancolía y de nostalgia. Libros que pueden llegar a morir de angustia, de congoja, de un sentimiento íntimo de estar destartalados, fragmentarios, distantes de la vida. Que pueden llegar a morir de soledad. Para evitarlo de un tiempo acá siempre tengo empezados al menos dos. Leo uno u otro y los mantengo juntos, para que ambos se sientan acompañados y compañeros, no rivales. Y si uno de los dos me interesa más que el otro, no abandono al retrasado. Lo abro cada día y leo, siquiera, un par de páginas. Y lo huelo al tiempo que lo aireo para que se sienta querido y no se venga abajo.

(Fuente: Libros voladores)
En estas mismas páginas y hablando también de libros decía hace unos años: «...pocas desilusiones tan frustrantes como las que sientes cuando un libro, al que siempre te acercas casi con el ensalmo de un primer amor, te decepciona y te resulta insoportable... Para estos especímenes inservibles tengo yo en casa un mueble de madera cuajado de carcomas inmunes donde quedan recluidos, con dos vueltas de llave, por toda su eternidad.» Pues ya no. Porque con motivo de mi jubilación el año pasado decreté una amnistía general y los liberé de su injusto encierro. Mientras les pedía perdón uno a uno por mi intransigencia y uno a uno limpiaba y colocaba en el lugar que les había preparado, me pareció escuchar un suave murmullo de voces salido de sus páginas, un tenue bullicio de latidos que, poco a poco, se acompasó con el ritmo emocionado de mi corazón.

sábado, 24 de noviembre de 2018

PIERRE NODOYUNA

(Pierre Nodoyuna/Sánchez)

El primer artículo que publiqué tras el compás de espera vacacional se titulaba “La nueva época de Roberto Alcázar”, y en él hacía un parangón entre este y el presidente Pedro Sánchez. En lo que a fisonomía se refiere, por supuesto, sin entrar en la idiosincrasia o la forma de actuar del uno y el otro. Pasados casi 3 meses desde aquel 1 de setiembre, el parecido físico me sigue pareciendo aceptable, pero en lo que se refiere a la actuación presidencial, para bien o para mal, nada que ver con la del intrépido aventurero español de los tebeos de mi infancia, siempre contundente y sin titubeos. Porque la del presidente Sánchez ha estado, desde el comienzo de su andadura como tal, más que salpicada, empapada de contradicciones y atolondramiento, de gestos fallidos, de mercadotecnia zafia, de ocurrencias de un día rectificadas al siguiente o incluso al cabo de unas pocas horas, de mucho ‘sí pero no o acaso tal vez’.  En asuntos muy distintos pero algunos de vital “interés para la vida de la gente”. Así, a bote pronto: la venta de armas a Arabia Saudí; la política de acogida de inmigrantes; la fiscalidad de los autónomos; la exhumación e inhumación de la momia de Franco; el Brexit y Gibraltar; la presentación o no de los PGE en tiempo y forma y su influencia o no en la duración de la presente legislatura; la nueva elección o no de los miembros del Consejo General del Poder Judicial; el impuesto a la banca; la derogación de la  ‘ley Mordaza’ y la promulgación de otra de ‘control de prensa’; la reforma laboral; la modificación del IRPF; la financiación autonómica; la inviolabilidad del rey; los amnistiados fiscales; la defensa del juez Llarena; la reforma de RTVE... La intemerata, vaya,  porque el payo ha ido de renuncio en renuncio y de coscorrón en coscorrón sin descanso con inusitado frenesí. Y si con una sola calabazada el ciego de El Lazarillo de Tormes quedó como quedó, caído “para atrás medio muerto y hendida la cabeza”, este pobre hombre debe de andar ya tarumba con las que se lleva dadas, por mucho que las suyas hayan sido tan solo metafóricas. Pero es que las metáforas tampoco son el bálsamo de Fierabrás y el oremus tiene sus servidumbres, qué coño.

(Patán/Redondo)
Por otra parte, en la década de los años 60 del siglo pasado, la TVE de entonces emitió dos series de dibujos animados producidas por Hanna-Barbera en las que el villano era el mismo, un patoso irredento y torpe como una albarda llamado Pierre Nodoyuna. En la primera, titulada en español Los autos locos, nuestro personaje compite en una carrera automovilística por etapas a bordo de un automóvil imponente, el Súper Perrari, que le hubiera permitido vencer en la prueba sin demasiadas dificultades. Pero, malgastando sus energías en sabotear los bólidos de sus contrincantes y poner trampas en su camino en vez de emplearlas en conducir el suyo y ganar con limpieza, es incapaz de coronar siquiera una de las 34 etapas de que consta y queda el último de la clasificación. En la segunda, El escuadrón diabólico, es un piloto de aviación, jefe de escuadrón, que durante la primera guerra mundial vive obsesionado con atrapar a un palomo mensajero que trabaja para el enemigo. Algo que jamás consigue. Hay dos personajes comunes a ambas: un perro de risa asmática,  borde y obsesionado con colgarse medallas llamado Patán, y una damisela sofisticada, Penélope Glamour. Y no quiero olvidarme de un par de pilotos del escuadrón diabólico, al servicio del malvado zopenco: Tontín, cobarde e inútil, y Tontón, que habla de forma tan estrambótica que nadie, excepto Tontín, es capaz de entenderle.

(Tontina y Tontona/Robles y Calvo)
La concurrencia de estas dos realidades me ha hecho enjaretar una teoría que no por disparatada debe ser tomada en solfa. Porque ahora existe la nube cibernética, ese lugar donde todo tiene cabida y que se mueve en un espacio indefinido. En ella conviven datos de ayer y de hoy, personalidades reales y ficticias, películas, balances de empresas, declaraciones de amor...  ¿Y si ese nuboso batiburrillo de datos y presencias hubiera colapsado en un microsegundo dando lugar a elementos híbridos, esto es, humanos que manteniendo su aspecto físico habitual han sido poseídos por algunos de los personajes que pululan por ella? ¿Y si se hubiera repetido la pesadilla de “La invasión de los ladrones de cuerpos” por culpa de un fallo informático, sin necesidad de esporas ni vainas?  Porque tenemos un primer conjunto de personajes: Pierre, Patán, Penélope, Tontín y Tontón (estos dos últimos, por aquello de la paridad imperante, pueden “traspolarse” a voluntad en Tontina y Tontona); y un segundo conjunto de personas: Sánchez, Iván Redondo, Calviño, Robles y Calvo, entre los que yo veo una correspondencia biunívoca y ordenada tan clara que me espanta y me tiene en un angustioso sinvivir. Lo único que no me cuadra, que apacigua mis temores y abre una sutil rendija a la esperanza de estar viviendo un mal sueño, una alucinación de jubilado, es que Pierre Nodoyuna y los suyos son muy torpes, sí, pero no hasta el extremo mostrenco de no saber distinguir con claridad quiénes son sus verdaderos adversarios. Mientras que, afortunadamente, de Pedro Sánchez y su gobierno es imposible decir lo mismo. En fin, no hay mal que por bien no venga. Y a ese consuelo me agarro, primo.
(Penélope Glamour/Calviño)


sábado, 10 de noviembre de 2018

UN LOBO SOLITARIO


Esta misma semana, en el curso de una investigación abierta por la Fiscalía de París, han sido detenidas en Francia seis personas acusadas de estar perpetrando una «acción violenta» contra el presidente Emmanuel Macron. Uno de los detenidos, Jean-Pierre B., pertenece a un grupo de la extrema derecha radical, los «Barjols», que fue el nombre dado a los legionarios franceses que llegaron a Malí. Poco antes de dimitir, el ministro del Interior, Gérard Collomb, advirtió: «Estamos asistiendo a la radicalización de una extrema derecha violenta, de tendencia ‘survivalista’ (del inglés “survivalist”: ‘persona que se prepara para el colapso social’), que denuncia la legitimidad de nuestras instituciones democráticas y se dice capaz de combatirlas a través de acciones violentas. Existe un núcleo duro de 1.500 a 2.000 individuos, en diversos grupúsculos, capaces de pasar a la acción, amenazante.» Estos grupos, en principio no relacionados entre sí, serían, fundamentalmente, tres: Los citados Barjols, la nueva OAS y la AFO (Asociación de Fuerzas Operativas), que tienen en común una ideología contraria al multiculturalismo y la inmigración, violentos y dispuestos a emplear las armas contra unos poderes públicos que «no reaccionan» para evitar la «decadencia» de Francia. A este respecto, Jean-Yves Camus, director del Observatorio de los Radicalismos  Políticos, ha precisado: «Se trata de grupúsculos que rechazan el sistema democrático y preconizan la acción directa... Se trata de personas que consideran que el Estado está “fallando” poniendo a Francia al borde de la “guerra civil”... dispuestos a atacar a los más altos representantes del Estado.» La Justicia y las Fuerzas de Seguridad los tienen bajo su lupa, habiendo cerrado sus páginas web y detenido a varios de sus integrantes. En cualquier caso, visto lo visto creo que estos seis últimos «Barjols» y sus intenciones criminales son, sin duda, la punta de un iceberg terrorista sólido y medianamente organizado más que preocupante.

Hasta aquí el atentado frustrado contra Macron cuando esta semana y casi sin solución de continuidad me entero, de entrada en exclusiva a través del diario digital Público, de que en esta España de nuestras entretelas también había sido desbaratado un plan para asesinar a Pedro Sánchez. El titular en el que se daba cuenta del asunto me resultó sobrecogedor hasta el punto de hacerme recordar al Chacal de Frederick Forsyth: «Los Mossos capturan a un francotirador 'lobo solitario' que quería matar a Pedro Sánchez». La lectura de la entradilla aumentó mi angustia: «Manuel Murillo Sánchez... planeaba atentar contra el presidente como venganza por la orden de exhumación de los restos de Franco y fue detenido en su domicilio de Terrassa, donde tenía un arsenal de 16 armas de fuego, incluidos rifles de alta precisión y un subfusil de asalto. Decía estar dispuesto a "sacrificarse por España".» Para, después, pasar a describirlo como un franquista hijo de franquista, experto en armas, tirador sobresaliente campeón en el club de tiro donde entrena, con «la voluntad, la preparación, el armamento y el fanatismo suficientes para dar en el blanco: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.» El tener licencia de armas por su trabajo de vigilante de seguridad y carecer de antecedentes policiales lo hacía indetectable para la policía, circunstancia que le convertía en un perfecto ‘lobo solitario’, un ladino e infalible francotirador frío e implacable que podría moverse con total libertad para llevar a cabo su malévolo plan. Y me acordé de Clint Eastwood y el  SEAL Chris Kyle.

(Fuente: telecinco.es)
Pero sigo mi lectura y, de pronto, me acuerdo de José Luis Cuerda. Es cuando me entero de que este presunto chacal hispano, implacable y certero, fanático y asesino, experto y profesional, busca en las redes sociales y en WhastApp cómplices que le den apoyo logístico para saber la agenda del presidente y así poder matarlo, porque él no sabe manejarse en Internet. Un primer paso de la angustia a la chufla. Después me entero de que quien lo denuncia ante los Mossos es una militante de Vox. Un segundo paso, de la chufla al recochineo. Después que el tipo fue detenido el ¡19 de setiembre! y enviado a prisión el 21. Un tercer paso de la chufla con recochineo a un sarcasmo expectante. Acto seguido veo en TV al director del club de tiro del presunto peligro público diciendo que es un tirador mediocre, de cuarta categoría, o sea, digo yo, incapaz de dar a un burro (mejorando lo presente y sin ganas de ofender) a treinta metros. Un cuarto paso de cabeza al pozo del asombro. Y después me pregunto, dando un quinto paso ‘rumbo a lo desconocido’, por qué la discreción que pidió Moncloa sobre el particular ha durado 50 días, que son los que han pasado desde el aborto de lo que podía haber sido y enterarnos de que no fue. Pero, ¿qué astracanada es esta, Mare de Deu dels Desamparats?

(Fuente: elperiodico.com)
En fin, no dudo, o sí, de que este tipo tuviera «la voluntad, el armamento y el fanatismo suficientes para (intentar) dar en el blanco», pero ¿la preparación?... Tararí que te vi. Tengo yo más que él, que fui tirador de 1ª en la mili con el Cetme y con el mosquetón Mauser español y además me manejo en las redes medianamente bien. ¿Un lobo solitario este payo? Sí, y un jamón con chorreras también: Un bobo solitario y va que arde, primo. Y si no, al tiempo.

sábado, 3 de noviembre de 2018

UN MUERTO RECALCITRANTE


Me pongo a escribir este artículo hoy, jueves de otoño, sin estar en París con aguacero ni recordar mi muerte anticipada. Hoy es jueves, vaya, 1 de noviembre para más señas. 17:45 horas. Pero ya no es ahora, en este momento en el que leen que yo digo que ‘hoy es jueves’. Ya ven, esto es lo que el tiempo tiene de cabronada irreversible, póngase Einstein como quiera ponerse aunque no pueda. En fin, este desvarío relativista de Perogrullo viene a cuento de que llevo toda la semana, como cada semana, dándole vueltas a la elección del tema de mi artículo. Hoy, en concreto, de este que ahora escribo siendo jueves. Y dado el bombardeo mediático sufrido con la exhumación primero y la inhumación después de la momia de Franco, estoy ya convencido de que este debe ser el protagonista del mismo. Porque el asunto ha deparado situaciones de lo más variopintas, ridículas y absurdas, cada cual con más pompa y circunstancia en su bobería que la anterior. Tantas como para afianzarme en mi convencimiento de que, a pesar del tiempo transcurrido desde que España, esta patria ingrata, rencorosa e insufrible y, al tiempo, indispensable para sentirme vivo, dejó de ser, Transición de por medio, un bicho raro y anacrónico entre sus vecinos; a pesar de ella misma y de mí, de su normalización democrática, sigue teniendo la capacidad inaudita  de servirme en bandeja argumentos suficientes como para que el asombro siga siendo el alimento diario de mis encuentros y desencuentros con ella.

En el año 1959, George Marshall dirigió la película The gazebo, titulada en España Un muerto recalcitrante, una comedia negra en la que Glenn Ford, por salvar la reputación de su esposa, Debbie Reynolds, decide acabar con la vida de un chantajista que trata de extorsionarle con una fotos de ella comprometedoras. Pero lo que él planeó como un crimen perfecto acaba resultando una pesadilla, con un cadáver travieso que aparece y desaparece a voluntad. Más por el título que por el argumento (aunque... ¡vaya usted a saber!) me acordé de ella tras lo vivido hasta ahora con el proyecto de exhumación de la momia franquista que refleja, de manera paradigmática, el estado de estupefacción perenne al que, a veces, me llevan estos camuesos que nos gobiernan. Ha sido tal el cúmulo de situaciones estrafalarias que han motivado la improvisación, la bisoñez, el atolondramiento y la indigencia mental del gobierno Sánchez, que sin salir de un pasmo ya tenías otro de imaginaria pegado al culo y pidiendo paso. Pero bueno, teniendo en cuenta que de encarrilar el asunto se han ocupado el propio Pedro Sánchez y la ministra Carmen Calvo, no son de extrañar los descarrilamientos habidos. Porque el uno dogmatizando sobre lo que desconoce y la otra desconociendo sobre lo que dogmatiza, forman un dúo de incompetentes difícilmente superable. Si acaso podría hacerle sombra el formado en aquellos tiempos estólidos por ZP y la ministra Trujillo, con Bibiana y Malena de suplentes.

(Fuente: Libre Mercado)
¿Cómo está la situación de la momia recalcitrante en este momento? Pues ahora, que por arte de magia ya es viernes, día 2, y son la 13:30 horas, el Consejo de Ministros habrá desestimado los dos recursos pendientes contra la exhumación, los presentados por una de las nietas del dictador y por los monjes benedictinos de la basílica donde está enterrado, y empezará a realizar, con urgencia, los trámites pertinentes ante la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial para desenterrar al impenitente. La Iglesia ha dado su consentimiento, las trabas legales han sido superadas, a corto plazo los trámites ante las distintas instancias se harán de conformidad y la momia estará a disposición del gobierno para su traslado... Y, ahora, ¿qué hacemos con el muerto? Pues ahí es donde la puerca tuerce el rabo porque, nos guste o no, el muerto es de su familia, que está emperrada en enterrarlo en la catedral de La Almudena donde, en su cripta, tienen tumba en propiedad y el amparo de la legislación vigente. El gobierno, Carmen Calvo ‘dixi y pixi’, se niega en redondo a que sea enterrado allí invocando la Memoria Histórica, el enaltecimiento de la dictadura y las posibles romerías franquistas, y quiere que lo entierren en el cementerio de El Pardo, donde está esperándole la Collares. Y el Vaticano, contradiciendo a la ministra lenguaraz, dice que ‘a mi plin, querubín’ y que allá se pongan de acuerdo las dos partes en conflicto.

(Fuente: Diario HOY)
Por mucho que hubiera dado rienda suelta a mi imaginación, que a estas alturas de la vida puede llegar a ser esperpénticamente paranoide, no creo que hubiera podido fantasear hasta estos extremos. Pero, bueno, llegados a este punto y como el rabo torcido de la puerca aún está por desollar, visto lo visto y asombrado con la torpeza contumaz de un equipo gubernamental que, malgrè lui, ha actuado en dura competencia con Pilar Gutiérrez como el más eficaz propagandista de un franquismo apolillado que ha vuelto a desempolvar, no me extrañaría que la momia exhumada, sin poder ser inhumada y en manos de su familia, acabe peregrinando de casa en casa de sus deudos hasta que para la burra. ¿Y la Fundación Francisco Franco...? Pues en la gloria bendita, primo.

sábado, 27 de octubre de 2018

PROFESIONALES DEL SES... Y PACIENTES


(Fuente: Diario HOY)
Ando de médicos. Eso no es malo ni bueno. Digo de entrada. Cuando algo falla o renquea o anda (como diría mi admirado Cantinflas) ‘zangolotineando’ por los entresijos de este invento inigualable que es el cuerpo de cada cual, lo mejor es buscar ayuda y acudir a quien puede aliviarte tus, unas veces, neuras, y otras, qué vamos a hacerle, dolencias. Pues bien, en los dos últimos años (maldita sea mi estampa) he conocido más médicos que en toda mi vida anterior. Nada que objetar por el hecho en sí, al contrario: me arreglaron la hernia inguinal, me mantienen la hemocromatosis controlada, acabaron con la Helicobacter Pylori apoltronada en mis intestinos, metieron en vereda mi hipertensión arterial, mataron al culebrón que torturaba mi espalda, han conseguido que mi hígado Estrella Galicia se comporte como un buen chico y, ahora, andan engatusados con mi próstata y ya veremos a ver cómo me solucionan ese incordio aún indefinido. Confío en ellos no por inercia, ni por obligación, ni porque a la fuerza ahorquen, sino por convencimiento. No sé si estaré tocado por la mano del dios Esculapio o he tenido mucha suerte en mi experiencia, pero este periplo médico intensivo me ha servido para constatar la opinión que ya tenía, cual es que la sanidad en Extremadura (o al menos en Badajoz) tiene unos profesionales excelentes. Siempre hay alguna excepción pero, en cualquier caso, nada importante y ‘estadísticamente despreciable’.

El problema que más me incomoda en el escenario de mis relaciones sanitarias no es con sus profesionales, sean estos médicos, enfermeros, celadores, auxiliares o funcionarios, de los que no tengo queja alguna, todo lo contrario; ni con la enfermedad en sí misma; ni siquiera con la incertidumbre de su deriva. Quienes consiguen llevar a lo más alto de la intransigencia e incluso de la sinrazón mis arrebatos misántropos, mis ataques de cólera, son los cofrades del pasillo, los pacientes impacientes e insoportablemente dicharacheros que se sientan junto a mí a la espera de ser recibidos por el médico de familia o de ser llamados para una extracción de sangre. Y pongo estos dos ejemplos porque es en el Centro de Salud donde he sufrido y sufro de manera más dañina, frecuente e inmisericorde, sus agresiones a mis deseos de silencio, de invisibilidad y de aislamiento. Parlotean como loros vesánicos en dura pugna por ver quién presenta un currículo de calamidades más granado, critican sin mesura si la espera se alarga más allá de la hora fijada, no suelen apagar sus móviles y, en fin,  avezados en la tortura como están, detectan cualquier mínimo resquicio, cualquier distracción que tengas por momentánea que esta sea, para darte la tabarra con idioteces inanes, maluras y miserias varias que a ti te importan una puñetera mierda. La mayoría de ellos, además, son presa de una obsesión patológica y me temo que pandémica que les crea la necesidad imperiosa de saber a qué hora están citados todos y cada uno de los que allí esperamos. A mí me lo han preguntado alguna vez. Y desde que decidí plantarme y no permitir que se aprovecharan con tanto descaro de mi urbanidad, jamás contesto. En realidad, cuando entro en el CS, ni saludo, ni conozco, ni hablo, ni escucho. Me siento, abro el libro electrónico, me pongo a leer y solo vuelvo en mí cuando mi médica o enfermera me llama. Y cuando acaba el trámite, salgo pitando harto de pelmazos y cataplasmas.

(Fuente: Duna)
Como decía antes, últimamente y por mor de unos nódulos díscolos instalados en mi próstata, he ampliado mi círculo médico. Andan ahí galenos y galenas tratando de averiguar si estos gurullos impertinentes pasan o no de díscolos a gamberros o, directamente, se tiran al barro de la delincuencia sin escrúpulos. Eso me ha llevado a actuar en el servicio de Radiología del Hospital, por ahora, Infanta Cristina, donde he sido protagonista, como sujeto pasivo, de dos biopsias. La prueba se hace vía rectal y no es nada agradable, para qué mentir. De modo que esperas en el pasillo a que te llamen, sentadito, descompuesto, con la sensación de que vas camino de un calabozo de Guantánamo. Cuando te toca (¡un cubo, una pelota!) no entras directamente al lugar de los hechos. Pasas antes por un pequeño cuarto de baño donde te desnudas y te vistes con un camisón verde abierto por detrás. Y accedes al escenario empujado por una mano invisible que te impide dar marcha atrás y salir corriendo al grito de “¡a mí dejadme que lo que sea, sonará!”. Y allí te encuentras con un equipo que, por el arte de magia de su empatía, de su pericia, de su generosidad y de su solvencia, transforma tu angustia en sosiego. Y te abren una vía, te tumban en la camilla en posición fetal con el culo ofrecido y te van llevando pasito a paso por ese camino peliagudo y más que molesto que debes recorrer. Y lo hacen con tal delicadeza que tienes la tierna sensación de que el dolor que sufres es también suyo. Qué más se puede desear... Pues con todo y eso, por lo que a mí respecta, solo una cosa: No tener que hacer triplete, primo.

sábado, 20 de octubre de 2018

TRANSVERSALIDAD NACIONAL-POPULISTA


Leo estos días que Julio Anguita, Héctor Illueca y Manuel Monereo, diputado este de Podemos y padre políticamente putativo de Pablo Iglesias, con el figurante Vestrynge al retortero y algunos más, están en el empeño de crear una asociación,  “Agrupación por la Tercera República”, ajena a cualquier partido, que dicen tendría como objetivo "el impulso y desarrollo de un proceso cívico-político a través del cual se consolide un estado de opinión favorable a la implantación de la III República", dado que “detrás del Rey hay una estructura de corrupción, de influencias políticas y económicas, que han convertido al monarca en un millonario” y “se está demostrando que la casa Borbón, ahora como antes, está profundamente unida a la corrupción”. De entrada, digo yo, un republicanismo este muy selectivo, porque no es antimonárquico (nada de maximalismos excluyentes, primo), es solo ‘antiborbónico’, que ya es hilar fino y barrer para casa.

Nada extraño tiene este curioso ‘republicanismo nacionalista’, sin embargo, si tenemos en cuenta el artículo firmado al alimón por los tres, titulado ¿Fascismo en Italia? Decreto Dignidad, que es una defensa aislada del decreto del ministro italiano de Trabajo, Luigi di Maio. Una defensa con una trampa ciertamente torticera porque obvia la realidad política en la que el decreto surge aunque, lo quieran ellos o no, vaya indefectiblemente conectado a ella, es decir, a las tesis xenófobas de Salvini, La Liga Norte y otros partidos energúmenos de la ultraderecha nacionalista europea. Las de estos ¿izquierdistas? del salón patrio, como las de aquellos carcas, van emboscadas también, para mayor escarnio y como era de  esperar, tras la panoplia del interés desinteresado que ellos, visionarios elegidos por la historia, tienen en defender a las clases trabajadoras (siquiera sean estas solo autóctonas) de la deslocalización empresarial impuesta por el neoliberalismo que corroe las entrañas de la UE. Este compadreo entre contrarios, este totum revolutum en el que chapotean Anguita con Le Pen, Monereo con Salvini, Illueca con Orbán, es lo que tiene este invento de chaqueteros políticos llamado transversalidad, que no es otra cosa que el entierro interesado y perverso de las ideologías. Ya defendió esta aberración en 1965 Gonzalo Fernández de la Mora, ministro franquista y fundador de AP, en su obra El crepúsculo de las ideologías. ¿De aquellos perros, estas pulgas? Pues, vaya usted a saber, señor mío, pero de puta a puta, san Pedro es calvo y de lo que fui, ni me acuerdo.

(Fuente: La Vanguardia)
¿Se imagina alguien (yo no) que en El viejo topo de la primera época, Marcelino Camacho o Nicolás Redondo, por poner dos ejemplos de honradez ideológica y humana inquebrantables, hubieran publicado un artículo alabando el ‘milagro económico de Franco’? Jamás podrían aplaudir esa realidad abstrayéndola de la otra, la de los encarcelamientos y  persecución de disidentes y ‘tibios’, la ‘democracia orgánica’, la prohibición de partidos políticos, la censura paranoica, los sindicatos verticales, los fusilamientos, el garrote vil, las torturas, la corrupción, la impunidad policial, el TOP... Pues los tres susodichos lo han hecho con Salvini y todos los otros mostrencos europeos que cierran fronteras y puertos, expulsan a los gitanos, marginan a los ‘no nativos’, pisotean la democracia, ejercen la xenofobia y se pasan los derechos humanos por el forro de sus neuras ultramontanas. Y lo hacen con la excusa de luchar contra la "globalización neoliberal", cambiando el internacionalismo proletario, que debería ser lo suyo, por el internacionalismo nacional-populista. Y el que venga detrás (si no es ‘nativo’, repito) que arree.

(Fuente: eldiario.es)
En 1848, Engels y Marx, que por lo visto carecían de la clarividencia profética del franquista Fernández de la Mora, al inicio de su Manifiesto Comunista, decían: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.” Si cambiamos comunismo por nacional-populismo, acosar por adorar y  papas, zares y demás por Iglesias, Lepenes, Anguitas, Salvinis y demás, el cuadre nos viene al pelo. Y es que Europa, este ‘viejo continente’ cuna de la cultura occidental, es así:  torpe, engreído, ególatra, tan entretenido siempre en mirarse un ombligo cada vez más purulento y sucio que es incapaz de mirar alrededor y tratar de evitar los desastres que se le pueden venir encima.  La historia del siglo XX es una muestra palpable de su vanidad suicida, de su dejadez arrogante. Lo de ahora, esta transversalidad nacional-populista cada vez más poderosa, más desinhibida, no ha hecho más que empezar. Sinceramente, prefiero morir antes de ver cómo triunfa, ¡que ya está bien! En fin, “ahí lo tienes” primo, otro motivo más para querer llegar a centenario.

sábado, 13 de octubre de 2018

LA VÍCTIMA QUÍNTUPLE

(Fuente: EFE/ elconfidencial.com)

El pasado miércoles la ministra de Justicia, Dolores Delgado, comparecía en la Comisión de Justicia del Congreso, a petición propia, fundamentalmente para hablar de las grabaciones subrepticias, profusamente difundidas por los medios, que el excomisario Villarejo realizó en la ya famosa comida celebrada en octubre de 2009 en el restaurante Rianxo de Madrid, y a la que la entonces fiscala de la Audiencia Nacional acudió acompañada del otrora juez de la misma Baltasar Garzón. La función prometía ser todo un espectáculo pero, al final, resultó un petardo infumable en el que la estrella principal, vestida de azafata de congresos sin fular e interpretando un guión inane, escaso de recursos y exiguo de chicha, dio largas a un discurso aburrido, insufriblemente repetitivo, balbuceante y,  por momentos, deshilvanado. Ni un arranque dramático, ni una muestra del histrionismo algo energúmeno que demostró en otras intervenciones parlamentarias sobre el mismo tema. En fin, una actuación plana que defraudó todas mis expectativas.

Bueno, casi todas. Porque sí hubo un momento en el que el clímax dramático adquirió cierto empaque, y ese fue cuando la señora ministra defendió su dedicación y su sacrificio por el servicio público en sus 29 años como fiscala. Ahí recuperó el aplomo y nos ofreció un espectáculo fascinante de autoafirmación megalómana mientras enumeraba las operaciones en las que había intervenido desarticulando comandos terroristas, incautando ingentes toneladas de droga o requisando armas y explosivos listos para ser utilizados. Y todo ello lo hizo al pie del cañón, en el escenario del crimen, no desde el despacho de la Fiscalía. Tanto me subyugó ese arrebato jactancioso, tan convencida la vi de su coraje y su intrepidez altruistas, que por momentos me sentí abducido por su currículo y la imaginé como una ‘Wonder Woman’ a la española, con tiara y brazaletes mágicos incluidos. ¡Menudo subidón cervecero tuve, primo!

(Fuente: elmundo.es)
Aparte de ese espejismo fulgurante, el papel que de manera poco creíble interpretó machaconamente la señora ministra, fue el de víctima de cuatro fuerzas malignas que quieren acabar con el “gobierno decente que preside Pedro Sánchez” e impedir “el proceso de regeneración democrática y de transparencia” por él emprendido, cuales son: las cloacas del Estado personificadas por Villarejo, la derecha, la extrema derecha y la extrema extrema derecha. No contenta con este alarde de ingenio dialéctico, en un turno de réplica añadió una quinta que yo había echado en falta y que ella sólo había insinuado hasta el momento, un alegato con frecuencia utilizado por la clase política patria como vía de escape cuando la solidez argumental brilla por su ausencia: el machismo. Porque ella está segura de que, si hubiera sido hombre, no estaría pasando por este brete ni habría tenido que escuchar tanta descalificación ni tanta crítica. Pero a pesar del acoso inmisericorde de este quinteto diabólico conjurado contra la ‘Mujer Maravilla’, esta afirmó con rotundidad que no se iba a amilanar, que no pensaba dimitir (aunque, según la prensa, ya lo había hecho días atrás y Sánchez no había aceptado su renuncia) y que no había mentido en lo dicho con respecto a sus relaciones con el señor Villarejo (a pesar de las 4 o 5 versiones distintas que dio sobre las mismas) del que, recalcó, no es amiga.

(Fuente: AFP)
Pues sí pero no, porque a mí me quedan muchas dudas. Vamos a ver: Cuando en su comparecencia la señora ministra criticó (y me parece muy bien) la ‘policía patriótica’ ideada por el anterior gobierno y la concesión de una medalla al mérito policial pensionada a uno de los comisarios investigados en la trama Tándem, ¿se olvidó de la que el gobierno de ZP concedió al chantajista Villarejo? Cuando aseguró que en la comida de marras se reunió con altos mandos policiales con los que colaboraba, ¿se olvidó de que en la misma lo que se celebraba era la concesión de esa medalla al chantajista Villarejo? Cuando enfatizó su sacrificio como fiscala y su alejamiento de las cloacas del Estado, ¿se olvidó de que en dicha comida tuvo conocimiento de un hecho delictivo grave cometido por el tal? ¿Por qué en vez de levantarse e irse al despacho a enjaretar la correspondiente denuncia, lo jaleó diciendo “éxito asegurado”?  Yo no tengo ni idea del lenguaje jurídico, pero su actitud ¿podría calificarse como dejación de funciones, complicidad pasiva...? ¿Ni siquiera se le pasó por la cabeza que esa inacción la podía hundir hasta los corvejones en las cloacas de las que dice abominar? Cuando habló del “gobierno decente” de Sánchez, ¿se refería al de ahora, después de la dimisión de 2 ministros? ¿Se le olvidó la tesis tenguerengue de su líder, el problema de Borrell con la CNMV, las lagunas en la declaración de bienes de Celaá, la sociedad patrimonial de Duque...? Y otrosí digo, teniendo en cuenta la antigua amistad entre la señora ministra y el ahora abogado Garzón, y conociendo que este es defensor de algunos de los investigados en la trama Tándem, ¿nunca coincidieron ambos como abogado y fiscala en algún juicio contra los mismos, o en cualquier otro? Si es que sí, ¿no sería su estrecha amistad causa de algún tipo de incompatibilidad? Y a mayor abundamiento, en sus paseos y comidas juntos, ¿nunca hablaron de sus trabajos divergentes y opuestos, del caso Tándem, de Villarejo...? Si es que sí, ¿no sería eso una forma de relación profesional con el excomisario, siquiera sea por la cabeza interpuesta de su abogado Garzón?

En fin, yo no sé (o sí) si la señora ministra miente, pero estoy convencido de que no dice la verdad. Y parafraseando a Monterroso, lo peor para ella y para nosotros es que cuando se despierte, Garzón todavía estará allí. Y Villarejo, detrás.