Me pongo a escribir este artículo
hoy, jueves de otoño, sin estar en París con aguacero ni recordar mi muerte
anticipada. Hoy es jueves, vaya, 1 de noviembre para más señas. 17:45 horas.
Pero ya no es ahora, en este momento en el que leen que yo digo que ‘hoy es
jueves’. Ya ven, esto es lo que el tiempo tiene de cabronada irreversible,
póngase Einstein como quiera ponerse
aunque no pueda. En fin, este desvarío relativista de Perogrullo viene a cuento de que llevo toda la semana, como cada
semana, dándole vueltas a la elección del tema de mi artículo. Hoy, en
concreto, de este que ahora escribo siendo jueves. Y dado el bombardeo
mediático sufrido con la exhumación primero y la inhumación después de la momia
de Franco, estoy ya convencido de
que este debe ser el protagonista del mismo. Porque el asunto ha deparado
situaciones de lo más variopintas, ridículas y absurdas, cada cual con más
pompa y circunstancia en su bobería que la anterior. Tantas como para
afianzarme en mi convencimiento de que, a pesar del tiempo transcurrido desde
que España, esta patria ingrata, rencorosa e insufrible y, al tiempo, indispensable
para sentirme vivo, dejó de ser, Transición de por medio, un bicho raro y
anacrónico entre sus vecinos; a pesar de ella misma y de mí, de su
normalización democrática, sigue teniendo la capacidad inaudita de servirme en bandeja argumentos suficientes
como para que el asombro siga siendo el alimento diario de mis encuentros y
desencuentros con ella.
En el año 1959, George Marshall dirigió la película The gazebo, titulada en España Un
muerto recalcitrante, una comedia negra en la que Glenn Ford, por salvar la reputación de su esposa, Debbie Reynolds, decide acabar con la
vida de un chantajista que trata de extorsionarle con una fotos de ella
comprometedoras. Pero lo que él planeó como un crimen perfecto acaba resultando
una pesadilla, con un cadáver travieso que aparece y desaparece a voluntad. Más
por el título que por el argumento (aunque... ¡vaya usted a saber!) me acordé
de ella tras lo vivido hasta ahora con el proyecto de exhumación de la momia
franquista que refleja, de manera paradigmática, el estado de estupefacción
perenne al que, a veces, me llevan estos camuesos que nos gobiernan. Ha sido
tal el cúmulo de situaciones estrafalarias que han motivado la improvisación,
la bisoñez, el atolondramiento y la indigencia mental del gobierno Sánchez, que
sin salir de un pasmo ya tenías otro de imaginaria pegado al culo y pidiendo
paso. Pero bueno, teniendo en cuenta que de encarrilar el asunto se han ocupado
el propio Pedro Sánchez y la
ministra Carmen Calvo, no son de
extrañar los descarrilamientos habidos. Porque el uno dogmatizando sobre lo que
desconoce y la otra desconociendo sobre lo que dogmatiza, forman un dúo de
incompetentes difícilmente superable. Si acaso podría hacerle sombra el formado
en aquellos tiempos estólidos por ZP
y la ministra Trujillo, con Bibiana y Malena de suplentes.
(Fuente: Libre Mercado) |
¿Cómo está la situación de la momia
recalcitrante en este momento? Pues ahora, que por arte de magia ya es viernes,
día 2, y son la 13:30 horas, el Consejo de Ministros habrá desestimado los dos
recursos pendientes contra la exhumación, los presentados por una de las nietas
del dictador y por los monjes benedictinos de la basílica donde está enterrado,
y empezará a realizar, con urgencia, los trámites pertinentes ante la Comunidad
de Madrid y el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial para desenterrar al impenitente.
La Iglesia ha dado su consentimiento, las trabas legales han sido superadas, a
corto plazo los trámites ante las distintas instancias se harán de conformidad y la momia estará a
disposición del gobierno para su traslado... Y, ahora, ¿qué hacemos con el muerto? Pues ahí es donde la puerca
tuerce el rabo porque, nos guste o no, el muerto es de su familia, que está
emperrada en enterrarlo en la catedral de La Almudena donde, en su cripta,
tienen tumba en propiedad y el amparo de la legislación vigente. El gobierno,
Carmen Calvo ‘dixi y pixi’, se niega en redondo a que sea enterrado allí
invocando la Memoria Histórica, el enaltecimiento de la dictadura y las
posibles romerías franquistas, y quiere que lo entierren en el cementerio de El
Pardo, donde está esperándole la Collares.
Y el Vaticano, contradiciendo a la ministra lenguaraz, dice que ‘a mi plin,
querubín’ y que allá se pongan de acuerdo las dos partes en conflicto.
(Fuente: Diario HOY) |
Por mucho que hubiera dado rienda
suelta a mi imaginación, que a estas alturas de la vida puede llegar a ser
esperpénticamente paranoide, no creo que hubiera podido fantasear hasta estos
extremos. Pero, bueno, llegados a este punto y como el rabo torcido de la
puerca aún está por desollar, visto lo visto y asombrado con la torpeza
contumaz de un equipo gubernamental que, malgrè lui, ha actuado en dura competencia con Pilar Gutiérrez como el más eficaz propagandista de un franquismo
apolillado que ha vuelto a desempolvar, no me extrañaría que la momia exhumada,
sin poder ser inhumada y en manos de su familia, acabe peregrinando de casa en
casa de sus deudos hasta que para la burra. ¿Y la Fundación Francisco
Franco...? Pues en la gloria bendita, primo.
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