sábado, 3 de noviembre de 2018

UN MUERTO RECALCITRANTE


Me pongo a escribir este artículo hoy, jueves de otoño, sin estar en París con aguacero ni recordar mi muerte anticipada. Hoy es jueves, vaya, 1 de noviembre para más señas. 17:45 horas. Pero ya no es ahora, en este momento en el que leen que yo digo que ‘hoy es jueves’. Ya ven, esto es lo que el tiempo tiene de cabronada irreversible, póngase Einstein como quiera ponerse aunque no pueda. En fin, este desvarío relativista de Perogrullo viene a cuento de que llevo toda la semana, como cada semana, dándole vueltas a la elección del tema de mi artículo. Hoy, en concreto, de este que ahora escribo siendo jueves. Y dado el bombardeo mediático sufrido con la exhumación primero y la inhumación después de la momia de Franco, estoy ya convencido de que este debe ser el protagonista del mismo. Porque el asunto ha deparado situaciones de lo más variopintas, ridículas y absurdas, cada cual con más pompa y circunstancia en su bobería que la anterior. Tantas como para afianzarme en mi convencimiento de que, a pesar del tiempo transcurrido desde que España, esta patria ingrata, rencorosa e insufrible y, al tiempo, indispensable para sentirme vivo, dejó de ser, Transición de por medio, un bicho raro y anacrónico entre sus vecinos; a pesar de ella misma y de mí, de su normalización democrática, sigue teniendo la capacidad inaudita  de servirme en bandeja argumentos suficientes como para que el asombro siga siendo el alimento diario de mis encuentros y desencuentros con ella.

En el año 1959, George Marshall dirigió la película The gazebo, titulada en España Un muerto recalcitrante, una comedia negra en la que Glenn Ford, por salvar la reputación de su esposa, Debbie Reynolds, decide acabar con la vida de un chantajista que trata de extorsionarle con una fotos de ella comprometedoras. Pero lo que él planeó como un crimen perfecto acaba resultando una pesadilla, con un cadáver travieso que aparece y desaparece a voluntad. Más por el título que por el argumento (aunque... ¡vaya usted a saber!) me acordé de ella tras lo vivido hasta ahora con el proyecto de exhumación de la momia franquista que refleja, de manera paradigmática, el estado de estupefacción perenne al que, a veces, me llevan estos camuesos que nos gobiernan. Ha sido tal el cúmulo de situaciones estrafalarias que han motivado la improvisación, la bisoñez, el atolondramiento y la indigencia mental del gobierno Sánchez, que sin salir de un pasmo ya tenías otro de imaginaria pegado al culo y pidiendo paso. Pero bueno, teniendo en cuenta que de encarrilar el asunto se han ocupado el propio Pedro Sánchez y la ministra Carmen Calvo, no son de extrañar los descarrilamientos habidos. Porque el uno dogmatizando sobre lo que desconoce y la otra desconociendo sobre lo que dogmatiza, forman un dúo de incompetentes difícilmente superable. Si acaso podría hacerle sombra el formado en aquellos tiempos estólidos por ZP y la ministra Trujillo, con Bibiana y Malena de suplentes.

(Fuente: Libre Mercado)
¿Cómo está la situación de la momia recalcitrante en este momento? Pues ahora, que por arte de magia ya es viernes, día 2, y son la 13:30 horas, el Consejo de Ministros habrá desestimado los dos recursos pendientes contra la exhumación, los presentados por una de las nietas del dictador y por los monjes benedictinos de la basílica donde está enterrado, y empezará a realizar, con urgencia, los trámites pertinentes ante la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial para desenterrar al impenitente. La Iglesia ha dado su consentimiento, las trabas legales han sido superadas, a corto plazo los trámites ante las distintas instancias se harán de conformidad y la momia estará a disposición del gobierno para su traslado... Y, ahora, ¿qué hacemos con el muerto? Pues ahí es donde la puerca tuerce el rabo porque, nos guste o no, el muerto es de su familia, que está emperrada en enterrarlo en la catedral de La Almudena donde, en su cripta, tienen tumba en propiedad y el amparo de la legislación vigente. El gobierno, Carmen Calvo ‘dixi y pixi’, se niega en redondo a que sea enterrado allí invocando la Memoria Histórica, el enaltecimiento de la dictadura y las posibles romerías franquistas, y quiere que lo entierren en el cementerio de El Pardo, donde está esperándole la Collares. Y el Vaticano, contradiciendo a la ministra lenguaraz, dice que ‘a mi plin, querubín’ y que allá se pongan de acuerdo las dos partes en conflicto.

(Fuente: Diario HOY)
Por mucho que hubiera dado rienda suelta a mi imaginación, que a estas alturas de la vida puede llegar a ser esperpénticamente paranoide, no creo que hubiera podido fantasear hasta estos extremos. Pero, bueno, llegados a este punto y como el rabo torcido de la puerca aún está por desollar, visto lo visto y asombrado con la torpeza contumaz de un equipo gubernamental que, malgrè lui, ha actuado en dura competencia con Pilar Gutiérrez como el más eficaz propagandista de un franquismo apolillado que ha vuelto a desempolvar, no me extrañaría que la momia exhumada, sin poder ser inhumada y en manos de su familia, acabe peregrinando de casa en casa de sus deudos hasta que para la burra. ¿Y la Fundación Francisco Franco...? Pues en la gloria bendita, primo.

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