sábado, 31 de mayo de 2014

RESACA ELECTORAL CON VEDETTE

Aunque los resultados en España de las elecciones al Parlamento Europeo no sean “traspolables” (Manzano dixit)  a las municipales, autonómicas o generales, sí deberían servir como aviso a cierta clase política de lo que, por su actuación prepotente y cada vez más alejada del ciudadano, puede ser la tendencia de los votos cuando aquéllas lleguen. A pesar de que de nuevo en éstas (54,16 %), como en las anteriores (55,10 %), la abstención ha ganado por mayoría absoluta, dando cuenta de la lejanía política con la que los votantes perciben a la Unión Europea, la pérdida de más de cinco millones de votos por parte de PP y PSOE; el aumento de escaños conseguido por partidos minoritarios; la irrupción, con más o menos fuerza, de formaciones de reciente creación, y el aumento de 50 a 54 del número de elegibles, ha dado lugar a un  terremoto que ha resquebrajado los cimientos de un bipartidismo que parecía consistente y con todos los visos de perpetuarse.

Este tsunami, para empezar, parece que se ha llevado por delante a Rubalcaba. Y digo parece porque de un tipo como éste que dimite sin irse yo no me fío, vaya a ser que creyendo tú que se va, te encuentres con que se queda. Ha intentado la jugada de una manera sui géneris, rubalcabiana, con la convocatoria de un Congreso Extraordinario cerrado que elegiría al Secretario General y dejaría las primarias de noviembre en pura filfa. Una catarsis engañosa que no haría más que apalancar una turbiedad a la que se apuntan, cómo no,  los gallos viejos de la vieja guardia, con más espolones que el pavipollo de La isla misteriosa, que no quieren dejar de mangonear y chupar del bote, aunque eso suponga llevar al partido por un camino que sólo conduce al aniquilamiento o la marginalidad. Creo que el partido tiene ahora una oportunidad histórica para limpiar telarañas, renovarse y superar la lacra que supone, como leí el otro día en algún sitio, ser el único partido europeo que ha sufrido un contundente voto de castigo estando en la oposición. El empecinamiento de un Rubalcaba sin chip de obsolescencia programada les ha hecho perder unos años preciosos. Creo que es el propio PSOE, doblemente damnificado, el que tenía que invocar, con más razón que el PP,  la herencia envenenada recibida de ZP.

Pero el protagonista indiscutible, la supervedette del espectáculo de variedades que ha supuesto esta convocatoria electoral ha sido, sin la menor duda, Pablo Iglesias. El ¿partido político? o la agrupación Podemos, que lidera de manera tan egocéntrica y personalista que ha incluido su fotografía en las papeletas electorales transmutando su cara en logotipo, ha convencido a 1.245.948 votantes que le han supuesto 5 escaños. Efectivamente un resultado espectacular por inesperado. Ha sido lugar común en las crónicas al respecto el enorme mérito que tal desenlace representa al ser ésta una formación de apenas cuatro meses de vida y con muy escasos medios. Sí claro, y un jamón con chorreras. El ahora líder supremo comenzó su carrera pública en abril de 2013 como tertuliano en el programa El gato al agua, de la extinta Intereconomía TV, para al poco recibir amparo en Atresmedia y Mediaset y, demostrando un poder de ubicuidad que ni San Juan Bosco, tirarse de campaña electoral más de un año en horario de mañana, tarde y noche. De modo que en este año largo y denso de consignas y matracas ha dispuesto de muchas más horas en televisión que todos sus contrincantes juntos. De escasos medios, nada, monada. Y si, a mayor abundamiento, sólo una de estas empresas de comunicación ha logrado que el bodrio de una analfabeta esté durante varias semanas entre los 10 libros más vendidos en España, ¿cómo entre las dos no encumbrar políticamente, siquiera sea en un montículo, a un profesor universitario populista e inteligente? La mercadotecnia capitalista, por zafia e interesada que sea, es lo que tiene. Después, para rematar la faena y conseguir más votos, el muy cuco ha adoptado el mismo artificio de birlibirloque que utilizó Rajoy: elaborar un programa electoral que dé satisfacción a los anhelos de la gente, por mucho que sea imposible de cumplir y, en el caso que nos ocupa, cubrir los huecos con diatribas anticapitalistas y eslóganes revolucionarios “ad hoc”. Al fin y al cabo, la cuestión es rellenar páginas con aquello que los posibles votantes quieran oír y, así, cubrir el expediente. El voto a la talega, las palabras al viento y luego, si acaso, a lo mejor ya veremos, suponiendo que...


Y, “afuera aparte”, espero que el nuevo tótem de la nueva izquierda española, en esta nueva etapa, descubra que una ducha utilizando un buen champú-gel no es claudicar a las tentaciones del capitalismo salvaje ni seguir los dictados de la odiada Troika. Y ponerse ropa limpia no es de burgueses. Es sólo cuestión de higiene y respeto a los demás. Será una chifladura de las mías pero cada vez que lo veo me da la impresión, por la falta de limpieza exterior que me transmite, de que su calzoncillos deben andar con más pegotes que el papel de una magdalena. O sea que ese momento Divinity que, según propia y sonrojante confesión del interfecto, le proporciona la crema con la que se unta después de ducharse, pues eso, que lo disfrute a diario. Porque además de sentirse ledo, seguro que lucirá “divino de la muerte”.

sábado, 24 de mayo de 2014

DISLATES EN LAS REDES

Finalizaba mi artículo de la semana pasada hablando de la “España profunda” que anida en las redes sociales, de la idiocia y la indigencia mental que destilan muchos de los comentarios que pueden leerse en ellas y, por último, de la increíble capacidad que tienen bastantes de sus usuarios para acumular un buen número de faltas de ortografía en apenas dos frases mal hilvanadas. Esta última lacra no es privativa de ningún estatus, que ahí meten la zanca tanto Agamenón como su porquero, con una contumacia tan recalcitrante que hace imposible pensar que tanta metedura de pata lingüística pueda ser producto de una causa que no sea otra que la ignorancia más supina. Si esto es disculpable en personas que, por circunstancias de la vida, no han tenido la posibilidad de formarse siquiera mínimamente porque primero es el pan y después la letra o, incluso y allá ellos, porque prefieren el botellón a Delibes,  resulta del todo impresentable en otras a las que vemos y oímos en tertulias y foros diversos   pontificar sin rubor sobre lo divino y lo humano para después, también sin rubor, hacer los mismo en las redes al tiempo que cocean ortografía y sintaxis como mulos resabiados.

El último ejemplo de esta paradoja sangrante entre teórica formación e ignorancia lo tuve días atrás, en que mantuve una breve conversación “tuitera” con un licenciado en Historia por la Universidad de Córdoba y sin embargo ignaro, al que las tildes en los pronombres interrogativos y la apertura de los signos de
interrogación debían de producirle urticaria, porque huía de ellos como de la peste. En su segunda respuesta mutilada lo dejé por imposible y allá que chirriara él solo con sus carencias. Y hablando de templos del saber (si el abad toca a maitines, qué no harán los demás monjines) aquí mismo, en la UEX, algunos correos internos finalizan advirtiéndonos de que los acentos han sido suprimidos de manera intencionada, con lo que tratando de huir de los errores se cae de lleno en ellos con regodeo; y, a mayor abundamiento, siendo ella  esclava como otras tantas universidades españolas de los programas de gestión de la Oficina de Cooperación Universitaria (un tinglado del que habré de escribir algo) nuestros sabios gestores nos indican que suprimamos las tildes a la hora de introducir datos, por ese mismo afán preventivo de que todos formemos parte de un lote que nos iguale en el analfabetismo. Como es normal, muchos funcionarios hemos hecho caso omiso a semejante idiotez.


Además de esa patulea, perenne telón de fondo en todo muro o perfil que se precie, y a raíz del asesinato de Isabel Carrasco, se ha hecho más visible la horda de desaprensivos que, generalmente escondidos tras la cobardía del anonimato, vomitan sus bilis hasta inundar la red con comentarios en los que aplauden y jalean los asesinatos, hacen escarnio de las víctimas o piden, como tras las derrota del Real Madrid frente al Maccabi, gasear judíos de nuevo. La podredumbre moral que emanan estos psicópatas no tiene justificación y, además, nuestras leyes contemplan las medidas punitivas que deben aplicarse, bien de oficio por la Fiscalía, bien tras la denuncia de damnificados, cuando existan conductas antisociales tipificadas como delito. Aplíquese la ley con el mayor rigor y punto. A ver si con el pecado de estos indeseables vamos a cargar también con la penitencia de una caza indiscriminada contra la libertad de expresión, sin tener en cuenta que sentir odio, en sí mismo, no es delito, aunque pueda ser el móvil que lleve a cometer toda clase de crímenes. El tándem de los dos ministros sacristanes, Fernández y Gallardón, más parece encaminada, por lo oído y dadas su tendencias meapilas y evangelizadoras, a la represión del sentimiento que al castigo de la transgresión. Capaces son de querer convertir las redes en una sucesión de jaculatorias y preguntas trampa del Catecismo del Opus Dei. Y al pecador, a más de cárcel, cilicio.


A nivel doméstico también contamos con un paladín de las buenas maneras y la corrección. Al olor de la sardina ha subido a la palestra extremeña el Sr.Manzano, presidente de la Asamblea y, por tal, primo de su chófer, al que he visto en un video editado por el ente que preside en el que, además de dejarnos constancia una vez más de sus carencias retóricas, y aparecer arregladito como para ir de boda y huero como un palomo buchón diciendo que “una de mis atribuciones, de mis competencias es, también, el respeto, el decoro entre parlamentarios y también hacia los parlamentarios”, y ante la deriva observada en las redes sociales “en contra del decoro, en contra del respeto, en contra de la consideración entre parlamentarios, hacia parlamentarios y de parlamentarios hacia ciudadanos también”, nos anuncia que no tiene más remedio que tomar medidas para tratar de corregir tanto desmán. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo porque habrá que recordar que este señor, dando muestras de una sensibilidad confusa, estrenó su cargo demandando por amenazas a una bloguera que, en pleno uso de su libertad y de su chispa, ironizó sobre el parentesco que mantiene con su chófer. De modo que ahora, ya crecido y consolidado en su cargo, no sé lo que este portento, en su maremágnum conceptual, puede entender por decoro, respeto y consideración. Lo veo repartiendo el Manual Moderno de Urbanidad de la Editorial Edelvives entre los diputados y el pueblo en general para marcarles el límite de sus expansiones. Yo, por mi parte y como diría Juncal: “Paso de abejarucos”. Seguiré escribiendo según mi libre albedrío, sólo al dictado de la libertad y de la independencia que, siendo mías, este diario sigue amparando como suyas.

sábado, 17 de mayo de 2014

LA ESPAÑA PROFUNDA


El horrible crimen de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León, ha conseguido descolocarme, por enésima vez, con la evidencia de que en cabezas en principio consideradas bien amuebladas, puede anidar una zona oscura que acumule más podredumbre que un osario. “Personas normales, completamente integradas en el pueblo”, como decía un vecino de las presuntas asesinas, que, inesperadamente, actúan de una forma irracional en la que el rencor ciego, si se me permite el pleonasmo, nubla cualquier intento de entendimiento. Hasta transformar la pasarela sobre el río Bernesga en escenario de la barbarie para, arrebatándole su simpleza funcional, estigmatizarla de por vida con la sangre de la víctima. La técnica cobarde y sañuda utilizada en éste asesinato me ha recordado a la utilizada por la ETA en muchos de sus atentados: Primero tiro en la nuca a corta distancia para después, con la víctima ya abatida, descargar el cargador sobre su cuerpo inerte. Tampoco en el móvil encuentro diferencia entre los bolinagas vascos y esta desquiciada, porque en ambos casos ese móvil no es otro que el odio asumido como razón de vivir y como pretexto coherente para matar, aunque aquellos en su vesania ideológica y ésta en su obsesión maternal los disfracen de lucha política o de justicia retributiva. Técnica y motivo van de la mano hasta mimetizarse. Y el tratamiento en ciertas cadenas de televisión ha sido vergonzoso, con un regodeo y una satisfacción en el morbo y la truculencia que me han parecido repugnantes. Parece que, en este sentido, este país va camino de la estética Sálvame sin remedio.

Este hecho lamentable también ha venido a demostrar que el concepto manido e interesado de la “España profunda”, ese paradigma de la excrecencia social compuesta por individuos antisociales y de instintos primarios, no es sólo patrimonio de Extremadura (como de forma machacona y falaz  trataron de convencer los medios cuando ocurrieron los sucesos de Puerto Hurraco) sino que puede vivir en cualquier parte, pequeño pueblo o ciudad. Porque la oscuridad no está en el aire, está en las personas. ¿En qué se diferencia la presunta asesina de León de los hermanos Izquierdo sino es tan sólo en la imagen, cargada de prejuicios, que hemos percibido de la una y de los otros? Ellos como unos prehomínidos con traje de pana, medio analfabetos, fotografiados hasta la saciedad en su detención con rostros desencajados y huraños en medio del campo, actores de una venganza rumiada durante años; ella como una mujer elegante, esposa de un comisario de policía, con una hija ingeniero de telecomunicaciones, integrada en la vida social de León, presunta autora de una venganza rumiada durante
años. ¿Dónde está el matiz que separa la sombra de la luz? Y mientras escribía líneas atrás (el bendix a veces me funciona y se anticipa)  he recordado Arde Mississipi, magnífica película de Alan Parker que, basada en un hecho real de 1964, nos habla del asesinato cometido por el Ku Klux Klan, en el sur profundo de Estados Unidos, de tres activistas de los derechos humanos. Y, arrimando el ascua a mi sardina y comparando situaciones,  la lógica me obliga a una interrogación retórica: ¿Qué es la ETA sino un Ku Klux Klan con ínfulas de ejército de liberación? Lo tienen todo en común porque las dos organizaciones son nazis, son racistas y son asesinas. Repito, ¿dónde está el matiz que separa la sombra de la luz: en la pana, en la ikurriña, en la vida social?


Pero, definitivamente, si queremos encontrar de verdad la España profunda, esa que puede sorprendernos en su idiocia y su indigencia mental sin dar siquiera tiempo a respirar, la verdadera esencia del desparpajo inconsciente y la burrada con mitra, no hay nada como las redes sociales. Ahí pulula un enjambre de indocumentados, unos nominales, otros anónimos escondidos tras sobrenombres muchas veces estrambóticos y desconcertantes, que ni te cuento Calleja, que tú tienes más que yo. Nunca he leído tantas idioteces seguidas como en ellas. Y, lo que es peor, no he sido testigo jamás  de tantas faltas de ortografía por centímetro cuadrado como ahí.  Incluso de las cometidas por algún opinante de primera línea que pontifica entre tildes ausentes y dislates sintácticos. Para este tipo de personas que, en vez de opinar, dogmatizan al tiempo que patean la gramática, tendría que resucitar La Codorniz, ser encerrados en su “cárcel de papel” durante tres meses y un día, y obligados, durante ese tiempo de condena, a aprenderse el Manual de ortografía de la RAE.

sábado, 10 de mayo de 2014

EL MUERTO VIVO

El pasado martes Guillermo Fernández Vara publicó una foto en su cuenta de twitter en la que posaba como sin querer ante un tocho de folios, su mano derecha sobre la frente sujetando un bolígrafo, con cara de concentración, aplicadito y serio. El pie de foto era escueto aunque contundente: “Hoy toca preparar el debate sobre el estado de la región”. No sé de quién sería la idea, ni con qué intenciones, aunque me figuro que se haría con el propósito de que la ciudadanía extremeña, al menos la usuaria de redes sociales, adquiriera conciencia de que el jefe de la oposición trabaja como el que más y que, horas antes del inicio de sesión tan trascendental, estaba haciendo las tareas. O sea, que estaba cumpliendo con su obligación. El asunto me resultó ridículo, con un tufillo a deseos de autojustificación, o a complejo de inferioridad, o a un afán de demostrar lo evidente, que a mí me produjo el efecto contrario al presumiblemente buscado porque me sonó a “excusatio non petita...”.  Lo vi como una cursilería improcedente, mezcla de lucecita de El Pardo y florido pensil. Y la verdad es que me hizo albergar pocas esperanzas de lo que podría dar de sí cuando al día siguiente le tocara intervenir porque me transmitió, no sé por qué,  sensación de inseguridad y apocamiento.

Esa tarde, con la actuación de un Monago bronceado y radiante (algo “cara-papa”, también), sobrado de sí mismo, más seguro y asentado que el año anterior, esdrujuleando con énfasis hasta los monosílabos como si fuera a quedarse a vivir en uno de ellos, con un discurso rotundo y bien estructurado, un inteligente manejo de las cifras y un dominio del escenario eficaz, pensé que el líder socialista tendría que esforzarse mucho porque el listón estaba alto y, por las imágenes que había visto en televisión, no lo presentía con espíritu guerrero, encogido y pálido como estaba en su escaño. Cuando en la mañana del miércoles Vara subió al estrado, demudado y vacilante, y soltó una perorata monocorde salpicada de titubeos, bien creí que el debate estaba muerto y a punto de ser enterrado, porque al alarde pirotécnico y trompetero del presidente, colorido y salpicado de numerosas pompas de jabón vacuas pero atractivas y de eslóganes populistas que dejaban sin espacio ideológico al adversario, éste había respondido con apenas una ristra de mistos restallones de a perra gorda y una carraca desvencijada. De modo que bien creí que la suerte estaba echada y sólo nos quedaba asistir a las exequias del debate y, posiblemente, de la carrera política del dirigente socialista.



Me equivoqué de cabo a rabo, porque el presunto muerto resultó estar muy vivo. Cuando le llegó el turno de contrarréplica, cambió los mistos por una traca de petardos supertruenos y, escudándose en el rechazo a su oferta de colaboración, presentó la moción de censura que todos conocemos. El estruendo cogió desprevenidos y sembró el desconcierto entre políticos ajenos a la trama, invitados, periodistas y personal de la casa en general. Y dejó algunas caras en el hemiciclo dignas de ser poetizadas. Yo no sé si la propuesta venía amasada desde el laboratorio rubalcabiano o se fraguó mientras le hacían a Vara la foto de marras; tampoco sé si fue meditada o producto espontáneo de un berrinche; ni siquiera sé si será aprobada o rechazada porque, parafraseando a Vujadin Boskov, habrá que decir que “política es política” y, en esos terrenos de juego, quien hoy te abraza mañana puede apuñalarte sin mudar el gesto. Pero todo eso, en cualquier caso, me parece intrascendente, porque no creo que Vara la haya presentado pensando en ganarla, por la sencilla razón de que ya ha ganado presentándola. ¿Alguien se acuerda del debate sobre el estado de la región anterior y de lo que en él dijo Vara? Yo he tenido que repasar la hemeroteca para ponerme al día del año pasado. ¿Cuántos medios de comunicación no extremeños dieron cuenta de su intervención?  Pocos tirando a ninguno. Sin embargo en estos dos días ha acaparado más titulares, ha sido nombrado en más telediarios, realizado más entrevistas y protagonizado más debates que en los últimos siete años. Lo dicho, el muerto ha resucitado y lo ha hecho con una vitalidad que ni que anduviera atiborrado de Fosglutén. Y la semana que viene, más. Con la ventaja añadida de que juega en casa, porque él es el protagonista, él quien desgranará su programa de gobierno, y a él al que tendrán que replicar los unos y dar explicaciones de su apoyo o rechazo los otros. De manera que, de entrada, la victoria es suya. ¿Que sea una victoria pírrica y al final obre en su contra? Pues quizás. Pero que le quiten lo bailado y lo que ha hecho bailar a los demás, sobre todo a IU y PREX, que ahora no es que tengan que fotografiarse, que bastante los están ya, es que tendrán que esculpir en mármol su decisión, sea ésta un también porque antes sí, o un no aunque antes sí.


En cualquier caso, la presentación de esta moción de censura por parte del PSOE me parece, cuando menos, inoportuna. Si triunfa porque, en las fechas en que estamos va a dar lugar a un interregno administrativo estéril; si no, porque abrirá (si no las ha abierto ya) heridas muy difíciles de restañar. En cualquier caso, la única perjudicada será Extremadura, ese ente de razón en cuyo amor unos y otros se amparan para disimular sus ansias de poder que, en el fondo, es lo único que les mueve.

sábado, 3 de mayo de 2014

LA BANALIZACIÓN DEL MAL

En el año 1963, la filósofa judía de origen alemán Hannah Arendt publicó el libro Eichmann en Jerusalén.Un informe sobre la banalidad del mal. En él se hacía un estudio sobre el jerarca nazi, uno de los principales ejecutores del proceso de exterminio llevado a cabo contra el pueblo judío por Hitler, que fue secuestrado en Argentina por el Mossad y trasladado a Israel en 1960, juzgado y condenado en 1961 y ahorcado en la prisión de Ramla, cerca de Tel Aviv, en 1962. Arendt, ya nacionalizada estadounidense, fue enviada a cubrir el juicio contra el genocida por la revista The New Yorker, lo que le sirvió para escribir este libro que suscitó todo tipo de controversias, entre otros motivos, precisamente por esa expresión acuñada en el título y ya convertida en frase hecha, “la banalidad del mal”, al referirse a las razones que llevaron a Eichmann a actuar de la forma en que actuó. Para ella no fueron las de un monstruo racista y antisemita, las de un criminal depravado y sistemático poseído por el odio, sino las de un burócrata frío y competente con ansias de ascender en su carrera, ideológicamente neutro, que se limitó a cumplir las órdenes recibidas de la manera más eficaz posible. Esa eficacia aséptica le hizo pasar de soldado raso a coronel en tan sólo 13 años. El propio Eichmann declaró a este respecto en el juicio: “No perseguí a los judíos con avidez ni placer. Fue el gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, sólo podía decidirla un gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia”. Y Arendt, quizás basándose en declaraciones como ésta, nos explica el intríngulis de su famosa frase: “Eichmann no era Macbeth. A excepción de una diligencia poco común por hacer todo aquello que pudiese ayudarle a prosperar, no tenía absolutamente ningún motivo...”  para organizar de forma exacta y sistemática todo el sistema de deportaciones de judíos camino de la muerte.

Viene esto a cuento de la película, graciosísima según parece, que anda ahora en ojos y boca de tanta gente,
batiendo récords de espectadores y risas, cual es 8 apellidos vascos, que me ha recordado, por aquello de las gracietas y el buenismo engañoso, a aquella otra galardonada con Oscars, Césares, Baftas y demás, y protagonizada por ese caricato histriónico (también oscarizado) que es Roberto Benigni, titulada La vida es bella. Cuando vi esta última pasé un par de horas verdaderamente estomagantes. Me pareció eso, una banalización del mal, un acercamiento al horror del nazismo y de sus campos de exterminio realizado bajo un prisma de gracieta ligera que trivializaba la tragedia. La primera parte no pasaba de ser una comedia mediocre llena de tópicos pretendidamente deslumbrantes, y la segunda un pastiche irritante en donde lo dramático no era más que unas cuantas píldoras, debidamente dosificadas, de mermeladina sensiblera. No dudo de las buenas intenciones del bodrio pero, de haberlas, creo que fallaron estrepitosamente.

8 apellidos vascos viene a utilizar la misma técnica, la de exagerar la anécdota para ocultar la categoría, caricaturizar lo anecdótico hasta el esperpento para difuminar una realidad nada amable. Todo se reduce a una sucesión de “sketchs”, corta y pega del programa televisivo Vaya semanita, no siempre bien hilvanados, que a veces me recordaban a las películas de Pajares y Esteso o a la sal gorda de Los Morancos, sobre la idiosincrasia, en el fondo bonachona y peripatética, del radicalismo nacionalista vasco, (ellos hablan de la Euskadi profunda), al que simplifica hasta dejarlo en una actitud folklórica y cateta y, lo que es peor, en el fondo inofensiva. Una pésima imitación a la inversa de una, esta sí, excelente comedia francesa como “Bienvenidos al norte”. Cansinamente publicitada por el grupo multimedia que la ha coproducido, este bombardeo terco ha conseguido el fin que se proponía porque la cinta ha batido marcas de recaudación desde su estreno, alcanzando un éxito parangonable al libro “Ambiciones y reflexiones”, de la escritora revelación de la temporada, Belén Esteban, portento también protegida del mismo grupo. Lo que ocurre es que la realidad que se vive en el País Vasco no creo que pueda ser objeto de vodeviles más o menos chistosos. ¿Qué es lo que se ha pretendido con esta película? Quizás algo parecido a lo que perpetró Jordi Évole, ese nuevo gurú del periodismo verdad, frivolizando sobre el golpe del 23F.


He leído alguna crítica alborozada, no sé si interesada, que saludaba a la película como un ejemplo sano de la capacidad que podemos llegar a tener de reírnos de nosotros mismos. Pero hay risas que pueden ocultarnos, de una manera perversa, una realidad que tiene muy poco de graciosa. Y hay situaciones de las que no se pueden extraer bufonadas. No sé que pensarán los cientos de miles de vascos exiliados, o las miles de víctimas con las heridas aún abiertas, o los residentes, metecos o no, acosados y señalados  allí por los acérrimos del vasquismo y del RH, de esta representación risueña de la causa de sus desdichas. Puestos ya a hacer películas con ínfulas antropológicas y arcangélicas, podrían haber filmado como figurante a Bolinaga chiquiteando, debajo de su boina mayestática, con sus colegas etarras excarcelados por Estrasburgo. Hubiera quedado muy propio, dando una imagen oportunísima de normalidad democrática. Ahora, como antes, tampoco dudo de las buenas intenciones de nadie aunque, conociendo el paño, confieso que esta vez lo digo con menos convencimiento. A cambio de mi buena disposición, vuelvo a Arendt y hago mía una frase suya que resume mi opinión sobre el tema: “La maldad y la necedad son planas, las dos carecen de profundidad intelectual”.