jueves, 28 de julio de 2011

PENTECOSTÉS

El día de Pentecostés, quincuagésimo después de la Pascua, celebra la Iglesia Católica la venida del Espíritu Santo, en forma de lenguas de fuego, sobre los Apóstoles. Eso transformó a estos hombres analfabetos, toscos y pusilánimes infundiéndoles valentía, libertad y el don de la glosolalia, pudiendo así llevar a cabo la evangelización de los gentiles, en lo que se considera el inicio de la actividad de la Iglesia. Me ha venido este recuerdo de la infancia, siempre unido a la imagen del cuadro de El Greco que ilustraba el portento en el libro de Edelvives “Historia sagrada”, después de ver la renovada imagen del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de España, digo, desde que es candidato. Porque, oído el discurso inaugural y siguientes ante sus apóstoles, sacristanes y monaguillos, yo creo que él también ha pasado por su propio Pentecostés laico, corregido y aumentado el original, dándome la sensación de que, en su caso, la trayectoria ha sido a la inversa, que en vez descender sobre el individuo el influjo milagroso de algún ente sobrenatural, ha sido abducido por éste, limpiado de toda impureza, imbuido de una especie de agnosia curricular, y devuelto entre los mortales, transmutado en una mezcla de Fray Gerundio de Campazas y “el cansino histórico” de José Mota, con clarividencia de chamán, impoluto e inmaculado como el “agua límpida maravillosa” del boticario Fidencio Barrenillo y cargado de remedios con los que resolver todos los problemas de esta España cascarriosa. Se fue siendo simplemente Alfredo, mientras subía pasó a Alfredo P. Rubalcaba y volvió de la transfiguración como Rubalcaba, lo que siempre había sido y que, aunque parezca lo mismo, no es igual. O sea, un “sí pero no”, como decía aquél.

Si un enfermo hubiera despertado estos días después de 30 años en estado de coma, no podría imaginar que este “ungüento Pallesqui” hecho hombre de ademanes delicados y afán didáctico, con solución para todas las llagas y laceraciones que sufre el país, sea el mismo que durante las dos últimas legislaturas acompañó, como fiel escudero, a ese azote de la inteligencia y del sentido común que nos ha gobernado y nos gobierna, apoyando sus dislates y colaborando en el desastre desde su cargo tripartito; que este caballero de aspecto beatífico y estar sosegado, con una biografía espesa y cargada de sombras, sea ahora el paradigma de un futuro luminoso para todos. Afortunadamente no hemos estado en coma, aunque a veces diera esa impresión, y no es posible tragarnos un brebaje que, siendo veneno, pretende ser antídoto; creernos un mañana brillante que es ayer oscuro, o dejarnos engañar por la apariencia de hombre nuevo de alguien tan añejo y astroso como el que nos ocupa. Me enervan sobremanera las películas de viajes en el tiempo, esas en las que el protagonista puede encontrarse con su madre preñada de él mismo o a su abuelo con menos años de los que él tiene. Tampoco soporto la palabrería de la cocina de autor, puro oropel para ocultar vacuidades y clavadas, como si el nombrar los platos de siempre con términos rimbombantes les cambiara el sabor. Y hete aquí que en este Rubalcaba confluyen ambas circunstancias para mí irritantes, pues es un regreso al futuro, una salida al pasado, un oxímoron, por contumaz, deconstruido hasta el pleonasmo.

La verdad es que resulta grotesco, como de culebrón venezolano, verlo aparentar, con una seguridad impostada, el rol de personaje limpio de toda culpa, acarreando una colección increíble de parches, sinapismos, emplastos y cataplasmas con los que ahora pretende curar las descalabraduras que él mismo nos produjo, maestro Ciruela que pregunta y se responde arquetípicamente, dando lecciones de moral política y consejos de corrección versallesca, con la lengua ígnea de la sabiduría infusa no ya sobre su cabeza, sino rodeándole como una aureola purificadora capaz de borrar toda una trayectoria anterior, a veces siniestra, tantas otras pantanosa. Si la Ley de la Memoria Histórica, ese bodrio demagógico y maniqueo que se sacó de la axila el suricato inane, sirviera para algo más que para desenterrar rencores, debería aplicarse para desenmascarar a este embustero de libro que ahora va de hombre cabal, a este cómplice de que los etarras estén en las instituciones vascas mientras alardea de ser un incansable luchador contra el terrorismo, a este Jano peligrosísimo que alardeó, siendo Ministro del Interior, de su “ventaja de saber todo de todos” y ahora habla de juego limpio. Si este personaje empercudido de pasado es el futuro de PSOE, aconsejaría al PP e IU que desempolvaran a Fraga y a Carrillo para competir con él en las próximas elecciones que, como dice el refrán, “de puta a puta, San Pedro es calvo”.

En fin, ahí tenemos ya, en plan superestrella, a este reinventado Alfredo P. Rubalcaba. No con P. de populista, ni de pelmazo, ni de pestilente, ni de pérfido. Quita, quita. Como decía al principio, con P. de Pentecostés. Pues, que quieren que les diga, ¡bendito sea Dios!

sábado, 9 de julio de 2011

CAYOLARA, BABY

“Abandonad toda esperanza”, figuraba en el frontispicio del infierno de Dante. No puede haber mensaje más descorazonador y más contundente. Y, en estos últimos, al menos, veinte años, no es que yo me sintiera en algún infierno, pero bien es verdad que había abandonado toda esperanza de que la política en Extremadura fuera algo vivo. Parecía que la región había entrado en una siesta modorra y pegajosa, enganchada a una noria cansina que no propiciaba sorpresas, una rutina aburrida. Cada cuatro años, con motivo de las elecciones autonómicas, asistíamos a un recalcitrante “déjà vu”. Se sabía de antemano lo que iba a pasar, se repetían discursos y promesas, las mismas mentiras y el mismo resultado. La red de clientelismo y miedo que se iba formando año tras año, la idea patrimonialista del poder marcada a sangre y fuego en esta casta de caciquillos de tres al cuarto, contribuía a encastrar al partido político dirigente en un sistema cada vez con más telarañas, cada vez oliendo más a rancio, más a régimen. Tan es así que no me hubiera sorprendido que, en un momento concreto, nombraran consejero de algo a Solís Ruiz o en la Asamblea se apareciera, como por ensalmo, “el espíritu del 12 de febrero”, de añejo que sentía esta suerte de inmovilismo pertinaz.

Pero hete aquí que el día 22 de mayo todo cambió como de la noche, que parecía interminable, al día. De tal manera que en este mes largo ha habido más vida política en Extremadura que en los últimos 25 años de paz. El PP ha ganado las elecciones porque, qué cosas, 32 son más que 30 por culpa del derechón cavernario de Pitágoras, y los vetustos cimientos que algunos paniaguados creyeron eternos vinieron abajo con estrépito, y fue el llorar y el crujir de dientes en las huestes otrora altivas, sectarias y prepotentes y ahora temosas, incrédulas y desconcertadas. Algunos mandilones, viendo sus prebendas volar, se aferraban a la idea de una mayoría de izquierdas y trataban de presionar histéricos con argumentos tan falaces como demagógicos. Sabiendo que de los 3 escaños de IU dependía, si los apoyaban, el seguir disfrutando de sus canonjías, procuraban ahora dorarles la píldora envenenada. Al mismo grupo político que, durante estos años, han despreciado, humillado y atracado y del que, en su momento, algunos miembros huyeron de forma vergonzante y desleal para subirse al carro del pienso. Y todo este teatro lastimoso y cínico bajo el manto protector de una supuesta cercanía ideológica. Vaya y por poner un ejemplo, si alguien es capaz de demostrarme que un hombre vacuo y carente de ideas como ZP es capaz de tener ideología, me comprometo a dedicar mi vida y hacienda a tratar de conseguirle si no el Nobel, que nos queda muy lejos, sí al menos el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, porque tal descubrimiento haría que tuvieran que replantearse todas las leyes fundamentales de la lógica, la física y las conjunciones planetarias, como poco. Si encima es capaz de demostrar que esa ideología, si la tuviere, es de izquierdas, no tendría más remedio que, además, invitar a este portento a unas cañas y una ración de carrillada ibérica en el Bar Deportivo de mi amigo Manuel. Y “si el abad toca a maitines, qué no harán los demás monjines”. Pues eso, a buenas horas sacan estos camastrones a relucir la ideología. Se necesita ser desahogados. El oírlos es más chocante que oír a La Veneno hablando de urbanidad. Pero bueno, es que el ansia viva y de supervivencia en el machito es lo que tiene.

Y si estos pocos días han sido intensos, me imagino que la legislatura en la que ya estamos tendrá momentos apasionantes o, en cualquier caso, novedosos. Ver al PSOE en la oposición, porque los votos han dictado que no lo quieren gobernando, es algo inédito y regocijante en nuestra región, una bocanada de salud democrática para un enfermo que parecía en prolongada fase terminal, siempre en el sopor del agonizante. Y con el PP sin mayoría absoluta, mejor que mejor, que así se evitan tentaciones de caer en el nepotismo despótico sufrido. Y si IU en Extremadura sigue en el papel coherente y honrado que ha jugado hasta ahora, estos cuatro años pueden dar mucho de sí. A punto hemos estado de no poder disfrutarlo por la actitud tozuda de Cayo Lara, que giró visita a estas tierras como un sátrapa visita sus dominios, con las orejeras puestas y la actitud rígida y dogmática típica del estalinismo, acompañado de una corte o cohorte de salivillas que trataron de meter en vereda a los súbditos presuntamente díscolos. Este papel de perrillo faldero del PSOE iniciado por Llamazares parece un estigma que persiga a los dirigentes actuales de la coalición. Y todo desde la visión ignorante que da la distancia. Él sigue en sus trece monolíticas queriendo abrir expediente a nuestros tres. Pues bueno, aquí estamos para, en su momento, echarles una mano. Siquiera sea testimonial. Y al tal, parodiando a Terminator, habría que darle la despedida que popularizó el androide: “Cayolara, baby”. Pues eso. Y buen viaje tenga usted.