viernes, 26 de junio de 2009

PALÍNDROMOS

3.

No es la infancia, es su ausencia
quien viene y se pregunta por aquellos que fueron.
Dulce puñal que atraviesa
la tarde. Canas de una tristeza que ya es otra,
temblorosa canción,
constancia de unas manos
que aún socorren en el momento absurdo
en el que el sueño es sólo despertar.

A quién pido perdón por el niño que he sido
y sigue estando
cuando la tarde es sol de otras mañanas.
A quién agradezco estar en nada que ya exista
para volver
mientras descorro, ilusionado, ese velo que despierta al silencio
del silencio,
trémula inundación de este vacío pletórico de ayer.
Se difumina el tiempo. Se confunde.
No sabe ya si ha sido o si será
de nuevo.

Obstinada, la noche se anticipa
y deja sin respiro a la luz que aún hubiera,
oscuridad de intentos por mis ojos,
luz sumisa que enjuga desconcertadas lágrimas,
nostalgia.

viernes, 5 de junio de 2009

PALÍNDROMOS

2.

Viene y va el aire de esta tarde. Como si su abanico
siguiera enmascarando mis tristezas. Vengo a dudar.
No sé la dirección de este camino.
Abril es soledad, así la vida me enseñó a vivirlo.
Pero es octubre. Qué hago yo aquí
apenas consolado por su aroma,
en agridulce estar, en ida y vuelta,
sin saber si he de quedarme quieto
como un muerto que espera su sonrisa
o andar hacia el encuentro del absurdo.
Quizás haya en la vida algún momento
en que el andar se vuelva retroceso
y me ha tocado a mí sentir ahora
esta perplejidad del sol que anda en los ojos
de un ayer de ahora mismo y tan lejano.

El olor de esta luz. Debe ser eso.
Porque las luces tienen sus olores
como la oscuridad tiene su tacto.
Igual que la distancia tiene encuentros.

En esta tarde, círculo de sí misma,
viene al aire y se va,
tierno sorbo de luz que huele a vida de otras vidas
y se atraganta en medio del recuerdo.
Es culpa mía, lo sé,
tanta angustia de ser, desasosiego de este
andar siempre hurgando entre presencias
que fueron otros sueños, otras tardes
con este mismo olor que ahora yo siento.