El lunes, 11 de enero, a las 14:06:45, ‘obituarios@hoy.es’ se pone en contacto, vía correo
electrónico, con el gerente de la Universidad de Extremadura, y le solicita un
texto de 350 palabras, más o menos, y una fotografía de Francisco Javier Blanco
Nevado, vicegerente de la UEx fallecido a finales de diciembre de 2020, al que
el periódico también quería homenajear.
El domingo, 17 de enero, a las 11:40, el gerente de la UEx
contesta al HOY enviando el texto, (que yo escribí a petición de la universidad)
y la fotografía que el HOY solicitaba.
El viernes, 22 de Enero 2021, a las 11:59:51, ‘obituarios@hoy.es’
agradece al gerente de la UEx el envío, pero le comunica, lamentándolo, que el servicio de obituarios que prestaba Diario
HOY se ha suspendido provisionalmente por orden de la empresa...
Y esta es la historia oficial del asunto, vía correo electrónico. Por mi parte y para
dejar constancia, publico a continuación lo que escribí y que cada palo aguante
su vela:
OBITUARIO DE
FRANCISCO JAVIER BLANCO NEVADO
«Francisco
Javier Blanco Nevado falleció en
Badajoz, (ciudad en la que había nacido el 15 de agosto de 1960), el pasado día
1 de diciembre. Diplomado en Profesorado de EGB
desde noviembre de 1980, su comienzo laboral en la Universidad de
Extremadura fue en 1983, contratado como Auxiliar Administrativo. A partir de
ahí, y ya como funcionario de carrera, inició un itinerario profesional
ascendente y variado hasta que en enero de 2004, al ir como Gerente en la
candidatura a Rector de Francisco Duque,
que fue la ganadora, ocupó dicho puesto cimero hasta diciembre de ese año, del
que, quienes podían hacerlo, lo “desocuparon” por razones que ellos saben y no
dicen, u otras distintas que yo también creo saber y, llegado el momento, quizá
diré. Ese mismo mes volvió, con su dignidad intacta, a la jefatura del Servicio de Gestión Económica, Contratación y Patrimonio. Hasta que en abril de
2019 fue nombrado, por el nuevo equipo rectoral de Antonio Hidalgo, Vicegerente (Vicerregente
para 'La Peña del Rincón') de
Asuntos Económicos, que es el cargo que ejercía al morir.
Y,
hasta aquí, lo que he creído que debía decir, más o menos de manera oficial o
así, de su currículo administrativo. Detallarlo hubiera sido endilgarles una
relación aburrida de cargos y fechas de la que, a mayor abundamiento, no
estaría seguro de que fueran los que ocupó, ni tampoco de las fechas en las que
pudiera haberlos ocupado. De lo que sí estoy convencido es de que a él, a Javier, ese currículo, aunque le
importara en su trabajo y porque era su trabajo, no era lo que le hacía ser en
la vida. Tenía, sin duda, otras prioridades. Y pese a que, en cualquier caso,
sus afanes vitales fueran otros, su carrera profesional fue, sin duda,
paradigmática. Y lo digo no sólo por su trayectoria amplia y heterogénea de
casi 40 años, sino porque no he conocido a nadie que, como él, dominara los
intríngulis de la administración universitaria en la que trabajó y a la que se
entregó de manera honrada y generosa. Y es que su trabajo en ella y la visión
global del mundo en el que se movía, hacía que supiera bastante más de él que
lo que pudiera saber la jarca engolada de advenedizos que pululaban por
despachos y pasillos para dejar constancia de sus ansias de escalar y, en algún
caso, si ya escalado, de su supina ignorancia. Por mi parte, tras mi ingreso en
la UEx y mi posterior reingreso, tuve la suerte de tenerlo como jefe. Un jefe
siempre dispuesto a ayudar, resolver dudas y soportar berrinches. Y su trato y
su conocimiento del cotarro fue un lujo del que disfruté hasta mi jubilación en
el año 2017. Y del que seguí disfrutando, como amigo, hasta su temprana muerte.
Para terminar diré que el DRAE define bonhomía de una manera que es como si
hubiera querido describir su forma de ser:
Afabilidad,
sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. Desgraciadamente esta definición, siendo verdad,
se queda demasiado corta para abarcar cómo era. Y también diré, al compás de
mis lágrimas amigas, algo que ya le dije tras su muerte: Tendré que
mantener con vida los recuerdos y, con recuerdos, soportar la vida... Cuando nos
dé la murria, si quieres, hablaremos de nuevo en este sueño nuestro.
Quimérico y callado, no lo dudo, pero nuestro, Javier, amigo mío. Palabra de misántropo afligido».
Jaime Álvarez-Buiza Diego