viernes, 25 de junio de 2021

PALÍNDROMOS

 IX.

Por momentos la noche se transforma

en una larga tarde prolongada

que, acaso, no quisiera

empezar a ser noche, y se resiste

a dejarse invadir por el silencio.

Y el cielo, para ella, es el refugio

de un sinfín de preguntas que titilan

indescifrables, torpes,

resignadas a no tener jamás

respuesta alguna.

Flores de luz marchita

descolocadas, híbridas,

que ignoran lo que son

mientras intuyen

lo que no serán nunca.

 

Por momentos la tarde se transforma

en aquello que nunca supo ser.

Y anda perdida en pálpitos ausentes

que la descorazonan,

hundiéndose en silencios

que nunca fueron suyos.

 

Es entonces cuando se acerca, asustadiza,

y me mira a los ojos y me implora,

llorosa, compungida,

que la ayude a que vuelva a ser lo que fue siempre.

Me pregunta, angustiada, por qué el silencio es pérdida,

por qué la luz es otra,

por qué la oscuridad es tan oscura,

por qué el tiempo es cruel.

Y yo soy incapaz de responderle.

Tan sólo sé llorar mientras la escucho.

Y ella me mira, absorta en mi ceguera,

desolada,

ausente de sí misma,

sin entender lo absurdo de sus ojos.

 

Súbitamente calla, y huye a esconderse

triste entre mis manos,

tímida, precavida:

Me abandona, callada, para dejarme ser

sin su presencia.

 

La siento respirar entre mis dedos.

 

Y me acobardo.

 

Y no le digo nada.

 

Y, sin embargo,

escucho cómo sus lágrimas,

que son las mismas mías,

recorren, dulcemente, la soledad de siempre,

lo imposible del aire de mis sueños,

las pérdidas de mí.


jueves, 15 de abril de 2021

DEL ABRIL CRUEL (2)

 Este poema se publicó en mi libro Tarde de siempre, en 1980. 5 años después, un día como el de hoy, 15 de abril, murió mi madre. Desde entonces me persigue la duda de que escribirlo no fuera un presagio del dolor que abril me reservaba.


TARDE TRISTE DE ABRIL
 
                                                       Para mis padres.
 
Está lloviendo abril en mi ventana.
Anda la luz perdida no sé dónde,
no sé por cuál amarga coordenada.
 
Hay un desasosiego que me llama
con nombre y apellido. Es una pena
que no se cura a fuerza de palabras.
 
Hay como una tristeza a la deriva
por entre el mar nublado de mi casa.
 
Se escucha un grito sordo en cada lágrima.
 
Se está yendo la tarde pena abajo
como un arriero pobre.
                                             No se oye
la música de amor de las miradas.
 
Supura un triste humor mi mesa llaga
por esta inconsistencia que no pasa.
 
Libera un llanto seco mi garganta.
 

Está anidando abril en mi ventana.


 

DEL ABRIL CRUEL (1)

 

Abril es el mes más cruel, engendra

lilas de la tierra muerta, mezcla

memoria y deseo con lluvia de primavera,

sacude raíces soñolientas.

Calor nos dio el invierno, cubriendo

la tierra con el olvido de la nieve, nutriendo

una pequeña vida con tubérculos secos.

       (T.S.Eliot)

miércoles, 3 de marzo de 2021

PALÍNDROMOS

  8.

 

Quizá volcar la luz en los recuerdos, ser otra vez callado siendo otro,

sea una forma sutil de resistir,

de volver a vivir en la carencia de aquello que ya fue

y andar con pasos quedos sobre huellas que otros pasos, los míos,

dejaron en un tiempo ya imposible.

Al fin, adormecerme en el embrujo de querer transmutar lo que yo he sido

transitando silencios que nunca serán más

que un deambular de sueños de sonámbulo.

 

Qué afán de zascandilear por las quimeras,

de aliviar situaciones

que son irrenunciables porque fueron y son y siguen siendo.

Qué empeño en no aceptar que soy por lo que fui. Que estoy donde ahora estoy porque ya estuve,

de anidar, inconsciente, en el ensueño de pretender gozar con la tristeza hermosa, despiadada,

que se acurruca, terca, en los pliegues sin luz de la nostalgia.

 

A fin de cuentas, digo,

que acaso andar a oscuras y asombrado, añorando el despojo de la pérdida,

sea una forma perversa de implorar el perdón de los ausentes;

de ocultar, sin hacerlo,

el terror insufrible que me inspira el hecho fortuito de estar vivo.

lunes, 25 de enero de 2021

OBITUARIO CON HISTORIA

             El lunes, 11 de enero, a las 14:06:45, ‘obituarios@hoy.es’ se pone en contacto, vía correo electrónico, con el gerente de la Universidad de Extremadura, y le solicita un texto de 350 palabras, más o menos, y una fotografía de Francisco Javier Blanco Nevado, vicegerente de la UEx fallecido a finales de diciembre de 2020, al que el periódico también quería homenajear.

El domingo, 17 de enero, a las 11:40, el gerente de la UEx contesta al HOY enviando el texto, (que yo escribí a petición de la universidad) y la fotografía que el HOY solicitaba.

El viernes, 22 de Enero 2021, a las 11:59:51, ‘obituarios@hoy.es’ agradece al gerente de la UEx el envío, pero le comunica,  lamentándolo, que  el servicio de obituarios que prestaba Diario HOY se ha suspendido provisionalmente por orden de la empresa...

Y esta es la historia oficial del asunto, vía correo electrónico. Por mi parte y para dejar constancia, publico a continuación lo que escribí y que cada palo aguante su vela:

 

OBITUARIO DE FRANCISCO JAVIER BLANCO NEVADO

 «Francisco Javier Blanco Nevado falleció en Badajoz, (ciudad en la que había nacido el 15 de agosto de 1960), el pasado día 1 de diciembre. Diplomado en Profesorado de EGB  desde noviembre de 1980, su comienzo laboral en la Universidad de Extremadura fue en 1983, contratado como Auxiliar Administrativo. A partir de ahí, y ya como funcionario de carrera, inició un itinerario profesional ascendente y variado hasta que en enero de 2004, al ir como Gerente en la candidatura a Rector de Francisco Duque, que fue la ganadora, ocupó dicho puesto cimero hasta diciembre de ese año, del que, quienes podían hacerlo, lo “desocuparon” por razones que ellos saben y no dicen, u otras distintas que yo también creo saber y, llegado el momento, quizá diré. Ese mismo mes volvió, con su dignidad intacta, a la jefatura del Servicio de Gestión Económica, Contratación y Patrimonio. Hasta que en abril de 2019 fue nombrado, por el nuevo equipo rectoral de Antonio Hidalgo, Vicegerente (Vicerregente para 'La Peña del Rincón') de Asuntos Económicos, que es el cargo que ejercía al morir.

 

           Y, hasta aquí, lo que he creído que debía decir, más o menos de manera oficial o así, de su currículo administrativo. Detallarlo hubiera sido endilgarles una relación aburrida de cargos y fechas de la que, a mayor abundamiento, no estaría seguro de que fueran los que ocupó, ni tampoco de las fechas en las que pudiera haberlos ocupado. De lo que sí estoy convencido es de que a él, a Javier, ese currículo, aunque le importara en su trabajo y porque era su trabajo, no era lo que le hacía ser en la vida. Tenía, sin duda, otras prioridades. Y pese a que, en cualquier caso, sus afanes vitales fueran otros, su carrera profesional fue, sin duda, paradigmática. Y lo digo no sólo por su trayectoria amplia y heterogénea de casi 40 años, sino porque no he conocido a nadie que, como él, dominara los intríngulis de la administración universitaria en la que trabajó y a la que se entregó de manera honrada y generosa. Y es que su trabajo en ella y la visión global del mundo en el que se movía, hacía que supiera bastante más de él que lo que pudiera saber la jarca engolada de advenedizos que pululaban por despachos y pasillos para dejar constancia de sus ansias de escalar y, en algún caso, si ya escalado, de su supina ignorancia. Por mi parte, tras mi ingreso en la UEx y mi posterior reingreso, tuve la suerte de tenerlo como jefe. Un jefe siempre dispuesto a ayudar, resolver dudas y soportar berrinches. Y su trato y su conocimiento del cotarro fue un lujo del que disfruté hasta mi jubilación en el año 2017. Y del que seguí disfrutando, como amigo, hasta su temprana muerte.

 

Para terminar diré que el DRAE define bonhomía de una manera que es como si hubiera querido describir su forma de ser: Afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. Desgraciadamente esta definición, siendo verdad, se queda demasiado corta para abarcar cómo era. Y también diré, al compás de mis lágrimas amigas, algo que ya le dije tras su muerte: Tendré que mantener con vida los recuerdos y, con recuerdos, soportar la vida...  Cuando nos dé la murria, si quieres, hablaremos de nuevo en este sueño nuestro. Quimérico y callado, no lo dudo, pero nuestro, Javier, amigo mío. Palabra de misántropo afligido».

                    Jaime Álvarez-Buiza Diego