8.
Quizá volcar la luz en los recuerdos, ser otra vez callado siendo otro,
sea una forma sutil de resistir,
de volver a vivir en la carencia de aquello que ya fue
y andar con pasos quedos sobre huellas que otros pasos, los míos,
dejaron en un tiempo ya imposible.
Al fin, adormecerme en el embrujo de querer transmutar lo que yo he sido
transitando silencios que nunca serán más
que un deambular de sueños de sonámbulo.
Qué afán de zascandilear por las quimeras,
de aliviar situaciones
que son irrenunciables porque fueron y son y siguen siendo.
Qué empeño en no aceptar que soy por lo que fui. Que estoy donde ahora
estoy porque ya estuve,
de anidar, inconsciente, en el ensueño de pretender
gozar con la tristeza hermosa, despiadada,
que se acurruca, terca, en los pliegues sin
luz de la nostalgia.
A fin de cuentas, digo,
que acaso andar a oscuras y asombrado, añorando el despojo de la pérdida,
sea una forma perversa de implorar el perdón de los ausentes;
de ocultar, sin hacerlo,
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