sábado, 25 de noviembre de 2017

TARDE CON LLUVIA Y NOVIEMBRE

(Fuente: curiosodato.net)
Ha empezado a llover. Cae la lluvia, pausada, con la tímida inseguridad de una novicia, de alguien que vuelve y teme no encontrar más que la ausencia de aquello que dejó, un paisaje de pérdidas terrible. Mansamente las gotas, indecisas, se abrazan a las hojas que el otoño dejó como cadáveres de todos los recuerdos que se fueron en un vuelo mortal e ineludible. Y yo salgo al jardín a oler la tierra húmeda que, agradecida, me regala retazos de los años que  fueron. Hoy abrilea noviembre y anda mi corazón destartalado con este calendario iconoclasta que medra en mis espaldas sembrando incertidumbres.  Vienen los abandonos a ser viva presencia entre mis manos. Y me siento indefenso, insuficiente, inútil, apenas una hoja moribunda dormida entre silencios que antes eran sentimental rutina, calor de sol, vida llena de vida y del milagro del día tras otro día.  Hay tardes de noviembre que retuercen la vida y estrujan el sentido de vivirla hasta hacer que la duda se acurruque callada, victoriosa, en un rincón oculto de las horas. No hay forma de escapar de su paciente espera, del sosegado acecho de unas fauces hechas de tiempo y sueños, de espinas repentinas, de quimeras, de páginas que esconden la huida a trompicones de un libro inacabado.

Paradojas del alma, a pesar de la luz que inunda el aire de tristes pinceladas mortecinas, la tarde, por momentos, es una niña alegre que se columpia en agua, que ríe desconsolada dejando en el ambiente el eco de un suspiro, la levedad de un beso, la tibieza minúscula de una caricia atónita, las notas agridulces de una canción perdida en la nostalgia. Al compás de este ensueño, existir se transforma en un acto de fe contradictorio, distante de mí mismo, ajeno a la presencia de un camino que sigue su andadura sin pasos que quebranten su trayectoria trémula. E inesperadamente, con la misma premura con que armó el trampantojo, la tarde se despoja de añagazas, y niña y lluvia y risas y columpio soñado se pierden en las sombras y queda al descubierto la brutal asechanza, la náusea improductiva, el terco sufrimiento, la angustia de un presagio revivido que siempre sigue ahí, esperando el momento de abrazarme y dejarme sin voz y sin resuello, vacío de esperanzas, sin luz y sin caricias.

(Fuente: El Espejo Gótico)
Es de golpe la noche, la tarde travestida con negrura prestada la que viene a adueñarse de la sala de estar de mis adentros. Y el corazón, absorto, se vuelve un niño triste, vacilante, que anochecido espera un consuelo indulgente que acaso no vendrá. Rodeado de tinieblas tan solo veo mis lágrimas que, ojos adentro, empapan la angustia entre silencios. No tengo escapatoria. La casa, la de siempre, la de la luz del alba, la de las charlas plácidas, la del dormir pausado, se transforma de pronto en un túnel oscuro que no termina nunca, un lóbrego pasillo que no quiero saber a dónde va. Y la mesa camilla es un pozo sin fondo, y la puerta una trampa que espera que la cruces para guillotinarte la esperanza y el sillón un ecúleo para descoyuntar todos tus sueños.   


En medio de un tormento que ya sabía de antes, convine con mis pasos que la vida es un álbum sonoro de instantáneas, de misterios diarios que de pronto, de malas a primeras, estallan como pompas de jabón. Que aunque sigas viviendo, vivir puede ser nada, una prueba diaria para seguir estando que superas a trancas y barrancas. Y un artículo y otro de un sábado a otro sábado. Por poner un ejemplo que todos entendamos.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

LIBRO CENSURADO

Me envía mi amigo José María Fernández Gutiérrez, Doctor en Filología Románica por la Universidad de Oviedo con una tesis sobre Enrique Díez-Canedo, profesor en el Instituto de Bachillerato de La Bañeza, en la Universidad Laboral de Tarragona y en la Rovira i Virgili, también de Tarragona, el correo que transcribo. Un botón de muestra de la dictadura independentista en Cataluña. ¡Porca misèria!

"Libro censurado
            Acabo de publicar “El libro de olor a queso y a tierra mojada” y quería presentarlo en   -----          --        de Tarragona. Nos pusimos de acuerdo en el día, 5 de diciembre de 2017, a las 7 de la tarde. Lo iban a presentar Inmaculada Rodríguez, Concejal de Turismo del ayuntamiento de Tarragona y profesora de la UNIR y Enric Pujol, periodista que trabajó en RNE, que hizo numerosos doblajes para cine, que tiene una veintena de libros publicados sobre Tarragona y sobre deporte. Yo también diría unas palabras.
            Estábamos empezando a difundir el acto cuando me llamó el dueño del local (que vive de vender productos al público) y me dice que ha ojeado mi libro y que no puede prestarnos el local porque perdería por lo menos el 50% de los clientes; porque le harían un boicot y lo marcarían con una cruz negra para siempre.
            En Cataluña hoy hay odio, división, persecución del contrario, miedo, hartazgo, intolerancia y censura. Censura en el siglo XXI. Un asco.
            En el libro, en mi libro, hay una idea omnipresente, la de que en las sociedades cerradas el poder aspira a controlar las acciones de los hombres, sus fantasías, sus ilusiones, sus sueños y a apagar su memoria, pero que nosotros tenemos que oponer el poder de la inteligencia despierta, el de la crítica y el de la denuncia. Y estas ideas las explico y las aplico a casos concretos, el de la política catalana, el de la gestión y funcionamiento de la universidad. Y añado y comento asuntos como el de cómo daba mis clases, el de las reuniones, el de gentes de conducta incomprensible…
            Y ya está. Este es mi libro y estos son los asesinatos que mi libro ha cometido y por los que ha sido censurado.
            Del libro hice una tirada cortita que pagué de mi bolsillo y ahora estoy como flotando. No lo entiendo. Me da asco todo. No sé si buscar el nirvana o la lucha sin cuartel.
            Muchas gracias. Si difundes esta historia creo que colaboras al conocimiento de una situación, digamos que rara, muy rara.
            José María".

sábado, 18 de noviembre de 2017

ALGO HABRÁ HECHO



(Fuente: Pressdigital)
Hay veces que escribir un artículo puede suponer un descenso a los infiernos de imposible digestión. A poco que te impliques en él y recopiles datos para que tu opinión tenga una carga suficiente de objetividad, aunque trates de acercarte a su interior lo más desembarazado de prejuicios que puedas, sientes cómo, a medida que avanzas por sus tripas, te vas abismando en lo más hondo de un submundo obsceno y cochambroso que te deja el corazón encogido y tan destartalado como para que tus sueños se transformen en pesadillas y la indignación abra paso a la cólera. Eso me ha pasado a mí  al sumergirme en las correrías, verbales o físicas, de Antonio Manuel Guerrero, José Ángel Prenda, Jesús Escudero, Alfonso Jesús Cabezuelo y Ángel Boza, cinco tiparracos que, con motivo del juicio que se les sigue por la violación múltiple de una joven de 18 años en los Sanfermines del año pasado, han vuelto a la actualidad y son conocidos, desde que se tuvo información de aquel luctuoso suceso, como “La manada”.

(Fuente: El Confidencial)
No sé cuál será la sentencia que dictará el tribunal de la Sala Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, pero después de leer los wasaps repugnantes que han compartido en los dos grupos en los que están integrados, “The Manada” y “Veranito”, una posible declaración de inocencia no servirá para que flaquee mi criterio sobre la infame catadura moral de estos sujetos y su culpabilidad no haría otra cosa que confirmármela: “¿Llevamos burundanga? (...) Tengo reinoles tiraditas de precio. Para las violaciones”. “Hay que empezar a buscar el cloroformo, los reinoles, las cuerdas... para no cogernos los dedos porque después queremos violar todos”. “Violaría una rusa que vea despistada y palizón a un niño de 12 años inglés. 2-0 y pa casa”. “Yo llevo la pistola, no quiero mamoneos. Cuando estemos borrachos, se saca la pistola”. "Prefiero follarnos a una gorda entre cinco que a un pepino de tía yo solo". “-Madre mía, qué le echasteis, ¿burundanga? - ¿Está muerta? - Estaría en coma. -Y qué han hecho con la chavala, ¿la han tirao al río? - Es otro caso Marta del Castillo, niño, jajaja”. “Prenda ve un cuerpo humano inconsciente y ahí está el tío, ya sea para robarle o para meterle mano, jajaja”. Este es el nivel despreciable de los cinco encausados y de su grupo de amigos. No entiendo cómo esta sarta de barbaridades pueden quedar impunes y no son denunciadas por quien corresponda, porque son una clara apología del delito. Y, a mayor abundamiento, entiendo aún menos que de este grupo sicópata formen parte un guardia civil, (Antonio Manuel Guerrero), y un militar, (Alfonso Jesús Cabezuelo). ¿Es que no hay filtros en esas instituciones para detectar y bloquear la entrada en ellas a semejantes monstruos, a tipos tan asquerosamente degenerados?

Pues bien, estas declaraciones, premonitorias del horror, quizá por aquello del ‘iter criminis’ no han sido admitidas en el proceso por el tribunal, al ser anteriores a los hechos que se juzgan. No así un informe, evidentemente posterior a ellos, encargado a un detective privado por la familia de unos de los acusados, (el engendro tiene a quien salir), para tratar de demostrar que la víctima de la agresión no sufre trauma alguno y hace una vida normal. O sea, que ni se ha tirado del puente de Segovia, ni se ha encerrado en casa transida por la depresión, ni anda por las calles como plañidera desconsolada, ni ha pedido ingresar en el ‘beaterío de Santa María Egipciaca’ con las otras ‘arrecogías’. El mecanismo es tan sencillo como diabólico porque desvía el foco de atención de los victimarios a la víctima, distorsionando la óptica para que veamos a la agredida como cómplice colaborativa y gustosa de la agresión. Si el hecho de que este informe haya sido admitido a trámite no es una artimaña del tribunal para impedir que los abogados defensores de la jauría aduzcan indefensión, no consigo entenderlo.


(Fuente: El Confidencial)
En cualquier caso y tal vez espoleados sus autores por esta decisión judicial, o no, en las redes sociales he leído demasiados comentarios justificando la bestialidad de estas cinco alimañas y dando por hecho la colaboración gozosa de la muchacha en la canallada. Me ha recordado su situación, doblemente injusta, a la de las víctimas de ETA cuyo asesinato una más que amplia mayoría de los ciudadanos vascos despachaba con un “algo habrá hecho”, mientras seguía camino de la iglesia, o del trabajo, o del mercado. Ya ves, Jesús, yo tampoco sé dónde ir poniendo mis asombros en esta España de nuestros pecados, que cuando se empeña en sumirme en la estupefacción más deprimente lo hace a conciencia y con saña. 

sábado, 11 de noviembre de 2017

REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE 'LOS COCOS'


(Fuente: youtube.com)
En la película “Su excelencia”, Cantinflas es López, (Lopitos), último funcionario de la escala y canciller de la embajada de la república de “Los Cocos” en Pepeslavia, país hegemónico del bloque comunista y enemigo acérrimo de Dolaronia, líder de occidente. En una próxima asamblea que reunirá a todos los países del mundo, habrá de decidirse si este es acaudillado por los colorados de Pepeslavia o por los verdes de Dolarania. Y hete aquí que el voto del representante de la minúscula y en principio desdeñable república de “Los Cocos” es el que puede inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro. A una cena de gala prevista en la embajada a la que asistirán altos mandatarios pepeslavos, y ante la negativa del embajador a sentarse a una mesa con trece comensales,  (“cuando el tecolote canta, el indio muere; no será cierto, pero sucede”, dice para justificar su aprensión), se adopta la decisión de invitar a Lopitos para romper el mal fario de número tan nefasto. Durante su transcurso se producen en “Los Cocos” tres golpes de estado consecutivos que suponen tres cambios de embajador inmediatos. El último de ellos, perpetrado por los serenos, la policía auxiliar y el honorable sindicato de barrenderos capitaneados por el doctor Belendre, a la sazón padrino de Lopitos, lleva aparejado el encumbramiento de nuestro canciller al puesto de embajador extraordinario y plenipotenciario de la república de Los Cocos en Pepeslavia. En fin, la escena es una hipérbole disparatada llena de guiños críticos y con algunos diálogos y peroratas desternillantes.

(Fuente: rtve.es)
Desde el comienzo del culebrón secesionista catalán la película ha estado paseando por mi cacumen como Pedro por su casa. Ver aparecer a Puigdemont con sus guedejas lacias, escuchar su sonsonete aflautado y venírseme a la cabeza la imagen del presidente de Pepeslavia, era todo uno. Y comprobar que el desarrollo de los acontecimientos me iba dando la razón hasta hacerme considerar más plausible la caricaturesca y ficticia república de Lopitos que la que dice presidir el exiliado gerundense, ha logrado variar la perspectiva de mi análisis.  El punto de inflexión que hizo que mi punto de vista sobre el particular haya discurrido de la indignación al pitorreo fue sin duda, por un lado, la huida vergonzante del blandengue y sus adláteres a Bruselas;  por otro, las manifestaciones prosopopéyicas desde la cárcel de los exconsejeros encerrados. Soy incapaz de contener la risa floja ante lo grotesco que resulta ver a unos actores engolados y peripatéticos que creen representar una tragedia griega cuando el guión que siguen es el de una astracanada infumable. Como la cosa va de mártires y por seguir con guiños cinéfilos, mientras yo estoy riendo con “La vida de Brian”, ellos se creen estrellas de “La historia más grande jamás contada”.  No tiene precio oírles o leerles frases tan grandilocuentes y, en ocasiones, ‘originalísimas’ o con graves errores de redacción, como: “Se pueden encarcelar las personas, no las ideas”; “No te limites a contemplar estas horas que ahora vienen. Baja y participa. No podrán nada ante un pueblo unido, alegre y combativo”; “Si el precio de la libertad es la prisión, no renunciaremos nunca a la libertad”; “Superar el miedo es el camino hacia la libertad”. Y, por redondear el muestreo, la de Junqueras en plan padre Karras, que ya es la repanocha: “Haced cada día aquello que esté a vuestro alcance para que el bien derrote al mal en las urnas del 21D”. ¿La habrá escrito con estola e hisopo en ristre prestados por el obispo de Solsona o el párroco de Calella?


(Fuente: el español.com)
En el momento en que escribo estas líneas, el último acto de esta farsa cochambrosa ha sido la declaración de la señora Forcadell en sede judicial. La que se suponía ‘dama de hierro’ del independentismo más contumaz e irredento, al final ha resultado ser de latón, como el cacharro de mi abuela. Ante el juez del Tribunal Supremo la tal ha hecho el salto del tigre con doble mortal inverso para ayuntar con el artículo 155, renegando de la proclamación de la república al justificarla como un simple experimento de sociología política. Y ahora anda a la espera de los 150.000 del ala para salir de najas de Alcalá Meco. La que hace unos días  arengaba a los suyos con un “ni un paso atrás” contundente, ha reculado ahora como matalona empaquetada. No sé si habrá mentido al juez o mentía cuando presidió la ignominiosa sesión del Parlament que dio el pistoletazo de salida a este circo, de lo que estoy seguro es de que en ambos casos lo habrá hecho con la misma cara de palo a que nos tiene acostumbrados.



sábado, 4 de noviembre de 2017

FIN DE TRAYECTO

(Fuente: Sofrodynamia)
Como insinué en mi artículo pasado y dado que el recorrido quedó a medias, quiero rematar en este la narración sucinta del resto de mi vida laboral. Ya sé que es un tema demasiado personal posiblemente carente de interés para un buen número de lectores, pero a veces me resulta necesario exorcizar los adentros, limpiar según qué recuerdos y ajustar cuentas con la vida para, así al menos, quedar conforme y en paz conmigo mismo que es, sin duda alguna y al margen de consideraciones estéticas, la  principal y mayor pretensión íntima de cuanto, aquí o allá, escribo. Si al poner el punto final a este viaje virtual de casi 40 años me encuentro con la tranquilidad añadida de haber desechado, a golpes de desnudez, un desasosiego emocional que aparece inoportuno por los rincones de mi almario cuando más tranquilo estoy, habré encontrado lo que andaba buscando. En cualquier caso además de expresarles mi gratitud sin dobleces, quiero apelar a la comprensión de aquellos que, habiendo leído el precedente, estén leyendo también este. Fundamentalmente por hacerles interpretar el papel de partícipes, pasivos pero inocentes, de mis desahogos jubilares. Agradecimiento que hago extensivo a quienes, desde la generosidad de estas páginas, me lo permiten.

(Fuente: Libre Mercado)
El sábado anterior terminaba el relato de mi itinerario introspectivo siendo cliente forzoso del Servicio Extremeño Público de Empleo. Esta situación desconcertante me tuvo en ascuas desde el 11 de julio del 2000 hasta el 27 de setiembre de 2001. Cuando comprendí que las promesas de trabajo que se me hacían no eran más que embustes y milongas que, viniendo de quien venían, aún ahora no soy capaz de comprender ni su porqué ni sus intenciones, (o quizá sí), en el mes de enero de 2001 solicité el reingreso en la UEx. De entrada tuve suerte porque, cuando lo hice, estaba a menos de 2 meses de que mi excedencia se convirtiera en perpetua, como intentó serlo el primer secretario de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, que ya es tener ansia de cargo hasta más allá de la tumba. Donde la puerca torció el rabo fue a la hora de que mi solicitud fuera atendida. Parafraseando a Yupanqui  diré que ocho meses me pasé / en partidas malogradas. / Nadie aseguraba nada / y sin plata me quedé. Tras varios intentos baldíos de que me explicaran por qué teniendo derecho y habiendo plazas libres se me denegaba una y otra vez la incorporación, me di cuenta de que el busilis no estaba en mis derechos sino en la vanidad de un gerente patán que, encaramado en su sillón de respaldo alto y tal vez tratando de ajustar cuentas pasadas, esperaba mi visita en plan ‘randevú’ reverencial. Al final, tal vez sintiéndose instado por un amigo vicerrector que sabía de mi situación, fue él quien, seguramente muy a su pesar, acabó llamándome por teléfono en fecha tan señalada como el 11-09-01. El mismo día que me incorporé, el fulano apareció de improviso delante de mi mesa vociferando reproches por no haberme pasado por su despacho para agradecerle mi reingreso. Cuando le contesté que no creía deberle nada y, mucho menos, gratitud, salió de allí escupiendo sapos y culebras como un poseso. Y hete aquí que, a los pocos días, un amigo en la misma situación excedente de la que yo acababa de salir, vino a verme para que le explicara cuáles habían sido mis pasos. Con un lenguaje escatológico que no me atrevo a reproducir aquí no dudé en decirle que, si quería agilizar la tramitación, además de presentar la pertinente instancia se pasase por el despacho del bodoque a darle cuenta de sus deseos. Lo que en mi caso se demoró ocho meses en el suyo no pasó de una semana. Eso vino a demostrarme que mi juicio sobre el susodicho no era temerario en absoluto.

(Fuente: FECCOO Extremadura)
Si en toda esta historia algo tenía que salir bien, salió bien la que tenía que salir. Y a eso me agarro. Porque fui a recalar, otra vez, a la Sección de Gestión Económica, muy diferente a pesar de ser la misma en la que me estrené de novicio. Y he de decir que fui recibido con cordialidad por Ignacia (la jefa), Rosa y Martín. A pesar de que se encontraron con un tipo de casi 50 años, resabiado, poco simpático de entrada y con fama de cervecero cascarrabias. Y además tuve la suerte de que el maestro que debía introducirme en los arcanos de mi nuevo trabajo, el citado Martín, era una persona paciente y con la suficiente mano izquierda como para saber manejar mis titubeos y mi carácter poco fácil que, a pesar de su carácter nervioso (inquieto, dice él), supo soportarme en mis carencias informáticas con una generosidad que aún no termino de agradecerle. De quienes me encontré allí al llegar, en el momento de mi jubilación solo permanecíamos él y yo. Yo donde siempre y él ya como Jefe-Coordinador de la Sección.

(Fuente: Foursquare)
Cuando salí hace pocos días por la puerta de Rectorado camino de mi jubilación sentí el pálpito de que estaba abandonando mi casa. Si unimos a eso que, como no me gusta despedirme, tampoco sé hacerlo, para paliar esa impresión de huida y hacer aprendizaje de adioses no he tenido más remedio que volver viernes sí, viernes también, al rincón-refugio de la barra de la cafetería rectoral para tomar las cañas con la canallesca habitual que allí se congrega. Y para despedirme una y otra vez, semana tras semana, de Martín, Juan Andrés, Javier, Lucía, Paco, Ángel, Luna, Juan, Agustín, Coro, Manolito, el innombrable... Con Cele y Agustín del otro lado de la barra soportándonos solidariamente. De todos ellos daré buena cuenta cuando llegue el momento. ‘Articulísticamente’ hablando, digo.