sábado, 23 de junio de 2012

LOS NUEVOS PEDRINES

Muchas de las aventuras que amortiguaban la melancolía de tantas tardes dominicales de mi infancia, protagonizadas por Roberto Alcázar, el intrépido reportero español, y su avispado ayudante Pedrín, eran rematadas con una viñeta que venía a ser el paradigma de la horterada carpetovetónica de la época. Cuando nuestros héroes habían logrado poner a buen recaudo a los malvados Kuripachas, a pillos y maleantes de la calaña de los que integraban el club de los cachiporras, o al terrible y diabólico doctor Pat, y la policía del país indeterminado que había sufrido sus desmanes les entregaba la suculenta recompensa que se ofrecía por su captura, nuestro generoso amiguito, con los brazos en jarras, inquiría: “Este dinero lo repartiremos entre los niños pobres, ¿verdad Roberto?” A lo que éste contestaba henchido de orgullo: “Claro que sí, Pedrín”. Para después, dirigiéndose a la concurrencia, apostillar: “Este Pedrín tiene un corazón de oro”. Fin de la aventura. 

Ha venido a mi memoria esta cursilada empachosa al leer la noticia del acuerdo aprobado por la Mesa de la Asamblea, con los votos de PP e IU, de rebajar en un 5% el sueldo de los diputados regionales y de destinar su importe a obras de beneficencia, esto último también con el consenso del PSOE. Ya ven, me han llevado cincuenta años atrás en un verbo. Y, además, para no salir del pasmo con estos "Pedrines" reconstruidos, porque el asunto será sublime pero yo no lo comprendo. Según mi corto entender, esta nueva medida se enmarca dentro del plan general y obsesivo emprendido para reducir el déficit que nos ahoga. Aquí se está recortando de una manera salvaje para no sólo no gastar más de lo que se ingresa, sino para gastar menos aún. Y nos justifican el atropello por la necesidad de llevar a cabo una política de ahorro que suponga una merma efectiva en el gasto público. Y hasta ahora yo creí, de acuerdo con el diccionario de la RAE, que ahorrar era “reservar alguna parte del gasto ordinario o evitar un gasto o consumo mayor”. Pero hete aquí que llegan estos portentos de la semántica y encuentran un nuevo significado a la palabra, ampliando el sentido del concepto con un oxímoron estrambótico, de manera que para ellos ahorrar es “dejar de gastar, gastando”. Porque, en el caso que nos ocupa,  el presupuesto no varía cuantitativamente, sólo hay un cambio en la aplicación del gasto. El dinero que se iban a gastar en cañas se lo dan al pobre de la esquina, de modo que el remanente de la hucha no aumenta. Lo cual, que “para puta y en chancletas, estate quieta”. Más les hubiera valido no organizar esta pantomima y dar a los diputados un cursillo acelerado de caridad para orientarles sobre el destino de la limosna, siempre bajo la máxima cristiana de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, nunca mejor dicho esto de izquierdas y derechas, si se me permite el tópico.

Si, dado este galimatías conceptual, de entrada, el asunto no pintaba bien, la puesta en escena ha sido de aurora boreal. Empezando por lo de “12 meses, 12 causas solidarias”, que es para ir a mear y no echar gota, y siguiendo por el sermón que nos larga el inefable Sr. Manzano, presidente de la Asamblea y, por tal, primo de su chófer. Porque vamos a ver, la rebaja efectiva que supone a cada parlamentario esta medida engañosa es de 200 euros al mes, menos de lo que le cuesta a un empleado público mileurista el aumento de horas de trabajo, el aumento del IRPF y la supresión de la carrera profesional. Mientras que estos benefactores desinteresados verán reducido su salario a, sólo, 4.100 euros mensuales. Sin contar otros ingresos. Y esta tomadura de pelo nos la vende el primo de su chófer  como una muestra de la actitud solidaria y sensible de la Asamblea ante la difícil situación económica, y para que seamos conscientes del “esfuerzo de cada parlamentario para arrimar el hombro por los extremeños”. Este hombre delirante debería hacerse un llavero con la imagen de su ombligo esculpida, para poder mirárselo sin descamisarse y besuquearlo a su antojo, como si fuera un relicario. Porque no señor, mire usted. Los que están arrimando el hombro por los extremeños y pagando el pato de sus dislates son los propios extremeños: los jubilados que tendrán que pagar sus medicinas; los enfermos que se han quedado sin servicio de urgencias; los funcionarios que han visto reducido su salario y aumentada su jornada laboral y los interinos que se verán en la puñetera calle por ello; los alumnos que no podrán disfrutar de beca; los agricultores sin seguro; los profesores y alumnos que verán mermada la calidad de su enseñanza por al aumento del ratio por aula y los interinos que se irán a la puñetera calle por ello; los parados actuales y los que vendrán; los autónomos que cierran y que cerrarán  y, en fin, todos los que tendremos que pagar  45 millones más al año por el aumento del precio del agua y de la gasolina. Y usted, sacamuelas de baratillo, nos habla de los doscientos euros de sus "Pedrines" como un ejemplo de solidaridad y sacrificio. En cuestión de demagogia relamida y populismo cutre anda mojándole la oreja al mismísimo Solís Ruiz, que ya es ansia. Lo dicho, cincuenta años atrás. Pero sin tebeínos.

sábado, 2 de junio de 2012

EL TREN DE LOS ESCOBAZOS

He visto en Internet a una niña canadiense de 12 años, Victoria Grant, explicando, con un desparpajo y un aplomo impropios de su edad y de lo complicado del tema, el perverso mecanismo que mueve nuestro sistema financiero, engranado para esquilmarnos. No sé si el discurso ha salido de su cabeza o simplemente lo ha recitado pero, en cualquier caso, la  repajolera niña es un prodigio de clarividencia o de memoria o de las dos cosas. “Resulta obvio, incluso para una niña de 12 años, que estamos siendo robados y timados por el sistema bancario y un Gobierno cómplice.” “Los bancos dan un dinero que no tienen, aprietan un botón en el ordenador y generan un dinero falso en el aire. En realidad, no tienen nada en sus cámaras.” “He descubierto que los bancos y el Gobierno se han confabulado para esclavizar financieramente a la gente.” Son algunas de las perlas que desgrana la criatura en una perorata que dura 6 minutos, en la que da una visión clara y precisa de la crisis y sus culpables y que, si tienen interés en ver, pueden encontrar en Internet, introduciendo en Google su nombre. Quien sí debería ver el video y tomárselo como un ejercicio de aprendizaje es Mariano Rajoy. No digo yo que para imbuirse de la enjundia de su pensamiento, que eso sería un milagro y no estamos en Lourdes, pero sí, al menos, para aprender a aparecer ante las cámaras con la seguridad y la confianza que la niña desprende. Porque Rajoy, cuando no huye de ellos despavorido, comparece últimamente ante los periodistas tal que si fuera a entrar en el tren de los escobazos: mirando desconfiado a todas partes, con los ojitos sin vida fuera de las órbitas como si hubieran sido sometidos a una concienzuda sesión de dilatación pupilar, inseguro, temeroso, disperso, encogido, sin la marcialidad impostada de andarín pinturero que antes esgrimía. Después rompe a hablar y se completa la imagen desastrosa, porque lo hace con una falta tal de convencimiento incapaz de disimular, que sube el pan, la prima de riesgo y el propio riesgo.

Cuando calla o manda callar, la cosa se pone peor. Ya me dirán, si no, si el silencio  impuesto en el turbio asunto de Bankia ha servido para algo más que para que la prima de riesgo se encarame a la estratosfera y el Ibex viaje con el profesor Lidenbrok al centro de la tierra. Aunque estos portentos sigan echándole la culpa del descalabro escalonado a Grecia y su incertidumbre, es evidente que las causas no van por ahí, que hay una relación directa entre Bankia, como paradigma de nuestro sistema financiero,  y el ascenso de la prima. Y el hecho de no querer explicar el fondo del asunto ha agravado la contundencia del batacazo. Cuando, además, este silencio apesta cada vez más a “omertà”, porque el concepto de familia de Don Vito Corleone es “peccata minuta” (valga el chiste fácil) comparado con el entramado de primos, cuñados, sobrinos, cónyuges, paniaguados, protegidos y conmilitones que concurren en Bankia y en la mayoría de las cajas de ahorro españolas. Y todos chupando del bote hasta provocarse boqueras. Los activos tóxicos son un lastre para el sistema financiero español, pero los pasivos mamones no son un problema menor. Ahora, poco a poco, nos vamos enterando del desmadre millonario de sueldos y pensiones que se gasta esta panda de desalmados, tanto presidentes como vocales de los consejos de administración y vigilancia trufados, “of course”, de  políticos y sindicalistas más listos que el hambre. Para arreglar la situación del moribundo, el director de Banco Central Europeo, Mario Draghi, se descuelga con unas declaraciones que son una colleja al Gobierno de España por haber actuado en Bankia “de la peor manera posible”. O sea, redbull para la prima de riesgo española. No es de extrañar que actúe así, porque  este tío es italiano y los italianos ya tienen las barbas en remojo, de modo que el pájaro pita para casa y a España que le vayan dando. Lo dicho, ¡viva la Unión Europea!

En fin, que entre las inseguridades de unos, la desfachatez  de otros y la inutilidad de tantos, la cosa pinta bastante mal. Estaría ya hundido en lo más oscuro de un pesimismo irreversible, si no fuera porque todavía hay una pequeña rendija abierta a la esperanza. Es menester que nuestros dirigentes actuales sepan aprovechar esta oportunidad que les brinda la historia, y actúen con  amplitud de miras y alejados de cualquier atisbo de sectarismo e intransigencia, porque el futuro y la viabilidad del país dependerá de ello. El único problema que da pábulo a mi angustia es que este hito histórico no tendrá lugar hasta el próximo otoño, y no sé si para entonces nuestra situación será ya irreversible. Y es que para el mes de octubre del año en curso, tras una exitosa gira que le ha llevado a impartir una conferencia y participar en un coloquio sobre la crisis económica, el anterior presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero -¿se acuerdan?- tiene prevista la publicación de un libro de economía, que será un riguroso y preciso estudio sobre la génesis, desarrollo y soluciones al problema crítico que nos tiene en este sin vivir. No sé si será prologado por Jordi Sevilla que fue el que, en dos tardes, llevó a este ser de mente preclara de indocto a erudito en la disciplina que nos ocupa. Por el bien de España y de todos los españoles espero que llegue a tiempo. Que así sea.