(Fuente: Pressdigital) |
Hay veces que escribir un artículo
puede suponer un descenso a los infiernos de imposible digestión. A poco que te
impliques en él y recopiles datos para que tu opinión tenga una carga
suficiente de objetividad, aunque trates de acercarte a su interior lo más
desembarazado de prejuicios que puedas, sientes cómo, a medida que avanzas por
sus tripas, te vas abismando en lo más hondo de un submundo obsceno y
cochambroso que te deja el corazón encogido y tan destartalado como para que
tus sueños se transformen en pesadillas y la indignación abra paso a la cólera.
Eso me ha pasado a mí al sumergirme en
las correrías, verbales o físicas, de Antonio
Manuel Guerrero, José Ángel Prenda,
Jesús Escudero, Alfonso Jesús Cabezuelo y Ángel
Boza, cinco tiparracos que, con motivo del juicio que se les sigue por la
violación múltiple de una joven de 18 años en los Sanfermines del año pasado, han
vuelto a la actualidad y son conocidos, desde que se tuvo información de aquel
luctuoso suceso, como “La manada”.
(Fuente: El Confidencial) |
No sé cuál será la sentencia que
dictará el tribunal de la Sala Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, pero
después de leer los wasaps repugnantes que han compartido en los dos grupos en los
que están integrados, “The Manada” y “Veranito”, una posible declaración de
inocencia no servirá para que flaquee mi criterio sobre la infame catadura
moral de estos sujetos y su culpabilidad no haría otra cosa que confirmármela: “¿Llevamos burundanga? (...) Tengo reinoles
tiraditas de precio. Para las violaciones”. “Hay que empezar a buscar el
cloroformo, los reinoles, las cuerdas... para no cogernos los dedos porque
después queremos violar todos”. “Violaría una rusa que vea despistada y palizón
a un niño de 12 años inglés. 2-0 y pa casa”. “Yo llevo la pistola, no quiero
mamoneos. Cuando estemos borrachos, se saca la pistola”. "Prefiero
follarnos a una gorda entre cinco que a un pepino de tía yo solo". “-Madre
mía, qué le echasteis, ¿burundanga? - ¿Está muerta? - Estaría en coma. -Y qué
han hecho con la chavala, ¿la han tirao al río? - Es otro caso Marta del
Castillo, niño, jajaja”. “Prenda ve un cuerpo humano inconsciente y ahí está el
tío, ya sea para robarle o para meterle mano, jajaja”. Este es el nivel despreciable
de los cinco encausados y de su grupo de amigos. No entiendo cómo esta sarta de
barbaridades pueden quedar impunes y no son denunciadas por quien corresponda,
porque son una clara apología del delito. Y, a mayor abundamiento, entiendo aún
menos que de este grupo sicópata formen parte un guardia civil, (Antonio Manuel
Guerrero), y un militar, (Alfonso Jesús Cabezuelo). ¿Es que no hay filtros en
esas instituciones para detectar y bloquear la entrada en ellas a semejantes
monstruos, a tipos tan asquerosamente degenerados?
Pues bien, estas declaraciones,
premonitorias del horror, quizá por aquello del ‘iter criminis’ no han sido
admitidas en el proceso por el tribunal, al ser anteriores a los hechos que se
juzgan. No así un informe, evidentemente posterior a ellos, encargado a un
detective privado por la familia de unos de los acusados, (el engendro tiene a
quien salir), para tratar de demostrar que la víctima de la agresión no sufre
trauma alguno y hace una vida normal. O sea, que ni se ha tirado del puente de
Segovia, ni se ha encerrado en casa transida por la depresión, ni anda por las
calles como plañidera desconsolada, ni ha pedido ingresar en el ‘beaterío de
Santa María Egipciaca’ con las otras ‘arrecogías’. El mecanismo es tan sencillo
como diabólico porque desvía el foco de atención de los victimarios a la
víctima, distorsionando la óptica para que veamos a la agredida como cómplice
colaborativa y gustosa de la agresión. Si el hecho de que este informe haya
sido admitido a trámite no es una artimaña del tribunal para impedir que los
abogados defensores de la jauría aduzcan indefensión, no consigo entenderlo.
(Fuente: El Confidencial) |
En cualquier caso y tal vez
espoleados sus autores por esta decisión judicial, o no, en las redes sociales he
leído demasiados comentarios justificando la bestialidad de estas cinco
alimañas y dando por hecho la colaboración gozosa de la muchacha en la canallada.
Me ha recordado su situación, doblemente injusta, a la de las víctimas de ETA
cuyo asesinato una más que amplia mayoría de los ciudadanos vascos despachaba
con un “algo habrá hecho”, mientras seguía camino de la iglesia, o del trabajo,
o del mercado. Ya ves, Jesús, yo tampoco sé dónde ir poniendo mis asombros en esta
España de nuestros pecados, que cuando se empeña en sumirme en la estupefacción
más deprimente lo hace a conciencia y con saña.
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