En la película de los Monty Python, El sentido de la vida, hay una escena
exagerada y repulsiva que se desarrolla en un lujoso restaurante. A él acude un
hombre monstruosamente gordo, deforme, por lo que se intuye cliente habitual
del lugar, que da cuenta de un menú pantagruélico. Tras finalizarlo, el jefe de
comedor insiste en que coma una última y delgadísima chocolatina. A pesar de un primer rechazo, el glotón no es
capaz de resistirse y deja que el maître
se la introduzca en la boca. Saturado como estaba tras la ingesta de un
almuerzo de decenas de platos, esa pequeña delicatesesen
origina la debacle: el tragaldabas comienza a hincharse como un globo
deforme que, al poco, explota, dejando al aire costillas y corazón, y
esparciendo por toda la sala una lluvia de detritus, tripas, jugos gástricos y
comida a medio digerir que viene a caer sobre el resto de comensales. Una
escena, desde luego, no apta para estómagos sensibles, valga la ironía. No sé
si será porque de dos días acá soy presa de un virus intestinal que me tiene en
una constante alerta evacuatoria, al tiempo que la contumaz febrícula que lo
acompaña hace que pase las noches en un estado de modorra morbosa, lo cierto es
que esta pasada madrugada, en tal estado letárgico, he recordado esta escena y
me ha parecido, (quizás por eso la recordé), que es una buena imagen de la
situación esperpéntica y disparatada que está viviendo el PSOE en estas fechas.
Se veía venir que el partido iba a explotar, porque ya no le cabían más fiascos
electorales, más empecinamientos, más disparidades, más disparates y más ambiciones
personales. Y la explosión, ¿implosión, quizá?, ha dejado al aire costillas, corazón
y las aceras de Ferraz salpicadas de vísceras malolientes.
No voy a entrar en cuál de las dos
facciones tiene razón afirmando que sus actuaciones son conformes a la
normativa que las rige. De entrada porque no lo sé, y de salida porque el tema
me resulta anecdótico. Todo ese lío sobre la legalidad o no de ejecutivas,
comités federales, congresos extraordinarios y comités de garantías me la trae
al pairo. Lo verdaderamente importante, en mi opinión, es que el PSOE está roto
y, lo que es peor, que a medida que pasan las horas esa ruptura se va haciendo más
irreversible. Que Pedro Sánchez y
adláteres se hayan transformado en los “guardianes de las llaves” e impidan la
entrada a la sede del partido a miembros no afines, me parece de una tremenda
torpeza que, además, deja al descubierto su escasez de talante democrático y su
sentido patrimonialista del cargo. Que militantes socialistas lo defiendan
llamando fascistas y señoritos andaluces a Susana
Díaz y los suyos, mandando a esta a bailar sevillanas, es patético, y pone
bien al descubierto el encono con que se están desarrollando los
acontecimientos, además de la altura intelectual de la militancia o, al menos,
de una parte de ella, que lo votó. Creo que mientras más se dilate la
situación, más van a decidir las tripas en lugar de la cabeza, y más van a
influir en unos y otros los resentimientos personales, los egoísmos, los deseos
de revancha y la cortedad de miras.
Desde mi punto de vista, el
principal desacierto que ha llevado a Sánchez a perder elección tras elección,
cuesta abajo en la rodada, ha sido el de querer ocupar un espacio político que
no le correspondía. No sé si por inexperiencia, por ambición o por una
sobredosis de megalomanía, se ha metido en corral populista ajeno y coqueteado
con gallitos que se le acercaban, solo, para darle el picotazo definitivo. Y
con él, a su partido. Al fin, una nueva versión de lo que ya hicieron con IU. Tan
es así, que le ha faltado tiempo a Errejón
para salir al retortero anunciando la simpleza de que la quiebra del PSOE es la
quiebra del régimen de la Transición. Y es que Sánchez ha desvirtuado el
mensaje socialista de tal forma que ha acabado siendo una mala imitación de ZP, el suricato leonés, que ya son
ganas de pifiarla. Y además, por decencia, por amor propio, por el bien de su
partido, hace tiempo que debería haber dimitido. Nada de esto estaría pasando.
En fin, el problema es trágico. No
solo para el PSOE, sino también para España, que tiene mucha necesidad de él y
de que sus aguas vuelvan a un cauce que nunca debió ser desbordado. Dicen que
la dirección del PP está brindando por lo que ocurre. No lo sé. De lo que sí
estoy seguro es de que Podemos y sus círculos sí lo estarán haciendo. Con ron
venezolano, por supuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario