Este pasado lunes, 28 de marzo, se
cumplieron 74 años de la muerte de Miguel Hernández en la cárcel de Alicante. Y
si un día después de la efeméride él no pudo removerse en su tumba, a mí sí se
me revolvieron las tripas viendo la utilización miserable y zopenca que la
líder de Podemos en Andalucía, esa cretina con faralaes llamada Teresa
Rodríguez, hizo del poeta al compararlo con Andrés Bódalo Pastrana, militante
podemita del Sindicato Andaluz de Trabajadores, con motivo del ingreso en prisión de este. La verdad es que
cada vez que un político, iluminado o no, echa mano de la figura de un escritor
para arrimar el ascua a su sardina, a mí, de entrada, se me abren las carnes,
porque normalmente lo hacen para manipular su figura y su obra con un
desparpajo cochambroso que da asco. Y si el aludido ya no está entre nosotros
y, por tanto, carece de voz para poder ejercer el derecho de réplica, es que me
llevan los demonios. Así que cuando leí el tuit de la mentada mameluca, -"¿Sabéis a quién me recuerda hoy Miguel
Hernández? A Andrés Bódalo"-, me cogí un cabreo que todavía me dura. Y lo que
te rondaré, morena, porque la equiparación indecente que hace entre un poeta
sublime cuyas únicas armas fueron la voz y la palabra, y un energúmeno que
utiliza puños y patadas para defender sus argumentos, me pareció, sin entrar en
muchos más detalles, algo así como relacionar los bollos de leche de La Cubana
con la boñiga fétida de una vaca con disentería.
Y es que la trayectoria activista
del tal Bódalo, que le ha llevado a dar con sus michelines en la cárcel, es
para no perdérsela. El tipo, con la misma gorra estrellada y calada en sentido
inverso desde hace 15 años, con lo que tiene que acumular saín para nutrir las
botas de todos los militares de la 2ª Región Militar, acarrea hasta cuatro
condenas por actos violentos: La primera, cuando formando parte de un piquete
informativo en la huelga general del año 2002, destrozó una heladería en Úbeda,
que ya es informar con contundencia; la segunda, dictada en 2011, por el asalto
a la Consejería de Agricultura en 2005, en cuyo desarrollo propinó, en amigable
charla, puñetazos a varios policías, y que se saldó con penas de uno y dos años
de cárcel respectivamente, suspendidas con la condición de que no volviera a
delinquir; la tercera, de 2014, por altercados en la presentación de un libro
de Sabino Cuadra, diputado de Amaiur, en Jaén; y la cuarta, dictada el 27 de
octubre de 2015, por la agresión en 2012 al teniente de alcalde socialista del
Ayuntamiento de Jódar, y en la que se le condena a tres años y medio de cárcel,
y no a uno solo como a los otros tres compañeros acusados, al aplicársele el
agravante de reincidencia. La biografía poética e intelectual de la criatura,
ya se ve, es digna de medalla. En fin, dado que renunció a presentarse
voluntariamente en prisión, entre él y sus compañeras y compañeros de lucha
organizaron el sainete de la acampada solidaria a la espera de que la policía
fuera a detenerlo, espectáculo que resultó tan folklórico y panderetero como
estaba previsto, sobre todo cuando el protagonista principal, encumbrado a
mártir de la lucha obrera y campesina por la propaganda mendaz de su jarca,
rompió a gimotear de manera inconsolable. Ver a este matasietes de baratillo
hacer pucheros como si fuera la Pucheritos de Toyse, fue un espectáculo del
todo grotesco que dejó al descubierto la cobardía y falta de amor propio que
adornan al individuo. Los ídolos de barro es lo que tienen.
No obstante lo anterior, siendo
como es concejal liberado en el Ayuntamiento de Jaén, ya ha anunciado que no
piensa renunciar al acta y que seguirá ejerciendo las funciones inherentes a su
cargo, porque conoce a fondo los problemas de los barrios jienenses más
desfavorecidos y a ellos se debe. Él, quizá, en ‘petit comité’, lo ha dicho a su
manera, algo así como: “Al que venga por mi acta de concejal, le aviento un par
de hostias que lo espabilo. Así que… ojito, garabito”. Pero el resultado viene
a ser el mismo. Si se lo conceden, sin pretenderlo ni entenderlo, podría
convertirse en el primer caso de oxímoron viviente del que se tiene constancia,
al coincidir en su persona las realidades opuestas y excluyentes de estar
liberado y preso al mismo tiempo. Un fenómeno, primo. Ríete tú de la paradoja
del gato de Schrödinger.
1 comentario:
Una descripción tan acertada, que no tengo más remedio que descubrirme y mostrarme totalmente de acuerdo con ella.
Mi enhorabuena, maestro.
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