Esa es otra |
Si de verdad nuestro presidente
bifronte cree consistente ambos planteamientos, digo, la justificación del impago y el método
elegido para llevarlo a cabo, no puedo
hacer otra cosa que preocuparme seriamente,
porque esto me llevaría a poner en cuarentena su capacidad de raciocinio
y de discernimiento. Si, como me malicio, se trata solo de una artimaña política
en busca del vericueto que le permita eludir el pago, los argumentos esgrimidos
son tan de ‘mírame y no me toques que si me tocas me caigo’, que mi
preocupación, sin disminuir en su intensidad, al huir de la sartén de su
hipotética falta de lucidez me hace caer
en las brasas de su presunta torpeza. Me escapo de estas angustias
especulativas creyendo que el presidente-consejero debió de pensar, cuando
soltó la patochada presupuestaria, que los alcaldes del PP de los ayuntamientos
afectados eran tontos de capirote, y los del PSOE, a pesar de ser listísimos,
se harían los bambarrias y callarían dóciles por aquello del centralismo
democrático de los partidos, ese invento
para incautos que viene a ser la misma sinrazón que la horizontalidad vertical,
pero más cargada de bombo. Y sus administrados, además de tontos y manejables,
o quizás por serlo, acabaríamos creyéndonos todo lo que dijera con el
desparpajo al que nos tiene acostumbrados.
Y es que, -como bien me comenta mi amigo Alberto-, vamos a ver: ¿Cómo quiere este político desdoblado hacernos tragar que
para mantener los servicios del SES, que tiene presupuestados este año 1.534
millones de euros, son de vital importancia los 2,4 del IBI, que suponen sólo
el 0,16% del total? Es como si yo le digo que no le invito a una caña porque,
si lo hago, no llego a fin de mes. Una paparrucha de órdago. Y lo de equiparar
los centros sanitarios con centros educativos no le va a la zaga en cuanto a
inconsistencia. En qué lo basa, ¿en los MIR, en las prácticas de los pre o
posgraduados? Está tan traída por los
pelos la excusa de mal pagador que, si es por eso, podría acogerse al chollo
condonante cualquier empresa de titularidad pública que, en algún momento,
tuviera entre sus trabajadores alguno con contrato de prácticas. Eso es
confundir la parte con el todo, categorizar la anécdota a martillazos. ¿No
sería mejor, en vez de andar haciendo encajes de bolillos ridículos, tratar de
modificar la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, dar cabida en ella a la
exención de los centros sanitarios públicos y se acabó la historia? No sé, yo
no entiendo mucho de esto, pero es lo que se me ocurre para zanjar el problema.
Y hasta tanto se consigue, pues a pagar como cualquier hijo de vecino.
En fin, creo que el ejemplo que la
Junta de Extremadura da a los ciudadanos
tratando de escabullirse, con subterfugios tan enclenques y
disparatados, del pago de un impuesto al que la ley en vigor le obliga, es poco
edificante. Y nada pedagógico fiscalmente hablando, porque nos deja la puerta abierta a los sufridos
sujetos pasivos de las distintas haciendas, nacionales, locales y autonómicas,
a hacer nuestro el disparate y a que nos abstengamos de pagar el IBI, el IVA,
el IRPF, el Impuesto de Circulación, las tasas de la ITV y cualquier otro
crujido que se me olvide, en aras a mantener los servicios educativos y
sanitarios de nuestros respectivos hogares. Porque si a él le vale este
pretexto, ¿por qué no va a valernos a nosotros?... Ahora, eso sí, las cañitas y
las zampas ni tocarlas, ¿vale?, que hasta ahí podíamos llegar, primo.
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