En mi artículo del sábado pasado, enunciaba la
angustiosa hipótesis de que a algunos de nuestros gerifaltes políticos se les
estuviera yendo la olla, si es que alguna vez la hubieran tenido acorde. Y hete
aquí que, los acontecimientos que se han desarrollado esta semana, no han hecho
sino corroborar mis temores hasta el punto de hacerme llegar al convencimiento,
no ya de que estén en el camino de una pérdida gradual del oremus, es que han llegado al final del proceso, lo que
supone un extravío difícilmente recuperable. Un Corredor sin retorno en el que, muchos de nosotros, sin comerlo ni
beberlo, sólo por el hecho de vivir donde vivimos, nos transformamos, por
ósmosis, en la reencarnación a la fuerza de un Johnny Barrett que
nunca quisimos ser.
Y de la majadería de
Calvo, a la ruindad de Echenique, al
que no le importa anatemizar en las redes sociales a dos periodistas de dos
diarios no afines, tildándolos de sicarios. Primera embestida del sobrero: «Me cuentan que un sicario mediático de El Español anda preguntando
al Ayuntamiento dónde vivo para venir a acosar a mi familia. Es una dinámica
muy peligrosa. No deseo que se generalice y le acabe pasando lo mismo a otras
personas públicas como Pedro J, Ayuso, Casado o Abascal».
Segunda: «Inda ha enviado al sicario
mediático Entrambasaguas a mi casa a
acosar a mi familia y a mis vecinos. Pronto podréis leer un señalamiento en su
tabloide OKcloacas para que Vox sepa dónde enviar a sus perros de presa. Es muy
peligroso generalizar esta dinámica mafiosa». Pues nada, que Marlaska mande a un escuadrón de la
Guardia Civil a las puertas de su casa para protegerle, como ha hecho con su
jefe de centuria. Porque el miedo es libre, e incluso al más bragado, llegado
el momento, se le empuercan las costuras del calzoncillo.
Y para colmo de males, las reformas laborales., si se me permite el ripio. Pues eso, que el presidente Pedro Sánchez, léase Iván Redondo, de vuelo bajo, firmó un acuerdo con Bildu, con Lastra y Echenique de cabezas interpuestas, no sé si con nocturnidad y alevosía aún en maitines, para derogar la Reforma Laboral de 2012 a cambio del beneplácito de los ‘etarroides’ a su prórroga del Estado de Alarma. Y mientras Cs hacía el canelo “in albis” tragándose la quina del engaño, la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, de las pocas del Gabinete que sabe lo que tiene que saber del cargo que ocupa, se opuso rotundamente al engendro. Parece que, por ahora, el acuerdo está en suspenso tras borrar el PSOE la frase “de manera íntegra” que figuraba en el original. Pero el vicepresidente segundo del Gobierno, Iglesias, sigue defendiendo el primigenio. Y ahí andan los dos machos, a ver quién mea más lejos. Para más inri, por si fuera poco el lío, volvió a salir a la palestra Rafael Simancas, para soltar su sinsorga, al aducir, mintiendo con la oscuridad que le es propia, que dicho acuerdo se había hecho por la necesidad de los votos de Bildu para prorrogar el estado de alarma y, así, «salvar vidas». ¿Salvar vidas con los asesinos que sembraron de cadáveres nuestras calles...? Pues sí, eso farfulló este menda y se quedó tan pancho. Pues yo digo lo que dice el refrán: «Cuando el lobo come con el can, de acuerdo están». Y doy por bueno este segundo ripio triple. Es lo que hay, mal que me pese, primo
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