Il
dolce far niente prolongado del que disfruto desde mi jubilación me ha
hecho un experto en soledades. Y un sibarita en remolonear madrugadas. Poco a
poco, un día tras otro, ensimismadamente, me he ido instalando en la creencia
de que el tiempo es un esclavo triste, de que su paso es un triunfo de los míos
con cada advenimiento de la luz, con cada entrega al sueño. De este modo,
relativizando la crueldad de su intransigencia, siento que consigo ganarle la
partida. Sé que él seguirá siendo, que al final, cuando yo ya no esté, ni tú,
ni nadie, él continuará atado a su servidumbre, a su obligado transcurrir
monótono, aburrido. Pero me iré con la certeza de una victoria que no es tan
solo mía, la comparto con vivos y con muertos porque hasta que eso llegue, habré disfrutado de
caminar al compás de su ritmo, regodeándome en su pesar, en su impotencia,
mientras lo desprecio y me ensaño en su fracaso con cada amanecer, con cada
latido de mi corazón, emoción tras emoción, muerto tras muerto. Y lo humillo al
refugiarme en el fulgor de la luz de unos ojos que me dan la razón de vivir. Venzo
su exactitud en cada silencio, en cada mirada furtiva, disimulada, absorta, que
recuesto en aquellos a quienes quiero y que él, mientras yo amanezca, no podrá
impedirme. Juego con la ventaja de que se sabe esclavo de sí mismo.
Mi melliza y yo. |
Busco la soledad como una huida. Y
mientras disecciono la tarde cual un forense experto y descubro el misterio de
la melancolía, suena el tiempo en mis manos. Hay arrullo de intentos detrás de
las palabras que laten en mi pecho. Vivo los días, los años, el instante
infinito de un trayecto al vacío, sabiendo que el avance es retroceso en el
tiempo que vive o duerme uncido a lo inflexible de su marcha. La vida es tan
cobarde que al compás de la artrosis va cavando trincheras, va separando
sueños, invita a la distancia, predispone al olvido. Recupero la duda y asumo
la ignorancia para matar su inercia. Porque asumiendo lo que ignoro, esa mujer
bifronte que intenta camelarme dejándose querer, nunca podrá ganar. Y doy a la
añoranza atisbos de futuro. Desconcierto de caminante quieto. Trucos de
ilusionista en esta feria impuesta.
Mi perro, Chaqui. |
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