(Fuente: minube.com) |
Había en El Puerto de Santa
María un bar minúsculo situado en la Ribera del Marisco, que ocupaba el zaguán
de una casa baja de apenas 4 metros cuadrados. Tomarte una caña en él resultaba
ciertamente complicado porque ahí sí que el dicho de que “tres son multitud” se
cumplía de todas, todas. Pero sus
tortillitas de camarones merecían cualquier sacrificio. Haciendo de la
necesidad virtud y dando muestras de esa gracia innata y espontánea que suelen
tener los gaditanos, (con las excepciones de rigor tipo Kichi), el local se llamaba “Échate Payá”, que era lo que tenían
que decir los parroquianos recién llegados a los cofrades que lo abarrotaban,
no más de 3 o 4, para poder llegar y abrirse hueco en su barra de escaso metro
y medio. Ya no existe. Pero le ha sucedido el “Nuevo Échate Payá”, con salón
comedor incluido, en el que se siguen sirviendo las famosas tortillitas de
camarones o las criadillas al “échate payá” y que, continuando con la tradición
de su antecesor, tiene también una barra más que pequeña. Y digo yo que, visto
lo visto, parece que los líderes de Podemos han sido abducidos por aquel
antiguo bar de tapas porque, como en él, andan con ansia viva creciente y cada
vez más enconados propinándose codazos, empujones y puñaladas traperas para
conseguir llegar a la barra y hacerse con la cerveza y la tapa que para ellos
es la Secretaría General del partido. Me recuerda esta situación a la que
vivió, acaso de manera menos estentórea, la UCD, que supuso el principio de su
fin. No sé si caerá esa breva, pero no hay que dejarla de tener en cuenta.
(Fuente: La Vanguardia) |
Obviando el regocijo íntimo que
me produce ver a estos adánicos autoproclamados
iconos de la pureza política, caer hasta el extremo en los vicios de la
vieja clase dirigente, de esa que llaman casta y a la que desprecian por añosa
y anquilosada, la situación viene a confirmarme en mi barrunto de que este
tinglado redentorista tiene más artificio que fuste y que su estructura,
aparentemente bien consolidada, no deja de ser un castillo de naipes asentado
sobre el narcisismo de unos, la inflexibilidad de otros y la palabrería hueca
de casi todos. Si a eso le añadimos un pastiche ideológico de marca mayor, con
anticapitalistas, renegados de IU, ‘podemitas’ duros, ‘podemitas’ blandos,
federalistas, separatistas, filoetarras, mareados y grupúsculos variopintos,
cada cual arrimando el ascua a su sardina y queriendo trincar magro, asombra
comprobar cómo este invento ha podido durar tanto sin que se le desencajaran
los goznes. En cualquier caso, y a pesar de todo lo anterior, por más que sus
protagonistas quieran disimularlo bajo una pátina de confrontación ideológica,
de puntos de vista diferentes en cuanto a la estrategia adecuada para lograr la
liberación de todos los oprimidos por el yugo del capitalismo asesino, el
problema no deja de ser tan pedestre como el de un “échate ‘payá’ que las
criadillas son mías”.
(Fuente: abc.es) |
Repito que siempre tuve la
impresión de que estos iluminados, en su mayoría, no eran más que una pandilla
de embaucadores con más cuento que Calleja,
unos sacamuelas capaces de vender crecepelo al hombre lobo. Si contaban,
además, con el refuerzo del centralismo democrático y los métodos estalinistas
que dejaban traslucir en algunas de sus actuaciones, pensé que iban a poder
mantener en paz la jaula de grillos que es su organización. Pero la carne es
débil y hasta la persona más recta puede torcerse ante las tentaciones de la
chicha. Sobre todo si, como en este caso, estos ya entraron oblicuos al
reparto. De modo que en cuanto pisaron moqueta, (o se sentaron en ella, según
el caso), y probaron los sillones de respaldo alto, las dietas cuneras, la
comodidad de los coches oficiales, el nepotismo descarado y los sueldos del
birlibirloque, líderes y corifeos, desprovistos de disfraces, ahí están a la
greña para ver quien se lleva el gato al agua y la cañita al gaznate. El
próximo fin de semana, en Vistalegre, se resolverá el enigma. Y espero tener
razón. No solo porque crea que lo mejor para España es que estos fariseos
queden desenmascarados y ocupen en la vida política el lugar residual que les
corresponde sino porque, si toda esta riña de gatos no ha sido más que una
pantomima dentro de un sainete, un combate amañado en el que los contrincantes
acaben morreándose apasionadamente, me tendré que ir de España por un tiempo. Y
es que esta teoría del paripé con final besucón es la que defiende mi amigo y
maestro Tomás Martín Tamayo. Y si al
final él acaba teniendo razón y yo no, la que me espera es de aúpa, primo.
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