La Universidad de Extremadura se
parece con frecuencia, y según en qué, a los patios de vecinos. En ellos, ya se
sabe, unos y otras se asoman a las ventanas y se intercambian chismes, rumores,
cotilleos, habladurías y, a veces, noticias. Si sustituimos patio y ventanas
por pasillos y despachos, el decorado cambia, pero el espíritu chinchorrero,
no. Y digo esto porque el pasado miércoles un runrún empezó a circular por el
edificio del Rectorado de Badajoz, y se fue extendiendo como una niebla espesa.
La niebla no ocultaba a los atormentados espíritus de los tripulantes de un
barco naufragado, como en la película de John Carpenter, sino un rumor que, en
algunos timoratos, producía la misma cara de asombro que los vengativos
fantasmas a los habitantes de Antonio Bay: “La secretaria general se ha ido”. “¿Se ha ido o la han echado?”. “No sé, pero, según me han dicho, ya no está”.
Algún avispado, o quizá avisado, entró en la página Web de la UEx y confirmó el
rumor, que pasó ya a ser noticia: la secretaria general había dejado de ser Inmaculada Domínguez Fabián y ahora era María
Isabel López Martínez, hasta ese momento vicerrectora de Extensión
Universitaria. Bien es verdad que aparece con la coletilla inquietante de
‘Secretaria accidental’, no sé si porque se encuentra en el nuevo cargo por
accidente o accidentalmente, que aunque parezca lo mismo, no es igual. ¿Se
imaginan que una mañana una consejera del gobierno extremeño fuera ‘suspendida’
fulminantemente de su cargo, que su puesto fuera ocupado por otra consejera,
las funciones de esta consejería, ahora sin titular, se repartieran entre todas
las demás, la portavoz del gobierno no lo comunicara donde quiera que tuviera
que comunicarlo y solo pudieras enterarte del cambio en el gobierno consultando
el directorio del portal de la Junta? Pues eso es lo que ha ocurrido en la UEx.
Hasta que dejó de ocurrir, claro, porque como decía al principio este organismo
se parece con frecuencia a un patio de vecinos y, sin comunicado oficial ni
gaitas, algunos ya supimos, en su momento, lo que había ocurrido: un presunto
delito de falsedad documental de la susodicha para favorecer a su marido en un
concurso, denunciado ante la Fiscalía que, según su leal saber y entender, admitirá
o no a trámite. Y la incoación del oportuno expediente disciplinario.
Si torpe ha sido la posible
tropelía de la fulminada, igual de torpe o más ha sido, y está siendo, la gestión
de la misma por parte del rector y del Gabinete de Información y Comunicación
que depende de él. ¿Cómo es posible que después de un cambio de esta gravedad
en su equipo, nadie haya salido a dar explicaciones detalladas en un comunicado
oficial? ¿Qué motivos pueden aducir para justificar este oscurantismo? ¿Y
cuáles para la falta de respeto, rayana en el desprecio, a la comunidad
universitaria y la sociedad extremeña a las que dicen servir? Esta falta de
transparencia, ¿esconde intereses espurios o son solo producto de ese sentido
patrimonialista y cortijero que ciertos cargos públicos sienten inherentes a
sus cargos? Y con la que está cayendo, ¿dónde está el rector, escondido,
desconectado y sin dar la cara? ¿Estará de ejercicios espirituales en el cotolengo de Santa Eduvigis, haciendo una cobra poliédrica, asistiendo a
reuniones de la CRUE, de picos pardos, camuflado en un rebaño de avestruces ?
¿Y qué sentido tiene un Gabinete de Información y Comunicación que ni informa
ni comunica? ¿Es solo un tributo electoral inservible que hay que financiar? ¿Cómo
ha afectado al prestigio de la UEx el escaqueo de su rector y su gabinete en
estas turbiedades? ¿Acaso les importa? Demasiadas preguntas para las que no
encuentro respuestas, aunque las intuya y se resuman todas en una sola palabra:
desvergüenza.
En la edición digital del HOY de
ayer, la noticia, -con una información de J.J. González mucho más completa de la que disponíamos hasta
ese momento-, acababa con un párrafo que a mí, como funcionario de la UEx, me
ha preocupado por lo que, conociendo el percal y no fiándome de Donald y homólogos, pueda apuntar de
injusticia: “La Uex ha abierto un procedimiento
interno de información reservada para determinar cómo se han podido
realizar las compulsas de títulos no auténticos, tanto la licenciatura en
Económicas como un certificado académico del marido de Inmaculada Domínguez”. Digo
que a ver si ahora el cabeza de turco de todo este asunto apestoso va a ser el
funcionario que compulsó un título que quien le entregó, -¿la propia secretaria
general?-, sabía que era falso de toda falsedad. Espero que los liberados
sindicales-representantes del PAS estén atentos al desarrollo de ese
expediente, no vaya a ser que pague el pato el que menos culpa tiene. Aunque
tampoco me fío de ellos, primo, qué quieres que te diga.
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