y
de su ciencia no dudo,
mas yo que soy hombre rudo,
y aunque de esto poco
entiendo
diariamente estoy viendo
que aplican la del embudo.
Esta
sabia reflexión, refiriéndose a la ley, pone José Hernández en los labios del
protagonista de su extenso poema narrativo El gaucho Martín Fierro, escrito
nada menos que en el año 1872, perfectamente “traspolable” (Manzano dixit) a
nuestros días y que traigo a colación a raíz del asunto viajero de Monago,
aireado hasta el empacho a los cuatro vientos en redes y medios, sobre el que
ha opinado hasta el Tato, (incluido este que lo es), y por el que se ha visto
sometido a todo tipo de críticas y descalificaciones. El peso de la púrpura
puede resultar aplastante y más si, como en este caso, el manto que te han
adjudicado o con el que te has cubierto es el de memeces como “verso suelto”,
“barón rojo” o “adalid de la transparencia” y después te pescan en un desliz
tan opaco como el de los viajes canarios. Por eso no entiendo cómo aquellos que
en tropel salieron a linchar al supuesto hipócrita, andan ahora mudos como
piedras ante un episodio muy similar en cuanto a sus implicaciones éticas se
refiere y, sobre todo, en cuanto a la contradicción dolosa entre los principios
proclamados por su protagonista y su actuación en él. Y, a mayor abundamiento, si
el pago de los billetes de avión de aquél, aun pudiendo ser legítimamente criticable,
está dentro de la legalidad, pero el cobro de honorarios de este otro puede
contravenir, de entrada, la Ley 53/1984 de Incompatibilidades que le es
aplicable.
Decir que no entiendo el porqué de
esta diferencia de criterio a la hora de las reacciones habidas ante dos casos
tan parecidos, ha sido solo un recurso retórico que he utilizado, entre otras
cosas, para aumentar el número de caracteres con espacio que me tortura cada sábado,
ya que, y al título de este artículo me remito, las razones están claras. Y más
que claras cuando sabemos que el segundo embrollo al que me refiero es al protagonizado
por Íñigo Errejón, colíder de Podemos, y su contrato temporal de trabajo a
jornada completa firmado con la Universidad de Málaga. Como primera providencia
a contemplar, la plaza a cubrir está encuadrada dentro de un proyecto de
investigación financiado por la Secretaría General de Vivienda de la Consejería
de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, dirigida por Amanda Meyer, hija
de Willy, candidato dimisionario a las elecciones europeas por IU, y hermana de
Tristán, trabajador de Producciones “Con Mano Izquierda”, que realiza el
programa La Tuerka, productora en la que Pablo Iglesias, hasta hace poco,
figuraba como director de contenidos y creatividad. Además, gracias a que esta
hada madrina les facilitó la entrada, IU es ahora uno de los mejores clientes
de Producciones CMI. Transversalidad relacional pues, por decirlo en su
lenguaje. (Por cierto que Pablo Iglesias tenía registrada esta empresa, a todas
luces mercantil, como una “entidad cultural sin ánimo de lucro”, algo así como el
Instituto Nóos de Urdangarin, pero en plan progre-mediático-lambuzo).
Vayamos a la verticalidad. El
director del proyecto es Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada en la
UMA y amigo de Errejón, al que avisó, al tiempo que a otros amigos en paro, de
la oferta de trabajo. Quiso el destino, siempre veleidoso, que de todos los
avisados y de todos los que se enteraran de esta convocatoria, publicitada,
según nos dice su responsable, siguiendo la normativa vigente, sólo se
presentara a la misma el avispado Errejón. Y a él le fue adjudicada plaza tan
golosa. El contrato, repito, era en régimen de jornada completa, con un horario
de 8 a 16 horas de lunes a viernes, lo que completa 40 horas semanales. Se
firmó el 17 de marzo por una duración de tres meses prorrogables hasta la
finalización del trabajo y con un sueldo bruto de 1.825 euros mensuales. En
fin, a tope. No seré yo el que diga que esta serie de bienaventuranzas que
concurrieron en el feliz desarrollo de la peripecia laboral de este doctor
ubicuo haya sido debida a que Alberto Montero, además de profesor de la UMA, es
miembro del Comité de la Dirección Política de Podemos y vicepresidente de la
Fundación CEPS, en la que Errejón colabora desde hace años. Ni que ello haya
influido en que, aunque el contrato especifica un horario concreto con
excepciones puntuales, se hayan
invertido los términos hasta hacer de la anécdota categoría y así permitir que,
de marzo a setiembre, Errejón sólo haya acudido dos veces a su centro de
trabajo, absorbido como estaba en su lucha contra la casta y sus privilegios. Ni
que haya tenido que ver con que el contratado siguiera contratado de forma
ilegal al incumplir la citada Ley 53/194 de Incompatibilidades, simultaneando
el sueldo de la UMA con los haberes recibidos de Podemos y Producciones CMI por
su contribución en la lucha contra la
casta y sus privilegios. Casi de manera simultánea a que se hiciera público
este colegueo endogámico, Errejón comunicó a su jefe, en llamada telefónica,
que renunciaba a la plaza que tan limpiamente había conseguido y a la que,
según declaración de un cualificado portavoz de Podemos, había dedicado “el
poco tiempo libre que tiene”. Pero es que el tiempo libre que le queda a este
filántropo después de luchar contra la casta y sus privilegios no tiene precio.
O sí: 1.825 euros al mes. Una miseria sin duda. Injusticias de este puto
sistema capitalista, o sea.
1 comentario:
Son todos iguales.¡Qué asco!
Muy bueno el comentario.
Un abrazo.
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