martes, 3 de noviembre de 2020

ABUELEANDO III

 

Mi nieta dice un «no» suyo

cuando quiere decir no

que es un «no» nada corriente.

Depende de su cabreo

para que el «no» que te dice

sea el grito de un ¡«ga»! tajante

del que no puedes huir;

o tan solo un penduleo

de cabeza, y un «ga» plácido

del que, por mucho que quieras,

tampoco puedes huir,

porque es un «no» sin remedio

lo que te quiere decir.

 

Ella sabe que sabemos

que su «ga» es decir «no»,

mas no quiere decir «no»

como dicen los demás,

porque no le da la gana

de andar diciendo que no

cuando quiere decir «ga».

 

Su forma de decir «sí»

es otra cosa distinta.

Hay que mirarla a los ojos,

que ella pestañea dos veces,

para decirlo.

                      Y así

si no la miras, no sabes

que está diciendo que «sí»

porque se queda en silencio.

 

Sin mirarla,

si dice que no, sabemos

lo que acaba de decir,

porque nos grita diciéndolo                                        

en su lenguaje infantil.

Pero si dice que sí,

(callada, media sonrisa,

boca de pitiminí)

hay que mirarla a los ojos

porque intuye, sin saberlo,

que los ojos, cuando hablan,

nunca han sabido mentir.

 

Y quiere, con su silencio,

que la mires a los ojos

cuando te dice que sí.

Y mirarte ella a los tuyos,

y que la veas sonreír,

y le digas entregado,

sin hablar,

que no hace falta decir

lo que los ojos ya dicen

diciéndolo sin decir.

Y, si es que sí,

sin remedio,

seguro que será sí.

 

Y atente a las consecuencias

si dices que «ga» a su «sí».

 

 

 

 

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