sábado, 13 de junio de 2020

BARBARIE SOBRE BARBARIE


Hace más de dos años, escribí dos artículos que eran uno: Escuela feminista... y ... Y su decálogo. En ellos (o en él)  hablaba de la ocurrencia que, bajo el título Breve decálogo de ideas para una escuela feminista, firmaban al alimón en la revista TE del gremio de la enseñanza de CC.OO.,  Yera Moreno Sainz-Ezquerra, dizque ‘artista, investigadora y educadora’; y Melani Penna Tosso, profesora en el Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. Exponían en él cómo debería ser esa escuela, según la definición de feminismo propugnada por Gloria Jean Watkins, que al hablar de sexismo y de opresión señala, radicalmente, a esas estructuras sociales patriarcales que nos atraviesan a todas, a todos, a todes (sic), con las que hemos aprendido y en las que hemos sido socializadas. Y así, la escuela actual, al enseñarnos cómo entender el mundo y nuestra posición en él, lo hace bajo esos mismos parámetros sociales que legitima y reproduce y que, por tanto, son sexistas, racistas, clasistas, colonialistas y capacitistas (sic). En su decálogo, enumeraban 19 propuestas para lograr llegar a esa escuela libre de ‘-ismos’ aberrantes y conseguir la panacea iluminada del único y verdadero credo: El del feminismo de las que ambas son discípulas apostólicas. En mi artículo, entre otros, yo glosaba el 7º mandamiento de sus tablas mosaicas, que me resultaba el más doloroso por atávico, reaccionario, bárbaro y anticultural: El que insta a eliminar para el alumnado libros escritos por autores machistas o misóginos. Y entre los ejemplos que estas ignorantes nos ofrecen está el libro de Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Decía yo entonces: «Cuando leí ataque tan repulsivo a la libertad, me vinieron a la cabeza el ‘Nihil Obstat - Imprimatur’ de la censura eclesiástica franquista, el ‘Index Librorum Prohibitorum et Derogatorum’ inquisitorial, la quema de libros de nazis y fascistas, Fahrenhait 451... Porque el furor liberticida y demencial de todos estos y de ellas no será el mismo, (o sí), pero lo que plantean es igual de aterrador».

           
Me he acordado de estos dos artículos porque, tras la actuación del policía de Mineápolis asesinando, de manera alevosa, a George Floyd, ciudadano negro, con un descaro repugnante y mirando a la cámara que graba su bestialidad con la expresión chulesca de quien mata a una rata de cloaca o, aún peor, de quien se estuviera  abrochando los cordones de sus zapatos; tras los disturbios habidos en distintas ciudades de Estados Unidos y de Europa por este asesinato tan ruin y, desgraciadamente, tan cotidiano, que ha removido conciencias no necesariamente por el hecho en sí sino, sin duda, porque ha sido exhibido en los medios y su difusión en ellos moviliza a conciencias dormidas o, tal vez, deseosas de reaccionar con la misma moneda; digo que, tras George Floyd, única víctima directa de tan terrible suceso, han sido víctimas colaterales los comercios saqueados por la turbamulta. Y, ya puestos a añadir barbarie a la barbarie, la cadena HBO optó, de entrada, por suprimir de su parrilla la película «Lo que el viento se llevó», O sea, optó por cometer la misma tropelía cultural que nuestras ínclitas feministas pretenden, en su catecismo ideológico, hacer con Pablo Neruda y su libro. HBO ha rectificado y, lo que hará, será emitirla con un aviso. Así, aseguran que «la película volverá con una discusión de su contexto histórico y una denuncia de esas mismas representaciones, pero se mostrará tal y como se creó originalmente, porque hacer lo contrario sería lo mismo que afirmar que estos prejuicios nunca existieron». En fin, Melani y Yera no nos explican las razones que les llevan a tildar de machista a Pablo Neruda y los poemas del citado libro. Y bien que me intriga el asunto. Pero lo que yo no entiendo es la nota explicativa de la cadena de televisión yanqui, que trata de contextualizar en el siglo XIX el racismo en los Estados Unidos hablando de ‘prejuicios que existieron’, para condenar un crimen racista, (y, repito, cotidiano), de hace tan sólo unos días. Menudo sofisma. Sobre todo cuando se leen noticias, de cuando se proporcionaban por etnias estos datos, tales como que “el coronavirus mata seis veces más a la población negra de EEUU que a la blanca”. Pues eso, seguro que también es culpa de «Lo que el viento se llevó» y de los prejuicios que había en el siglo XIX.

           
          En cualquier caso, resulta desalentador comprobar que, para combatir problemas que tienen mucho que ver con la falta de cultura, o sea, con la falta del «conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico», la solución que se encuentre sea, precisamente, la que impide adquirir dichos conocimientos. Pues eso,  censuremos libros, películas, obras de arte, periódicos y cadenas de televisión; y destrocemos estatuas, monumentos... todo aquello que vaya en contra de nuestras ideas o saque a la luz lo impresentable de nuestra historia. Y al ‘juicio crítico’ que le vayan dando. Que ya está bien de criticar, primo.


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