sábado, 30 de noviembre de 2019

EL GAÑÁN MATASIETE


En el mes de mayo de 2012, tras la primera de las dos elecciones legislativas (6 de mayo/17 de junio) que se llevaron a cabo en Grecia por la mismas razones que estas dos últimas nuestras (28 de abril/10 de noviembre),  publiqué aquí un artículo titulado Parecidos razonables, referido a las semejanzas políticas de Grecia y España y en el que, entre otras cosas, decía: «... la desazón se transforma en escalofrío con los 21 escaños conseguidos por Amanecer Dorado, un partido ultranacionalista y nazi... cuyo líder, Nikos Mijaloliakos, es un energúmeno xenófobo con ademanes de perro rabioso, según afortunada imagen de Tomás Martín Tamayo en su artículo del miércoles... Por suerte no tenemos, hasta ahora, un partido aquí comparable a este engendro. Las heridas de la dictadura franquista todavía sangran y a las alimañas gamadas las hemos arrinconado en grupúsculos marginales. Pero, por si acaso, habrá que estar atentos, con ojo de chícharo».

Y unos meses después, en febrero de 2013, en El nido del cuco, volvía a la carga: «El decorado de crisis económica, recortes salvajes, paro galopante, desencanto político, casos significativos de corrupción y ausencia de futuro, es caldo de cultivo para que las ratas, maestras en aprovecharse de las fragilidades estructurales y de las grietas, se cuelen en el edificio. Y eso ya son palabras mayores porque, al menor descuido, pueden convertirse en plaga. En Grecia ya han dado la cara con el nombre de Amanecer Dorado. Aquí todavía no han asomado los bigotes, pero ya se las oye corretear por el sótano».

             
           
Lo que tenía que ocurrir ocurrió y en España ya campan por sus respetos, por muy irrespetuosos con los demás que estos sean, y pasean su dogmatismo atávico y sus neurosis por ayuntamientos y parlamentos. El último ejemplo de su intransigencia y su chulería la ha dado Ortega Smith, salvapatrias siniestro que ostenta la portavocía  de su caterva en el ayuntamiento de Madrid, además de ser diputado electo. Fue el pasado lunes, en el acto de homenaje que el Ayuntamiento de Madrid tributaba a las mujeres víctimas de la violencia machista, coincidente con el ‘Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra la Mujer’ promovido por la ONU. Los votos en contra del gañán y sus correligionarios habían impedido que viera la luz, por primera vez desde 2004, una declaración institucional de repulsa a tan sangrante lacra social. Pero no contento con eso, el interfecto subió al estrado a soltar su arenga obsesivamente negacionista y a humillar a las mujeres allí presentes. La mayoría de ellas, viéndolas venir y conociendo cómo se las gastan estos fanáticos con el tema de la violencia contra las mujeres, abandonaron el auditorio entre pataleos y gritos de ¡vergüenza! Pero Nadia Otmani (22 años en silla de ruedas por los tres disparos que le propinó el marido de su hermana cuando ella intentaba protegerla) no se movió. Ubicada junto al asiento del bravucón, cuando él, después de soltar en el estrado su inmundicia, se sentó a su lado, le cantó las verdades del barquero. Acobardado y dando muestras de su miseria moral, fue incapaz de mirarla a la cara mientras solicitaba ayuda para que la hicieran callar. Al día siguiente, aparentemente repuesto de su acojono, se presentó ante los medios repeinado y arrogante, con la mirada clara y lejos y la frente levantada, como víctima de una encerrona urdida por la extrema izquierda y una periodista de la Sexta... personificados en la imagen (que a él debió de parecerle aterradora) de una mujer indignada, ella sí víctima de la violencia machista, postrada en silla de ruedas. Lo cual, una actuación sin duda bochornosa, una anécdota transmutada en categoría que nos desvela la catadura indecente de este anonadado matasiete de guardarropía.

Tengo mis barruntos, pero me gustaría saber con certeza de dónde le viene a esta patulea retroactiva una misoginia selectiva tan pertinaz, tan maníaca, tan patológicamente obsesiva. ¿Complejos de inferioridad o de Edipo mal gestionados? ¿Temor transformado en odio? ¿Malas experiencias infantiles con madres o hermanas? ¿Conflictos o celos de pareja? ¿Deberíamos hablar de ginefobia o de machismo puro y duro? No lo sé, pero está claro que lo que quiera que sea ha tomado carta de naturaleza política e invadido su programa y sus actuaciones públicas en las que, unos y otras, no pierden ocasión de esparcir espumarajos vitriólicos en lo que a las mujeres víctimas de violencia machista se refiere, y de sembrar dudas sobre lo que esa violencia significa.

En fin, para terminar vuelvo al inicio de este artículo y a la comparativa entre Grecia y España que hacía. Las huestes de Amanecer Dorado consiguieron estar en el Consejo de los Helenos en las dos elecciones de 2012 a las que aludía y en las celebradas en 2015. En las de julio de este año consiguió 0 escaños.  De modo que a los griegos les ha costado 7 años librarse de estos mostrencos. Vox entró en nuestro Congreso de los Diputados este año y, si todo va como tiene que ir, tendremos elecciones en 2023. De modo que si homologamos, en el peor de los casos esta gentuza saldría de najas en 2027. Yo igual ya no estaré aquí, pero España y muchos de los que quiero, sí. Y con eso me conformo, primo.


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