(Fuente: RTVE) |
Parece que lo primero que hizo Urdangarin al llegar a la prisión de
Brieva fue preguntar por los servicios religiosos de los que podía disfrutar,
porque, según leo, él y la infanta se han refugiado con ahínco en la religión
en estos tiempos que viven de zozobra y mudanza. El penado, incluso, incluía entre
sus pertenencias una Biblia y un rosario que, según parece, reza o tiene
intención de rezar a diario, ignoro si en soledad o en compañía de sor Carmen, una monja adoratriz que
refuerza la labor del capellán católico y es la encargada de asesorar,
espiritualmente hablando, a quienes allí van a parar y solicitan sus servicios.
Me parece muy bien que cada cual se refugie en el parapeto emocional o místico
que mejor le parezca, a mayor abundamiento porque no viene sino a ser otra
muestra de cómo la religión es utilizada como consuelo o como refugio por
delincuentes de toda edad y condición, quizás con la esperanza de encontrar en
las alturas la misericordia y el perdón que la justicia terrenal no puede
concederles. Nada que objetar por mi parte, por supuesto. Sin embargo, siendo
España, como es, un país constitucionalmente aconfesional, es de suponer que
este apoyo espiritual a que todo preso tiene derecho por el hecho de serlo,
estará disponible también para quienes profesen una religión distinta a la
católica. Y junto a los capellanes católicos, la oferta de servicios
espirituales de nuestras cárceles esté abierta
también a rabinos, imanes, monjes budistas o gurúes, por poner solo
ejemplos de las más numerosas. Porque si no estaríamos en las de siempre,
retorciendo la constitución para incumplirla.
(Fuente: RTVE) |
Pues aprovecho que el Pisuerga pasa
por Valladolid y Urdangarin por Brieva, y hablando de constitución diré que el
hecho de que, en la toma de posesión del presidente Sánchez primero, y su
flamante gobierno después, no hubiera en la mesa más que un ejemplar de la
Constitución Española vigente, sin ningún símbolo religioso, me pareció un buen
comienzo. Es solo un gesto, ya lo sé, y si se queda solo en eso me temo que una
ocurrencia farsante más, salida de la fábrica del pasajero oscuro y ambidiestro
que ahora rige la tramoya monclovita, pero que si es veraz, aportaría un dato
elocuente de cuáles son las intenciones del gobierno socialista en este
sentido, que no pueden ser otras que las de intentar una reforma constitucional
que haga de España un país laico de una vez por todas, suprimiendo los
privilegios, económicos y docentes sobre todo, de los que goza en mayor o menor
medida la Iglesia católica desde los balbuceos de la dictadura franquista hasta
la fecha y que ningún gobierno democrático, con mayoría absoluta o sin ella, ha
tenido la valentía ni siquiera de insinuar. 80 años mal contados de purgatorio...
yo creo que ya están bien.
Sé que los apoyos parlamentarios
con los que cuenta el gobierno socialista hacen de esta empresa una ‘misión
imposible’, con mayor razón si tenemos en cuenta que Pedro Sánchez, aunque también vaya de guaperas, no es ni con mucho Peter Graves. Y además, para colmo de
males, no podría contar con los votos de los meapilas vascos y, al menos, de la
parte de los separatistas catalanes que se halle bajo la égida del frailón
mártir de Estremera. Pero en política hay batallas que por el solo hecho de
plantarlas suponen una victoria, aunque al final la dictadura de la aritmética
parlamentaria las compute oficialmente por perdidas. De modo que si el gobierno
de Sánchez lo intentara, estoy seguro que una mayoría de los ciudadanos
veríamos que la ausencia de Biblia y crucifijo en la toma de posesión no era un
gesto de mera propaganda, de pura mercadotecnia política, ni otra traca más de
cohetería vana orquestada por el mercader oscuro y ambidiestro que rige la
tramoya monclovita, sino un acto de coherencia ideológica y de una honradez
personal de la que tanto adolece últimamente la clase política española. Y que
además demostraría que el presidente del Gobierno de España no es ese patán
ignorante e inconsistente, rehén de sus socios circunstanciales que sus
adversarios políticos no se cansan de repetir que es, sino un político con
amplitud de miras, con la sagacidad suficiente para saber que la política es un
oficio en el que la cortedad de miras es pan para hoy y hambre para mañana.
En fin, disfrutaría si todas estas
elucubraciones de jubilado que he escrito se cumplieran. Y no se me caerían los
anillos, (entre otras cosas porque el único que llevo es el que canonizó a mi
santa el 13 de enero de 1979), si tuviera que hocicar públicamente y cambiar la
opinión que ahora mismo tengo de Pedro Sánchez, de su consistencia ideológica,
de su agudeza política, de su fuste personal. Pero, compartiendo mis temores,
tengo que decir que para una de las pocas veces en mi vida en la que estoy
dispuesto a rendirme sin condiciones, creo que la parte contraria no me va a
dar la oportunidad. Pues anda y que le den, primo, porque yo no puedo hacer
más.
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