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(Fuente: Twitter) |
El sábado pasado di razón aquí del
monográfico publicado en la revista TE de CC. OO.,
Breve decálogo de ideas sobre una escuela feminista. Por razones de
espacio y densidad de la fuente solo pude expresar mi opinión al introito que
precedía al ideario propiamente dicho, exordio que tampoco estaba manco en ese
sentido porque, con una sintaxis manifiestamente mejorable, dejaba bien claro el
corpus doctrinal que vendría después, diecinueve propuestas peculiares con las
que sus autoras,
Yera Moreno y
Melani Penna, nos dan las pautas para
conseguir, siquiera sea, un esbozo de la escuela feminista ideal.
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(Fuente: GloriaTV) |
La primera impresión que saqué al
leerlo no es nueva, porque resulta recurrente en muchos planteamientos
feministas, cual es la manía obsesiva que tienen por la paridad, por la
igualdad en el número. Creo que en otros campos debería ser indiscutible,
incluso desigual a favor de la
mujer, pero cuando se habla, como ellas hacen, de pintura, cine, literatura,
música, en definitiva, de arte, creo yo que lo que tiene que primar de entrada es la
calidad. Sobre todo si están tratando de aplicar esta selección a la escuela que
lo que debe pretender es enseñar, no adoctrinar. Porque reduciendo esta
propuesta categórica al absurdo se podría llegar a la aberración literaria de
incluir a Belén Esteban como escritora, para cumplir con el cupo exigido. Por
poner un absurdo bien absurdo, digo. Barrunto que en este dislate numéricamente
igualitario tiene algo que ver la 2ª Ley de la Dialéctica (marxista), esa que
habla de cantidad y calidad. Y en su aplicación mecanicista que resume la manida
y desatinada frase de que “la cantidad hace calidad”. Como no quiero meterme en
berenjenales que no me corresponden, echo mano del Diccionario de Filosofía de Rosental e Iudin, que dice al respecto: «Así como no hay que separar el
aspecto cualitativo del aspecto cuantitativo, tampoco hay que considerar los
cambios cuantitativos separadamente de los cambios cualitativos, como lo hacen
los metafísicos, para quienes el desarrollo es una simple evolución
cuantitativa. El método metafísico aplicado a la historia fue característico
sobre todo de los populistas...».
Pues más claro, el agua clara.
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(Fuente: Periodistadigital) |
Y de las ideas que plantean en su decálogo hay tres sobre
las que quiero detenerme. Empezaré por la 2ª, que dice:
«Emplear en el centro por el conjunto del profesorado un lenguaje
no machista, usando el femenino para hablar o el género neutro con la ‘e’, por
ejemplo, ‘
todes’». De lo que deduzco
que hablar correctamente, utilizando masculino o femenino según corresponda, es
machista para ellas. La pamplina es morrocotuda. Y yo me pregunto y les doy, a
mi vez, otra idea no menos estrambótica: ¿Por qué no añadir la ‘u’, a la que
veo igual de neutra para semejante empresa? El bable, así, les vendría de
primera, con sus
vaques, fabes, aliendu, cayau, guaje... Sería
cosa de que lo estudiaran y fueran punta o puntazo de lanza de un feminismo con
lengua propia.
Desde el año 1992, en España, a los alumnos musulmanes de
infantil, primaria y secundaria se les garantiza el recibir enseñanza religiosa
islámica. Hay ocho CC. AA. que lo hacen. Y pronto serán nueve con Extremadura porque
Vara ya se encaramó al carro
doctrinario. Sin embargo, en la recomendación 14ª, Yera y Natali proponen «eliminar la asignatura de Religión católica
porque una escuela feminista es una escuela, necesariamente, laica». Y la asignatura de religión islámica, ¿no debería también eliminarse? En fin, antes
de dar lecciones es conveniente sabérselas, más que nada para no quedar en
evidencia y evitar que los plumeros de la ignorancia y el sectarismo asomen más
de lo conveniente. Escuela laica, por supuesto. Pero laica sin excepciones.
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(Fuente: Todocolección) |
Y en la 7ª, la más alarmante para
mí, conminan a eliminar, para el alumnado, libros escritos por autores
machistas y misóginos. Eligen como ejemplos
Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, de
Neruda, y, cómo no, todos los de
Pérez Reverte y Javier
Marías.
¡Qué desparpajo en el veto se gastan
estas ínclitas! Me pregunto quiénes serán los verdugos que seleccionarán y
arrojarán a las tinieblas exteriores a este autor o a aquella obra.
Cuando leí ataque tan repulsivo a la libertad, me
vinieron a la cabeza el
Nihil Obstat –
Imprimatur de la censura eclesiástica franquista, el
Index Librorum Prohibitorum et Derogatorum inquisitorial,
la quema de libros de nazis y fascistas,
Fahrenhait
451... Porque el furor liberticida y demencial de todos estos y de ellas no
será el mismo, (o sí), pero lo que plantean es igual de aterrador. Tanto, que
han conseguido que vuelva a sentir un desasosiego antiguo y pringoso que ya
había dado por muerto, y bien muerto, hace más de 40 años. ¡Qué
dinilipen, primo!
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