sábado, 13 de mayo de 2017

DE ASOMBRO EN ASOMBRO

Mi añorado Jesús Delgado Valhondo, un inmenso pozo de sabiduría poética y vital, me aseguraba con la contundencia de sus manos volanderas en unos de esos encuentros de confesionario y vinos que nos traíamos los dos, que el día que empezamos a hacernos viejos es ese en el que empezamos a perder nuestra capacidad de asombro. “Porque envejecer es una cosa, Jaime, y ser viejo es otra. Como una cosa es la edad y otra los años que uno tenga”. Gracias a su revelación tengo que decir, entonces, que una de las cosas buenas que tiene este país, digo, esta España de nuestras entretelas, al menos para mí, es que me confirma un día sí y otro también que, a pesar de mis años, no he perdido la capacidad de sorprenderme. Aunque con frecuencia la situación epatante vaya acompañada de una buena dosis de irritación o tristeza, siempre me queda el regusto retranqueado, agridulce y un punto gozoso que me produce el sentir que no soy tan viejo como creen mis años. Como dice el refrán, ‘el que no se consuela es porque no quiere’ pero, en cualquier caso, bendito sea Jesús y benditas sus enseñanzas que me permiten soñar, asombro tras asombro, con la utopía de eludir el paso del tiempo, siquiera sea esta elusión apenas un espejismo esperanzado de mis afanes, un imaginario oasis en el desierto inclemente de lo inevitable.

(Fuente: hoy.es)
Estando en días de libros como estamos, (el próximo viernes se inaugura la 36 Feria de ellos en Badajoz), esta semana ha habido dos noticias, ciertamente peculiares, en las que han sido forzosos e involuntarios figurantes y que dan buena medida de las ventoleras que corren por algunas chavetas. Una de ellas se ha producido en Cataluña y la otra en Andalucía, como queriendo demostrar que la estulticia es un elemento de cohesión nacional que no entiende de fronteras o particularidades autonómicas. También es verdad que ambas, y aquí cada cual puede sacar sus propias conclusiones, han sido propiciadas por personas integradas o cercanas a las formaciones políticas emergentes nacidas alrededor del 15M, llámense estas círculos, mareas o confluencias, que han dado sobrada muestra de ser un vivero inagotable de espantos que, bajo la pátina de una solemnidad grotesca, oscilan desde la frivolidad hasta la sinsorga sin ningún tipo de complejos.

(Fuente: elmundo.es)
Y es así que el Instituto  de Cultura de Barcelona, inició una campaña de fomento de la lectura bajo el nombre de “Barcelona, Ciutat Llibre”. Una cucada que pretendía inundar la ciudad con carteles, banderolas y grafitis. Bajo el liderazgo de Jaume Collboni, teniente de alcalde socialista, el evento fue adjudicado en 108.000 euros a la empresa “After Share S.L.”, productora del publicista Risto Mejide. Yo no sé si, con el descaro al que tiene acostumbrados a sus seguidores, el individuo incluiría entre sus méritos haber llevado la campaña del PSC en las pasadas elecciones municipales, en las que logró la proeza de que el grupo socialista pasara de once ediles a cuatro, que no es peccata minuta. La guinda que remataba la parida propagandista presentada por el pretencioso icono televisivo, era la de enviar a Donald Trump un amplio surtido de libros elegidos por los libreros y bibliotecarios de Barcelona, porque “nadie más que él necesita abrir su mente”. La idiotez trompetera que rezuma la ocurrencia educadora ha provocado tal lluvia de mamporros dialécticos sobre sus urdidores, que no han tenido más remedio que renunciar a ella. Lo que me figuro que habrá sido un alivio para el presidente yanqui que, según me cuentan mis infiltrados, andaba en un sinvivir con el tema.

(Fuente: elconfidencial.com)
Al unísono o así, en Sevilla, Juan Porras Blanco, (“Huan Porrah Blanko” para la ocasión), doctor en Antropología Social y licenciado en Filosofía que alcanzó minoritaria y lastimosa popularidad en las redes siendo concejal en el ayuntamientode Mijas, presentaba el martes día 9 en Sevilla su traducción al ‘idioma’ andaluz de El principito, (“Er prinzipito” para la ocasión), de Saint-Exupéry, editado por el Sindicato Andaluz de Trabajadores. Leer las declaraciones de este esclarecido que confunde oralidad con lenguaje y lengua con acento, es ir de un asombro a otro dándote de coscorrones con lo inaudito y el absurdo más desesperante. Las idioteces contundentes que desgrana en ellas no tienen cabida en un cacumen medianamente recuperable. Entre otras dice que los andaluces, para enterarse de lo que están leyendo, tienen que leerlo en voz alta. Pues ahí va:‘Una beh, kuando yo tenía zeih z’añiyoh, bi un dibuho mahnífiko en un libro a tento’e la zerba bihen ke ze yamaba ‘Histoires Vécues (Ihtoriah bibíah’... Ese es el comienzo en ‘andalú’ de ‘Er prinzipito’. ¿Y ahora qué, primo, cómo ‘te s’ha quedao’ el cuerpo?...‘Pos revirao del to, velaíla’.

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