Tras la destitución fulminante, el
pasado mes de febrero, de la secretaria general de la Universidad de
Extremadura como consecuencia de la falsedad del certificado académico y del título
de licenciado en Económicas, presentados por su cónyuge para concursar a una
plaza de PDI en la Facultad de Empresariales y Turismo de Cáceres, publiqué en
estas mismas páginas un artículo cuyo título, Desaparecidos en combate, hacía referencia a la actitud silente del
rector y su Gabinete de Comunicación e Información sobre un escandaloso y
sintomático suceso del que los no iniciados en los arcanos del círculo de los
ungidos nos fuimos enterando por capítulos. Primero a través de la Radio Macuto que funciona, sin cables ni
antenas, por los pasillos y despachos de la docta casa y, después, por la
prensa regional. Por esta supimos que la UEx, o sea, su rector como máximo
responsable, había ordenado la apertura de un ‘procedimiento interno de
información reservada’ para averiguar cómo se pudieron compulsar títulos no
auténticos del marido de doña Inmaculada
Domínguez Fabián, la secretaria general fulminada. Y decía yo, entonces, confesando
mis temores: “A ver si ahora el cabeza de turco de todo este asunto apestoso va
a ser el funcionario que compulsó un título que quien le entregó -¿la propia
secretaria general?- sabía que era falso de toda falsedad”. Pues dos meses
largos después tengo que decir que, muy a mi pesar, mis temores se han
cumplido. Porque aunque el sospechoso oscurantismo con el que se está siguiendo
todo este proceso es ya de una turbiedad indecente, a través de Radio Macuto, cada vez más transmutada
en La Pirenaica, nos enteramos días
atrás de que al funcionario que compulsó los papelorios fraudulentos presentados
por el cónyuge, o por su cónyuge, se le había abierto un expediente
disciplinario. Una situación imprevisible y absolutamente injusta en la que el
corporativismo recalcitrante de unos y la ineptitud o el entreguismo de otros
puede acarrear resultados fatales para él, que le ha abocado a una depresión
que lo mantiene de baja laboral.
(Fuente: idesinenter) |
El mismo día, 2 de marzo de 1974, en
que fue ejecutado Salvador Puig Antich
en la cárcel Modelo de Barcelona, en la de Tarragona, 10 minutos antes, lo fue
también Heinz Chez (Georg Michael Welzel), que había
asesinado a un guardia civil sin motivo aparente. Su historia dio lugar a La torna, una obra de teatro escrita por
Albert Boadella en la que, en tono
de farsa, se presentaba esta ejecución como la maniobra criminal que el régimen
franquista utilizó para tratar de restar significación política a la de
Salvador. La ‘torna’ es el redondeo, la cantidad de mercancía que se añade para
alcanzar el peso exacto que se precisa. Salvando la distancia sangrienta que
separa ambos casos, mi impresión es que el funcionario expedientado ha sido, en
este, el redondeo de la secretaria fulminada, la víctima añadida en esta farsa
trágica.
(Fuente: Fonoteca de Radio) |
Y es que, según lo veo yo, el expediente
abierto es absurdo hasta lo esperpéntico, y solo puede entenderse si detrás de
su apertura hay oscuras e inconfesables intenciones, politiqueo cortijero de
baja estofa. Porque cuando se compulsa la fotocopia de un documento, lo que el
funcionario está certificando es que dicha fotocopia es “fiel reflejo del
original”. Con esta premisa, en el dislate que nos ocupa han podido ocurrir de
cosas: 1ª). Que el marido de la secretaria fulminada, ella misma o ambos al
unísono, presentaran original del título y fotocopia del mismo, (o incluso que
el propio funcionario se ocupara de hacerla), con lo que la actuación de este
es irreprochable. Porque, hasta ahora, la UEx no está dotada con un artilugio para
detectar la falsedad o autenticidad de tales documentos, como hay para los
billetes en bancos, supermercados y demás establecimientos; ni los funcionarios
estamos capacitados para hacerlo. 2ª) Que solo presentaran la fotocopia del
original, con lo cual habría que invocar el “principio de buena fe y confianza
legítima”, a mayor abundamiento si se tiene en cuenta la auctoritas que un cargo académico como el que ocupaba la susodicha
lleva inherente. Si la apelación a estas circunstancias sirvió para que los
guardias civiles que secundaron a Tejero
en su intento de golpe de Estado no fueran a juicio, cómo no va a servir ahora
para que no se le abra expediente a este funcionario. Funcionario que, según se
comenta en los mentideros, ha sido abandonado a su suerte por la fulminada.
Otro dato más para poder ir atisbando la catadura moral de la interfecta que,
incomprensiblemente, este mismo mes seguía presidiendo, tan pizpireta como
siempre, la Comisión de Control del Plan de Pensiones de la UEx. La repanocha, primo.
(Fuente: elperiodicoextremadura.com) |
1 comentario:
Que gran verdad has escrito
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