En más de una oportunidad he traído
a colación en estas páginas el escenario que ofrecen las redes sociales para
dar protagonismo a un sinnúmero de analfabetos que, con el desparpajo imprudente
que les concede la ignorancia, dan en ellas rienda suelta a sus asnadas con una
contundencia y una solemnidad abrumadoras. Sus sentencias, la mayoría adornadas
con un variado repertorio de aberraciones ortográficas y sintácticas, no solo cocean
con saña al diccionario y a la gramática, sino también al más elemental sentido
de la ecuanimidad y de la razón. Hay veces en que estas “legiones de idiotas” (Umberto Eco dixit), cuando se dan las circunstancia propicias, se agrupan y,
alimentándose unos de la idiotez de los otros, originan un tsunami de sandeces
de tal proporción que consigue que una determinada noticia se convierta en lo que en español podríamos denominar “tema
del momento”. Eso es lo que ha ocurrido
esta semana con motivo de los 320.000.000 de euros que la fundación de Amancio Ortega ha donado a la sanidad
pública española para la compra de aparatos de diagnóstico y tratamiento del
cáncer.
En cualquier país medianamente
sensato, suficientemente culto, en el que sus ciudadanos gocen de una anatomía
normal, esta noticia hubiera dado lugar no digo ya al aplauso pero sí, al
menos, al reconocimiento de su generosidad y de su filantropía. Pero España es otro
hábitat, desconcertante, contradictorio y, cuántas veces, mezquino, en el que existen
especímenes que tienen alojado en su cabeza el aparato digestivo, de modo que con
él piensa y en él digiere determinadas informaciones, para después expulsar de
forma diarreica e incontrolable las cagadas mentales más pestilentes. (E
incluyo aquí a algunos gurús mediáticos que han querido unirse, con su
magisterio dogmático, al coro de incontinentes innominados). Si a esta
predisposición anatómica le añadimos que en el caso que nos ocupa no influye
tanto el qué, sino el quién, que aquí actúa como un laxante neuronal añadido,
la reacción desaforada que ha provocado puede llegar a alcanzar los límites de
un brote psicótico colectivo. Porque estoy convencido de que si esta donación
altruista la hubiera hecho Bill Gates,
por poner un ejemplo, esta exposición de mamarrachadas no hubiera tenido lugar.
(Fuente: elpais.com) |
Creo que el mayor error que ha
cometido Amancio Ortega ha sido el de triunfar en un país tan cainita y tan
envidioso como este. Que el hijo de un ferroviario, que con 14 años empezó a
trabajar en dos tiendas de ropas de La Coruña, sea en la actualidad la 4ª
persona más rica del mundo, es su pecado original. Y no hay sacramento humano
ni divino que pueda perdonárselo. En España, a la aurea mediocritas horaciana se le han dado dos vueltas de tuerca,
desvirtuándola y adaptándola al resentimiento de tantos adocenados. Porque aquí
la medianía no suele ser la búsqueda consciente que garantice la protección
frente a los riesgos que corre y la envidia que suscita el que destaca, sino el
producto de la cobardía o de la incapacidad de los que no pueden ser otra cosa;
y el ver que “el rayo alcanza las cumbres más altas de las montañas”, no sirve
para que los mediocres se sientan satisfechos de su situación segura, sino para
que deseen que la catástrofe destruya a los que, arriesgándose, están en la
cima. Amancio Ortega es un empresario y la obligación de un empresario es ganar
dinero. Esta máxima no sé si es de Perogrullo, pero podría serlo. En cualquier
caso, él la ha cumplido con creces en toda su aparente simpleza. Las
acusaciones que en alguna cadena televisiva y en algún medio digital dizque
trotskista se han vertido contra él, pintándolo como a diablo de seis cuernos,
explotador de una infancia deprimida y de unos trabajadores esclavizados,
evasor de impuestos y otras lindezas por el estilo, me merecen las misma
credibilidad que me merecen esos medios. O sea. Y además, -y esto es culpa
añadida a ojos de los defensores de la mendacidad y el reconcomio-, se le ve
feliz. Posiblemente porque, dentro de los límites que la vida nos marca, lo
sea. Y eso ya sí que es pasarse para estos zopencos.
(Fuente:oncologiaradioterapicamir2010.es) |
En medio de todo este galimatías
populista y sesgado, valga el pleonasmo, leí ayer la declaración del presidente
electo de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica, que desentraña, en
su sencillez y su concisión, el busilis del asunto: "La inversión nos
ayuda a salir de una situación crítica, íbamos a una catástrofe a medio plazo...
Nos permite ponernos a un estándar europeo, porque ahora estábamos más cerca de
la ratio de un país en vías de desarrollo". Pues de eso se trata, de
salvar vidas, imbéciles.
4 comentarios:
Como la mayoría de los artículos, este es ¡fantástico!.
Que triste cuadro realista!. Menos mal que de cuando en cuando se plasman otras imágenes reconciliadoras
Gracias por tus artículos
Genial articulo, Jaime.ojala lo lean los desgraciados envidiosos que critican a este empresario ejemplar.
Rigurosa reflexión sobre las actitudes de algunos medios y personas, desde luego, no todos los españoles enjuiciamos el gesto altruista de este industrial bajo esos mismos criterios. Es un bellísimo gesto que le honra y destaca su sensibilidad ante esa lacra que es el Cancer. Por otro lado, los facultativos que deberán utilizarlos seguro que no olvidarán jamás ese gesto. !¡enhorabuena!.
Ciertamente es penoso que sigamos teniendo envidia de los ajenos porque han conseguido más que nosotros. Y para colmo envidiamos a gente que ha crecido de la nada que viene de dsmilia humilde y que además no olvida sus orígenes pues este empresario ejemplar invierte mucho dinero en ONG o fundaciones para atender a gente desprotegida o con carencias importantes. Es un verdsdero ejemplo a seguir. Mi admiracion y tespeto a este triunfador
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