A veces me cuesta entender a este
país, al que percibo en muchas ocasiones como un eterno principiante siempre
comenzando a ser, novicio terco e inseguro absorto en la producción prolífica
de asombros. Y, por ende, no soy capaz de aceptar algunas de las situaciones
que esta perenne inmadurez provoca. Una de ellas, que me enerva hasta el
sarpullido, es la descarada falta de honradez de quienes se presentan ante los
ciudadanos como ejemplo de rectitud y de consistencia y, a pesar de que sus
acciones o sus actitudes dicen lo contrario, se empecinan en alardear y exponer
su cinismo con una ausencia de escrúpulos asombrosa. Cambian de opinión
defendiendo una postura y su opuesta, con la misma firmeza impostada cada vez,
sin que se les altere un ápice el rictus ni sufran empacho o sonrojo
haciéndolo. Es el problema que tiene el populismo, que no es nada de entrada porque se construye
en sentido inverso y edifica sus argumentos y sus propuestas al albur de los
vientos que lo mueven. No busca convencer con sus propuestas, sino que las
elabora en función de los apoyos que pueda recibir. Con lo que, de salida,
tampoco es nada, apenas una estructura doctrinal carente de doctrina, un paripé
acomodaticio y oportunista con escasa solidez ideológica. No obstante sus protagonistas,
con un desparpajo digno de mejor causa, se nos presentan como los poseedores en
exclusiva del remedio para todos nuestros males. Si, en general, el estalaje
político tiene un considerable componente de oportunismo jabonoso y de humo de
pajas, el populismo hace de esta exposición de embustes interesados su razón de
ser. Lo peor de todo, por lo que distorsiona y enturbia la política, es que
esta táctica farisea suele tener éxito. Buena muestra de ello son el fenómeno
Donald Trump en los Estados Unidos, y los aumentos en número de votos
conseguidos por el Frente Nacional en Francia, Syriza en Grecia y Podemos en
España, dos a dos aparentemente dispares en su posible ideología y, sin
embargo, parecidos en muchas de sus propuestas, ya que todas salen del mismo
saco común, del mismo cajón de sastre improvisado y mutante. La endeblez
doctrinal es lo que tiene.
De entre los especímenes que nutren
la familia ‘podemita’, no hay que quebrarse mucho la cabeza para dar con uno
que cumpla los requisitos del buen populista, porque hay una serie de ellos que
parecen enfrascados en una competición exteriorizada de charlatanes vacuos.
Pero últimamente me tiene subyugado el exjefe del Estado Mayor de la Defensa de
España, José Julio Rodríguez Fernández. Fichado para la política por Pablo
Iglesias, fue presentado por el líder coletudo como el próximo ministro de
Defensa en aquel quimérico y petulante reparto de sillones con que nos
sorprendió en su momento. Tras unos primeros días de verborrea propagandista,
estaba el hombre últimamente alicaído en el ostracismo a consecuencia del
batacazo, ciertamente descorazonador, que sufrió en las pasadas elecciones del
20 de diciembre, en las que no consiguió escaño por la provincia de Zaragoza.
Metido de matute para las próximas como número uno en la lista de Podemos por Almería, cacicada que ha sido
blanco de las críticas de la coordinadora de IU en dicha provincia, ha vuelto a
salir a la palestra y, en un arrebato de euforia tan propio del converso en
fase de meritar, ha declarado con la solemnidad que el momento merecía: “Soy
pacifista y antimilitarista”. Y el individuo, aliviado de la excrecencia, se quedó más ancho que
pancho.
En fin, lo de pacifista puedo
entenderlo, porque militar y belicista no son sinónimos. Pero que un señor, integrante durante 47 años de su vida del ejército español en el que, para
mayor escarnio, ha llegado al punto culminante de su jerarquía, una vez fuera
de él confiese sin rubor ser antimilitarista, sólo puede entenderse si quien
así se expresa es el mayor hipócrita que vieron los siglos. Porque una de dos:
O durante 47 años ha vivido en la impostura y, por muy patriota que se
confiese, como él se encarga de pregonar, ha sido desleal, por falaz, con su
patria y con sus compañeros; o miente ahora, con lo que está traicionando y
siendo igualmente felón con sus posibles electores. Ahí no hay tío páseme usted
el río, ni déjame que te lo explique para que tú le entiendas, primo. Pero
bueno, con estos políticos volanderos uno cree haber alcanzado siempre el máximo
grado de estupefacción posible para al poco descubrir, tras un ligero
sopitipando, que ese límite ha sido de nuevo superado. Porque no nos dan
respiro de una idiotez ocurrente a otra. Y así hasta la próxima, que estará al
caer. O, en su defecto, hasta que el cuerpo aguante sin colapsar.
2 comentarios:
De donde saca usted que el EXHUMADAS haya dicho ser antimilitarista? Lo ha sacado usted de 13TV?? A ver, seamos serios, Julio en Almería lo único que dijo es "respetar" las ideas antimilitaristas, repito: respetar, no compartir. Con este nivel de tergiversación no vamos a ningún sitio. Hoy la juez a Rosell ha anunciado no ir en las listas de Podemos por estar acusada...lo grave es que con pruebas prefabricadas por el juez Alba....Ah, de esto no se habla! Gracias señor Alvarez por tergiversar y colaborar con los corruptos!
De nada, señor Cabello. ¿13TV?... Le adjunto un enlace para que se ilustre.
http://politica.elpais.com/politica/2016/05/17/actualidad/1463511703_542539.html
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