Esta semana, el día 13, dio
comienzo la XI Legislatura, y la verdad es que su arranque no ha defraudado.
Quizá porque es posible que, dada la dificultad para llegar a pactos, sea la
más corta de la historia, parece que había por parte de algunos de los recién
llegados un desmesurado afán de exhibicionismo folclórico, de expansión
histriónica, tanto que algunos debieron de confundir los términos y pensaron que, en vez de entrar
en el Congreso de los Diputados para su solemne toma de posesión, lo que hacían
en realidad era acceder a un estudio de televisión pachanguera donde se
desarrollara una suerte de programa de telerrealidad chocarrero o, tal vez, a
la pista central de algún circo extravagante y cutre digno de Tod Browning. Y
así fue que el espectáculo ofrecido, con orquesta murguera incluida y fórmulas
de promesa a cual más estrambótica y cursi, frivolizó hasta el ridículo el
acto. Sin duda el paradigma de esta bufonada
fue la aparición de Carolina Bescansa con cochecito, cuidadora y niño,
(al que exhibió con cierta impudicia), dizque para “visibilizar la situación de
las mujeres que no pueden conciliar sus vidas laboral y familiar”, torpe excusa
reivindicativa para justificar lo que no es más que un capricho de niña rica y
patricia ejerciendo de roja de figurín. Según le oí a un gurú mediático de su
cuerda, las estupideces protagonizadas por
los diputados de Podemos demuestran que “el espíritu del 15-M ha llegado
al Congreso, que se parece más a la España de hoy”. Yo creo que más que el
espíritu del 15-M, lo que se materializó esa mañana en el Congreso fue su
ectoplasma; y a la España que más se asemejó la charlotada fue a la España roñosa de charanga y
pandereta machadiana. Habrá a quien le parezca que el asunto es baladí, pura
anécdota, pero dada la orquestación premeditada que traslucía yo lo vi como un
acto lamentable e irrespetuoso, si no despreciativo, con la institución de la
que entraban a formar parte y, por ende, con los millones de ciudadanos allí
representados que tuvieron la osadía de no votar a los candidatos podemitas.
Me imagino que el comportamiento de
estas señorías hubiera sido el mismo, por aquello de que al que nace para buey,
del cielo le caen los cuernos, pero quizás la frustración de no haber logrado
los cuatro grupos parlamentarios que ansiaban haya hecho que la mamarrachada
haya venido más cargada de bombo. Sólo hay que ver el cabreo morrocotudo que se
pilló su amado líder ante la negativa de PP, PSOE y Ciudadanos de concederle el
capricho ilegal que pretendía. Con la habilidad que le caracteriza para
disfrazar todos sus actos, por descabellados o absurdos que sean, de esa pátina
de progresismo fariseo a que nos tiene acostumbrados para encubrir la inanidad
de sus propuestas o su propia inexistencia, el prócer nos sermoneó que su
intención cuatripartita no era otra que dejar patente en el arco parlamentario
la diversidad de los pueblos de España, sin duda representada en exclusiva por
ellos mismos, En Comú Podem (Cataluña), Compromís (País Valenciano) y En Marea
(Galicia); lo que de paso les supondría, mira tú que espabilado, repartirse
alrededor de un millón de euros anuales añadidos, a los que, ya sin acuerdo
posible y por tanto sin posibilidad de beneficiárselos, dijo este remedo de
manga verde que renunciaría. Cuando escucho una perogrullada con ínfulas de
este tipo, una memez tan amanerada y tan falsa, he de reconocer que me
desencajo de mis goznes, que, por cierto, andan ya para pocas y en una de estas
me quedo “cojito para toda la vida”. Porque, vamos a ver, los votos de los gallegos,
de los catalanes y de los valencianos que hayan ido a parar al PP, al PSOE o a
Ciudadanos, ¿no representan la diversidad de los pueblos de España? Los
diputados de estos partidos, elegidos con esos votos, ¿solo representan al
búnker y no cuentan para llenar el mosaico plurinacional? ¿Únicamente los votos
dirigidos a Iglesias y sus feligreses son los que garantizan la verdadera
democracia que alberga a todas las sensibilidades territoriales, o lo que pasa
es que este tipo es tan listo que piensa que todos los demás estamos tontos, o
es tan tonto que piensa que todos los demás estamos tan tontos como él?
El creerte un elegido por los
dioses del progresismo para cambiar la historia es lo que tiene. Y andar
levitando, iluminado y en comunicación directa con la esencia
marxista-leninista-trotskista-estalinista-bolivariana-iraní, que ya son ansias,
rodeado de una cuchipanda “megaguay” que te baila el agua en platós y foros
diversos, acaba por hacer que te creas ser algo más de lo que eres, apenas un
charlatán aprovechado. No obstante lo anterior, que Pedro Sánchez tenga cuidado
si accede a ir de la mano con él. Porque sus berrinches de niño mimoso,
malcriado y llorica pueden llegar a dejarlo sordo y sin golosinas que llevarse
a la boca. Que sería lo peor no sólo para él sino, de
rebote, para el PSOE y para España.
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