sábado, 3 de octubre de 2015

CRÉDITOS "TRASPOLADOS"

En estas mismas páginas me lamentaba, no ha mucho, de que, por mor del resultado de las últimas elecciones autonómicas, desaparecía del primer plano de la política extremeña uno de los personajes más pintorescos y articulísticamente atractivos que han pasado por ella. Para mí, sin duda, el primero en la tabla clasificatoria que pudiera establecerse al efecto. Daba cumplida cuenta, entonces, de las veces que una de sus prodigiosas intervenciones me había sacado de mi atasco creativo facilitando, así, que pudiera cumplir a tiempo con mi compromiso sabatino. Y terminaba: A pesar de la terrible y previsible pérdida de esta tabla salvadora para mis ideas náufragas, conociendo la peculiar idiosincrasia del personaje, siempre dispuesto a hacer alarde de su incapacidad para la facundia, albergo esperanzas de que, aun en su papel de peón opositor, me dé alguna oportunidad en la próxima legislatura de reverdecer alegrías pasadas. Tiempo al tiempo, pues, y castañas en Adviento. Como el avisado lector habrá deducido me estoy refiriendo al sin par Fernando Jesús Manzano Pedrera, otrora presidente de la Asamblea de Extremadura y, por tal, primo de su chófer, y hogaño relegado a vicepresidente segundo de la misma, un cargo sin duda honroso pero que le obliga a mantenerse en una posición discreta y poco lucida, lo que le impide desplegar el protagonismo luminoso con que nos deleitó la pasada legislatura. Una verdadera tragedia ya que  priva a la sociedad extremeña, y mayormente a mí, de la posibilidad de apreciar su enorme facilidad oratoria, su fina ironía, la vastedad de sus conocimientos y ese su elegante e hipnótico carisma que embelesa.

Esta merma en obligaciones políticas y en actividad pública no ha logrado amilanar a su espíritu inquieto. Antes al contrario, sin duda le ha servido de estímulo para embarcarse en una nueva empresa que llene el tiempo libre del que ahora dispone y enfocada a aumentar, si cabe, su gran acervo cultural y académico. Es por ello por lo que, según parece, ha iniciado los trámites para matricularse en el Grado de Ciencias Políticas y Gestión Pública. A pesar de que estos estudios universitarios son muy similares a los que se imparten en la UNED de Mérida, él prefiere matricularse en la Universidad Internacional de La Rioja que, por más que la he buscado, ni aparece en el ranking ISSUE (Indicadores Sintéticos del Sistema Universitario Español), lo que debe de ser indicio de su peso específico en el conjunto nacional. Imparte su “educación a distancia 100% online más prácticas presenciales de 120 horas”. Y no solo convalida, como todas, créditos por estudios similares aprobados, sino también, como algunas, “por experiencia laboral y profesional”. Poco ha tardado este político sagaz en solicitar a la Asamblea un certificado que acredite su trayectoria institucional a fin de entalegar, de bóbilis, un buen número de créditos. ¿Estará en la cantidad de estos el intríngulis de su elección? No lo sé. En cualquier caso, de ser esto así, hay un matiz en el tratamiento convalidatorio ciertamente singular: Si para la convalidación por otros estudios cursados se exige un certificado académico que atestigüe las asignaturas aprobadas, ¿por qué para la experiencia profesional, política en este caso, no se exige un certificado de aptitud similar bastando solo el hecho de tenerla? Y si, a mayor abundamiento, convenimos en que el examen para demostrar dicha aptitud son las elecciones, que aprueban o no la gestión realizada, es obvio que Manzano y sus compañeros en esta aventura estudiantil, Luis Alfonso Hernández Carrón y Francisca Rosa Romero, han suspendido sin paliativos. Qué van a convalidar entonces, ¿su ineptitud, su incompetencia? Que alguien me lo explique, porque soy incapaz de entender los fundamentos en que pueda basarse este birlibirloque académico.

En fin, si las cosas les van bien y la legislatura como debe, quizás para el próximo examen, léase elecciones, habrán realizado el preceptivo ‘Trabajo Fin de Grado’. Sin que sirva de precedente, solo movido por el sincero sentimiento de gratitud que albergo hacia él y como pago al socorro involuntario que me presta en estas lides, me permito sugerir a Fernando Manzano algunos títulos: ¿Recalcitrante o reconfortante? Un apunte epistemológico sobre sinonimia y polisemia en el lenguaje político, podría ser uno. El derecho consuetudinario y su dicción sin atascos, no estaría mal. Pero me inclino por el más contundente y más identificado con su idiosincrasia y su desparpajo dialéctico: Nociones sobre la ‘traspolación’, o no, de resultados electorales. Teoría y práctica del trastrueque de votos. Cualquiera de los tres me haría mucha ilusión, pero este último me ‘traspolaría’ a un nirvana excelso y reconfortante… o recalcitrante, que ya no sé yo.

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