Me he regodeado leyendo y releyendo los pormenores
de la detención de la bestia José Antonio
Urruticoechea Bengoechea ‘Josu Ternera’ que, por fin, la Guardia Civil ha logrado llevar a feliz término. Y he
disfrutado de lo lindo porque un monstruo sanguinario como él, suelto por ahí compartiendo
el aire de todos, viviendo libre, era una situación injusta y dolorosísima.
Injusta para quienes, a pesar de tantas decepciones y tanto y consecuente
escepticismo, seguimos defendiendo la palabra frente a la barbarie. Y dolorosa
en grado sumo, ante todo, para quienes han sido víctimas directas de su sinrazón
despiadada y su crueldad, pero también para quienes nos sentimos solidarios con
ellas y participamos de su dolor.
Huido de la justicia desde el 14 de noviembre de
2002, con cuatro causas pendientes en la Audiencia Nacional de España, tiene en
vigor otras tantas órdenes de busca y captura. A saber: La dictada por el
Juzgado Central de Instrucción número 2, por el atentado con coche bomba contra
la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en el que, el día 11 de
diciembre de 1987, fueron asesinadas 11 personas, 6 de ellas menores de edad: cinco niñas de entre 3 y 12 años y un adolescente de 16. La del Juzgado Central de Instrucción número 1, por
ser considerado autor material del asesinato, en 1980, de Luis María Hergueta Guinea,
directivo de la empresa Michelín. Una tercera, dictada por el Juzgado Central
de Instrucción número 5, en la que se le acusa de integración en banda armada
en la macrocausa de las ‘herriko tabernas’. Y una cuarta, del Juzgado Central
de Instrucción número 3, acusado, junto a Mikel Karrera Sarobe 'Ata', Aitzol Iriondo Yarza 'Gurbitz' y Garikoitz Aspiazu 'Txeroki', del delito de lesa humanidad por los actos
criminales cometidos por ETA a partir de octubre 2004, tales como el atentado de la T-4 de Madrid, en diciembre de 2006, en
el que murieron los ciudadanos ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego
Armando Estacio; los asesinatos del concejal del PSE Isaías
Carrasco, en marzo de 2008 y del empresario Ignacio Uría,
en diciembre de ese año; y el del inspector de policía Eduardo
Puelles, en junio de 2009.
Tras ser detenido anteayer en el aparcamiento del
hospital de la localidad de Sallanches y una vez atendido en él del cáncer que
parece ser que padece, fue trasladado por orden judicial a la prisión de Bonneville
donde empezará a cumplir los 8 años de cárcel que tiene pendientes en Francia. A
la cuarta fue la vencida. Y lo ha sido en el marco de una operación que la
Guardia Civil ha denominado Infancia Robada
en homenaje a los menores masacrados en el atentado de su casa cuartel de
Zaragoza. ¿Justicia poética? Pues espero que sí aunque, visto lo visto, no me
fío. Porque en las tres ocasiones anteriores en que fue localizado, antes de
que pudiera ser detenido recibió el
oportuno aviso gracias al que pudo
escabullirse. Uno de ellos, según unas fuentes, desde un teléfono público de
Nairobi. Según otras, desde la propia embajada de España en Kenia y con el CNI como
maestro de ceremonias. Con lo que, por mí, mientras esté en una cárcel de
Francia, bien está y ahí se quede los 8 años que le restan de condena.
Sin embargo ya he leído que el Estado español va a
solicitar a Francia su entrega para que sea juzgado aquí por las causas
pendientes que acarrea. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo. Porque además
de las circunstancias (chivatazos oportunos, oportuno escaño en el Parlamento
vasco y posterior y oportuna sentencia liberatoria del Tribunal Supremo) que ya
facilitaron, mientras nuestro Estado de Derecho chapoteaba en un trágala
repugnante rodeado de excrementos, que este asesino múltiple se haya tirado más
de 16 años gozando de una libertad vergonzosa que no merecía, concurren en este
caso otras dos no menos alarmantes. La primera, ciertamente peculiar, es que
igual que su colega el Bolinaga, el
Ternera tiene diagnosticado un cáncer terminal. Pero es que lo «terminal», que
hablando de enfermos o pacientes es «que está en
situación grave e irreversible y cuya muerte se prevé muy próxima», para estos gudaris euscaldunes no sirve. Porque
al carcelero de Ortega Lara se lo detectaron en 2005, fue puesto en libertad por
su ‘moribundez’ en 2012 y no cumplió con la sentencia hasta 2015. 10 años. Los
3 últimos, chapela en lo alto, dándole a los chiquitos por Mondragón. De modo
que el tildado Ternera, que tiene un diagnóstico similar desde 2008, para mí
que, a pesar de estar jugando la prórroga, si le dan la libertad por moribundo
igual, en el ínterin, nos entierra a más de dos. Y la segunda circunstancia,
más sangrante, más estupefaciente, es que Jesús
Eguiguren, expresidente del PSE-EE y
representante del Gobierno de España en sus negociaciones con ETA en 2005/2006,
se ha mostrado sorprendido por la detención del asesino terrorista, al que ha catalogado
de «héroe de la retirada». Pues después de esta exhibición imperturbable de
miseria moral que aún no ha merecido réplica ni del partido, ni del gobierno, qué
quieren que les diga, yo ya empiezo a prepararme para el espeluzne que seguro
que vendrá. Y con esos bueyes habrá que arar, primo.
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