sábado, 13 de febrero de 2016

EL ESPÍRITU DEL 12 DE FEBRERO

Cuando llega esta fecha, nunca dejo de acordarme de aquel año 1974 en que esperábamos lo que en los medios de comunicación de entonces se anunciaba como un discurso transcendental del entonces presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, nombrado por Franco a primeros de ese año. Se publicitó como el primer paso dado por el régimen franquista en el inicio de un camino aperturista que empezara a igualarnos, siquiera fuese tímidamente, con las democracias europeas. Los servicios informativos de Televisión Española, que entonces dirigía ese arribista de enciclopedia llamado Juan Luis Cebrián, lo retransmitieron en directo. Viniendo de quien venía la perorata, un personaje siniestro y represor que había sido Director General de Seguridad con Camilo Alonso Vega y, después, Ministro de la Gobernación con Carrero Blanco, no se podía esperar mucho. Mejor dicho, no se podía esperar nada. Y, efectivamente, el discurso fue una letanía retórica y hueca, una suerte de engolado y cursi malabarismo aperturista que trataba, con torpeza, de maquillar las telarañas de un régimen que, con Franco ya agusanado, se resistía, igual que él, a una muerte irremisible. Por si el fiasco oratorio no fuera suficiente, los pocos y engañosos atisbos de tolerancia que el discurso de Arias nos mostró, se fueron al traste por la presión de un búnker cada vez más rabioso y más cerril, liderado por José
Antonio Girón de Velasco, energúmeno que presidía la Confederación Nacional de Excombatientes, y al que secundaban personajes carpetovetónicos de la catadura de Blas Piñar o Nemesio Fernández Cuesta.

La ilusión, si es que la hubo, duró bien poco. El día 2 de marzo, tras un Consejo de Guerra que, en lo jurídico, no dejaba de ser la misma pantomima repugnante que el discurso del “Carnicero de Málaga” lo fue en lo político, la ejecución a garrote vil en la cárcel Modelo de Barcelona de Salvador Puig Antich, dejaba bien a las claras que “el espíritu del 12 de febrero”, así bautizado por algunos periodistas tan bienintencionados como incautos, o no, era solo una enorme patraña. A partir de ahí, el ansia represora de un régimen que, aun moribundo, se afanaba en permanecer, fue en aumento. Así, el búnker, espoleado por “el gironazo”, una declaración de guerra enmascarada de política que vio la luz en el diario Arriba el día 28 de abril, se radicalizó aún más. Y de las soflamas pasó a la acción directa. Los sucesos de Montejurra en el año 1976, donde 2 personas fueron asesinadas, y la masacre de los abogados de Atocha en 1977, con 5 muertos, son buena muestra del desparpajo macabro con el que esta chusma se comportaba. En 1978, la operación Galaxia, un complot de espadones franquistas en la que estaban implicados Tejero y Sáinz de Ynestrillas y que se saldó con penas tan ridículas para ambos que ni les impidió perder su condición de militar, resultó ser la punta de un iceberg que emergió el 23 de febrero de 1981, con el intento de golpe de Estado protagonizado por ambos. En fin, fueron unos años duros en los que los asesinatos fascistas de uno y otro signo, desde ETA al BVE, desde los GRAPO a la Triple A, a punto estuvieron de dar al traste con el camino democrático que habíamos emprendido.

Conviene recordar todo lo anterior para entender la cabal y contundente respuesta dada por Alfonso Guerra, creo que el único de su partido que ha respondido como se merece, al exabrupto excretado por Pablo Iglesias, presa de uno de esos berrenchines de mimoso a los que nos tiene acostumbrados, porque el reparto de cargos de la mesa del Congreso, incluida la presidencia, no cuadraba con sus aspiraciones .“Los 3 del búnker comienzan a cabalgar”, fue la frase lapidaria y ofensiva que utilizó. Parece que Pedro Sánchez de entrada y Felipe González de salida, se la tragaron sin chistar. Y no digamos César Luena y Antonio Hernando, tan parlanchines contestando a las torpes declaraciones de Jorge Fernández Díaz, y ahora mudos ante un agravio mucho más perverso y calumnioso que el derrape del ministro taciturno. Alfonso Guerra, del que siempre admiré su capacidad de andar libre y sacudirse con dos frases el corsé de lo políticamente correcto, sí ha replicado al niñato insolente como se merecía: “Estos niños malcriados que confunden la novedad con la mala educación se permiten, como una pataleta infantil, identificar al PSOE con el búnker... Comparten su desprecio por la transición democrática con aquel búnker que quiso acabar con la libertad... Gente como ellos pervierten las palabras y terminan instalando un gulag en las sociedades democráticas”. Amén de los amenes, primo. Los has calado hasta el tuétano.   

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