Hay años en los que Abril tempranea
y no hace caso del calendario. Lo sé porque, desobediente y altivo, se anticipa a su fecha y, después, sigue estando. Perezoso, se
apoltrona en mis sueños cuando aún los días
no le pertenecen y las noches son tan sólo oscuridad distinta. Hay años, éste, cualquiera, todos, en los
que atosiga mi corazón e insiste en
comenzar a herirme, incluso cuando nada es Abril, ni siquiera la luz, ni los silencios.
Se refugia en mis manos y yo, conociendo este rito de melancolía que me vence, que es más que yo,
que sabe de la pérdida más que nadie, que me acobarda más que el sentimiento,
soy incapaz de no oficiarlo. Me arrastra su ternura y el dolor la alimenta y la hace fuerte. Y son
sus días, entonces, mosaico en nebulosa de un ayer de ahora mismo, húmedo
terciopelo azul, (azul como el sueño de la infancia), recuerdo de una voz
temblada, temblorosa, dormida en una nana. Tintineo de colgantes con nombres y
con fechas que acarician mi frente, dulce tañer de pequeñas campanas al ritmo
de la luz de un sol de antes, ausencias
que son la ausencia, dolor que es el dolor de no saber si el tiempo es circular
y viene a verte prendido de los pliegues de un pañuelito blanco musical y
envolvente, de tres hojitas tiernas de un árbol siempre verde, de la música
metálica que escapa de un llavero dorado y asombroso, talismán de una magia
arcana y caprichosa que permanece viva.
‘No tengo escapatoria porque, en
Abril, hay alguien que me espera’, (ya me avisó Valhondo cuando se despidió
dieciséis veces), sin ajustarse a normas ni equinoccios, rompiendo calendarios,
desafiando el paso de los años, presenciando un pasado eterno y por llegar. Y
yo voy a su encuentro uncido a su llamada, acurrucado en el latido ausente de
sus ecos, en el fulgor de unos ojos que se fueron a contemplar la nada de mis
sueños, a iluminar remembranzas que duelen y me salvan de la vida, sintiendo la
emoción de un niño que, excitado, saliera a descubrir un mundo nuevo dormido en
su ilusión. Y ese camino largo, interminable, es apenas un suspiro que abarca
los recuerdos de una vida, la levedad de un soplo de nostalgia, la sombra larga
y tenue de una melancolía. Abril es el refugio de toda la tristeza que lleva
enmascarada la alegría, un ‘alegro vivace’ trufado con las notas de un
‘adagio’, un sentimiento disparatado y frágil que me sorprende detrás de las
esquinas de las horas, que se cuela por las rendijas del alma como una niebla
espesa y cálida para embozar mi corazón y hacerme ayer. Es, casi sin que él sea
consciente de lo que me hace sufrir, una manera de entender la vida y de vivir
una muerte que son todas las muertes.
Abril es un suspiro largo, un estar
continuado en la añoranza. Y el tiempo, siendo Abril, es una permanencia,
retornar cada noche a la misma mañana de antes.
Porque los días se alargan, se enmascaran en una extraña rebeldía de
luces, se retuercen hasta empezar a ser
los mismos que ya han sido, siendo otros. Y es un ir y volver continuo la vida,
que se encuentra a sí misma en un recodo y no se reconoce si no es en ese
atisbo de nostalgia que siempre tiene Abril en la mirada: Nostalgia de la casa
que no está, del olor que se ha ido para no volver nunca, de las risas que
fueron, del sol que atravesaba las rendijas de la siesta jugando con el polvo
suspendido o de aquel pasillo largo con piano infinito. “Estos días azules, ese
sol de la infancia”, escribía Antonio Machado, moribundo, en una libretilla que
guardó en su gabán, improvisada mortaja al fin. Yo guardo ahora, junto a mi
corazón, esos versos luminosos que vienen abrazados a un Abril eterno que pasa
como un río por mis manos, y se lleva y me deja el ajustado hueco de la
pérdida.
3 comentarios:
¡ Felicidades! me ha emocionado éste bello texto lleno de poesía, nostalgia y sentimientos. Un cordial saludo.
Conmovedor.No tengo palabras porque las lágrimas me ciegan los ojos.
Un saludo,Sr.Álvarez-Buiza
Le has hecho la más sublime, profunda ,completa y minuciosa disección de los entresijos y esencialidad de Abril que es posible. Definitivamente mereces ser único
dueño de Abril por ser el único que lo ha captado en su eterna totalidad. Gracias Jaime por este regalo .
Publicar un comentario