Muchas de las aventuras que amortiguaban la melancolía de tantas tardes dominicales de mi infancia, protagonizadas por Roberto Alcázar, el intrépido reportero español, y su avispado ayudante Pedrín, eran rematadas con una viñeta que venía a ser el paradigma de la horterada carpetovetónica de la época. Cuando nuestros héroes habían logrado poner a buen recaudo a los malvados Kuripachas, a pillos y maleantes de la calaña de los que integraban el club de los cachiporras, o al terrible y diabólico doctor Pat, y la policía del país indeterminado que había sufrido sus desmanes les entregaba la suculenta recompensa que se ofrecía por su captura, nuestro generoso amiguito, con los brazos en jarras, inquiría: “Este dinero lo repartiremos entre los niños pobres, ¿verdad Roberto?” A lo que éste contestaba henchido de orgullo: “Claro que sí, Pedrín”. Para después, dirigiéndose a la concurrencia, apostillar: “Este Pedrín tiene un corazón de oro”. Fin de la aventura.
Ha venido a mi memoria esta cursilada empachosa al leer la noticia del acuerdo aprobado por la Mesa de la Asamblea, con los votos de PP e IU, de rebajar en un 5% el sueldo de los diputados regionales y de destinar su importe a obras de beneficencia, esto último también con el consenso del PSOE. Ya ven, me han llevado cincuenta años atrás en un verbo. Y, además, para no salir del pasmo con estos "Pedrines" reconstruidos, porque el asunto será sublime pero yo no lo comprendo. Según mi corto entender, esta nueva medida se enmarca dentro del plan general y obsesivo emprendido para reducir el déficit que nos ahoga. Aquí se está recortando de una manera salvaje para no sólo no gastar más de lo que se ingresa, sino para gastar menos aún. Y nos justifican el atropello por la necesidad de llevar a cabo una política de ahorro que suponga una merma efectiva en el gasto público. Y hasta ahora yo creí, de acuerdo con el diccionario de la RAE, que ahorrar era “reservar alguna parte del gasto ordinario o evitar un gasto o consumo mayor”. Pero hete aquí que llegan estos portentos de la semántica y encuentran un nuevo significado a la palabra, ampliando el sentido del concepto con un oxímoron estrambótico, de manera que para ellos ahorrar es “dejar de gastar, gastando”. Porque, en el caso que nos ocupa, el presupuesto no varía cuantitativamente, sólo hay un cambio en la aplicación del gasto. El dinero que se iban a gastar en cañas se lo dan al pobre de la esquina, de modo que el remanente de la hucha no aumenta. Lo cual, que “para puta y en chancletas, estate quieta”. Más les hubiera valido no organizar esta pantomima y dar a los diputados un cursillo acelerado de caridad para orientarles sobre el destino de la limosna, siempre bajo la máxima cristiana de que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, nunca mejor dicho esto de izquierdas y derechas, si se me permite el tópico.
Si, dado este galimatías conceptual, de entrada, el asunto no pintaba bien, la puesta en escena ha sido de aurora boreal. Empezando por lo de “12 meses, 12 causas solidarias”, que es para ir a mear y no echar gota, y siguiendo por el sermón que nos larga el inefable Sr. Manzano, presidente de la Asamblea y, por tal, primo de su chófer. Porque vamos a ver, la rebaja efectiva que supone a cada parlamentario esta medida engañosa es de 200 euros al mes, menos de lo que le cuesta a un empleado público mileurista el aumento de horas de trabajo, el aumento del IRPF y la supresión de la carrera profesional. Mientras que estos benefactores desinteresados verán reducido su salario a, sólo, 4.100 euros mensuales. Sin contar otros ingresos. Y esta tomadura de pelo nos la vende el primo de su chófer como una muestra de la actitud solidaria y sensible de la Asamblea ante la difícil situación económica, y para que seamos conscientes del “esfuerzo de cada parlamentario para arrimar el hombro por los extremeños”. Este hombre delirante debería hacerse un llavero con la imagen de su ombligo esculpida, para poder mirárselo sin descamisarse y besuquearlo a su antojo, como si fuera un relicario. Porque no señor, mire usted. Los que están arrimando el hombro por los extremeños y pagando el pato de sus dislates son los propios extremeños: los jubilados que tendrán que pagar sus medicinas; los enfermos que se han quedado sin servicio de urgencias; los funcionarios que han visto reducido su salario y aumentada su jornada laboral y los interinos que se verán en la puñetera calle por ello; los alumnos que no podrán disfrutar de beca; los agricultores sin seguro; los profesores y alumnos que verán mermada la calidad de su enseñanza por al aumento del ratio por aula y los interinos que se irán a la puñetera calle por ello; los parados actuales y los que vendrán; los autónomos que cierran y que cerrarán y, en fin, todos los que tendremos que pagar 45 millones más al año por el aumento del precio del agua y de la gasolina. Y usted, sacamuelas de baratillo, nos habla de los doscientos euros de sus "Pedrines" como un ejemplo de solidaridad y sacrificio. En cuestión de demagogia relamida y populismo cutre anda mojándole la oreja al mismísimo Solís Ruiz, que ya es ansia. Lo dicho, cincuenta años atrás. Pero sin tebeínos.
5 comentarios:
Enhorabuena por tu comentario.Genial escrito,incisivo e irónico.Me ha gustado mucho.
Saludos
El comentario muy bueno.Me sumo a lo que dice Juan.Sólo un pero:Roberto Alcazar,no es "el intrépido reportero",sino "el intrépido aventurero".No quiero molestarte con mi corrección,ni mucho menos.Tambien leía los tebeos de Roberto,en mi niñez.
Un cordial saludo.
Muy bueno,Jaime.
Un abrazo.
Felipe: No me molesta en absoluto tu corrección. Yo creía recordar, muy en nebulosa, que en alguna de sus aventuras se citaba que nuestro intrépido héroe era periodista. Como el artículo empieza con la palabra "aventuras", me pareció redundante poner después "aventurero", por eso opté por "reportero". Dado que no eres el único que me ha hecho esta observación, dudando de mi memoria consulté en internet. En la wikipedia dice, entre otras cosas:
"La profesión de Roberto Alcázar no está muy clara en un principio, aunque se describe vagamente como periodista; más adelante, se convierte en agente de la Interpol..."
En fin, no tiene más importancia la cosa. Lo importante es su intrepidez.
Muchas gracias por tu interés y un abrazo.
De acuerdo,Jaime.Esto me pasa por ser más papista que el papa y querer enmendarte la plana.Tienes razón en lo que dices.
Un saludo.
Publicar un comentario