"Fue en la sala de espera de un hospital: una vieja me contaba sus males... Las controversias de los hombres, los huracanes de la historia, naderías a sus ojos: sólo su mal reinaba en el espacio y en la duración. "No puedo comer, no puedo dormir, tengo miedo, debe haber pus", peroraba, acarciciándose la mandíbula con más interés que si la suerte del mundo dependiera de ello. Este exceso de atención a sí misma por parte de una comadre decrépita me dejó en primer término indeciso entre el espanto y el desánimo; después, abandoné el hospital antes de que llegase mi vez, decidido a renunciar para siempre a mis dolores." (De Breviario de podredumbre)
Temiendo estas castátofres e incapaz de renunciar a mis dolores, yo jamás hablo con nadie en las salas de espera de médicos u hospitales. Ni contesto a los saludos. Ni conozco a nadie. La grosería es una buena estratagema ante el martirio.
miércoles, 4 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario