jueves, 18 de diciembre de 2008

APUNTES DEL NATURAL

Ayer por la tarde fui con mi santa a la farmacia. Ella a comprar no sé cuál potingue y yo cargadito de recetas para combatir mis miserias: para el colesterol, para la hipertensión, para el riego, para el ritmo cardíaco, para los ictus.... En fin, todo asqueroso. A la hora de pagar, le pregunté:
- ¿Me invitas?.
Accedió con recochineo y preguntó a la farmacéutica el precio, mientras ésta metía en una bolsita el pedido, mirándome de reojo y sin saber muy bien a qué carta quedarse. Mi mujer pagó. Y, en ese instante, yo me crecí, me vine arriba, me sentí de pronto pletórico, olvidando cascarrias y dolencias. Y me eché adelante. Miré a la manceba a los ojos y le dije con euforia, mientras daba una palmada en el mostrador:
-Pues ahora llene, ¡que ésta la pago yo!
Tras unos segundos de confusión, reaccionó y, afortunadamente, se echó a reir sin hacerme caso. De lo contrario, miedo me da pensar en cómo hubiera acabado la juerga.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres un caso,henmano,pero está muy bien que no pierdas el sentido del humor,a pesar del colesterol,la hipertensión....y demás castañas.

Anónimo dijo...

gracias por hacerme reir.