sábado, 31 de mayo de 2014

RESACA ELECTORAL CON VEDETTE

Aunque los resultados en España de las elecciones al Parlamento Europeo no sean “traspolables” (Manzano dixit)  a las municipales, autonómicas o generales, sí deberían servir como aviso a cierta clase política de lo que, por su actuación prepotente y cada vez más alejada del ciudadano, puede ser la tendencia de los votos cuando aquéllas lleguen. A pesar de que de nuevo en éstas (54,16 %), como en las anteriores (55,10 %), la abstención ha ganado por mayoría absoluta, dando cuenta de la lejanía política con la que los votantes perciben a la Unión Europea, la pérdida de más de cinco millones de votos por parte de PP y PSOE; el aumento de escaños conseguido por partidos minoritarios; la irrupción, con más o menos fuerza, de formaciones de reciente creación, y el aumento de 50 a 54 del número de elegibles, ha dado lugar a un  terremoto que ha resquebrajado los cimientos de un bipartidismo que parecía consistente y con todos los visos de perpetuarse.

Este tsunami, para empezar, parece que se ha llevado por delante a Rubalcaba. Y digo parece porque de un tipo como éste que dimite sin irse yo no me fío, vaya a ser que creyendo tú que se va, te encuentres con que se queda. Ha intentado la jugada de una manera sui géneris, rubalcabiana, con la convocatoria de un Congreso Extraordinario cerrado que elegiría al Secretario General y dejaría las primarias de noviembre en pura filfa. Una catarsis engañosa que no haría más que apalancar una turbiedad a la que se apuntan, cómo no,  los gallos viejos de la vieja guardia, con más espolones que el pavipollo de La isla misteriosa, que no quieren dejar de mangonear y chupar del bote, aunque eso suponga llevar al partido por un camino que sólo conduce al aniquilamiento o la marginalidad. Creo que el partido tiene ahora una oportunidad histórica para limpiar telarañas, renovarse y superar la lacra que supone, como leí el otro día en algún sitio, ser el único partido europeo que ha sufrido un contundente voto de castigo estando en la oposición. El empecinamiento de un Rubalcaba sin chip de obsolescencia programada les ha hecho perder unos años preciosos. Creo que es el propio PSOE, doblemente damnificado, el que tenía que invocar, con más razón que el PP,  la herencia envenenada recibida de ZP.

Pero el protagonista indiscutible, la supervedette del espectáculo de variedades que ha supuesto esta convocatoria electoral ha sido, sin la menor duda, Pablo Iglesias. El ¿partido político? o la agrupación Podemos, que lidera de manera tan egocéntrica y personalista que ha incluido su fotografía en las papeletas electorales transmutando su cara en logotipo, ha convencido a 1.245.948 votantes que le han supuesto 5 escaños. Efectivamente un resultado espectacular por inesperado. Ha sido lugar común en las crónicas al respecto el enorme mérito que tal desenlace representa al ser ésta una formación de apenas cuatro meses de vida y con muy escasos medios. Sí claro, y un jamón con chorreras. El ahora líder supremo comenzó su carrera pública en abril de 2013 como tertuliano en el programa El gato al agua, de la extinta Intereconomía TV, para al poco recibir amparo en Atresmedia y Mediaset y, demostrando un poder de ubicuidad que ni San Juan Bosco, tirarse de campaña electoral más de un año en horario de mañana, tarde y noche. De modo que en este año largo y denso de consignas y matracas ha dispuesto de muchas más horas en televisión que todos sus contrincantes juntos. De escasos medios, nada, monada. Y si, a mayor abundamiento, sólo una de estas empresas de comunicación ha logrado que el bodrio de una analfabeta esté durante varias semanas entre los 10 libros más vendidos en España, ¿cómo entre las dos no encumbrar políticamente, siquiera sea en un montículo, a un profesor universitario populista e inteligente? La mercadotecnia capitalista, por zafia e interesada que sea, es lo que tiene. Después, para rematar la faena y conseguir más votos, el muy cuco ha adoptado el mismo artificio de birlibirloque que utilizó Rajoy: elaborar un programa electoral que dé satisfacción a los anhelos de la gente, por mucho que sea imposible de cumplir y, en el caso que nos ocupa, cubrir los huecos con diatribas anticapitalistas y eslóganes revolucionarios “ad hoc”. Al fin y al cabo, la cuestión es rellenar páginas con aquello que los posibles votantes quieran oír y, así, cubrir el expediente. El voto a la talega, las palabras al viento y luego, si acaso, a lo mejor ya veremos, suponiendo que...


Y, “afuera aparte”, espero que el nuevo tótem de la nueva izquierda española, en esta nueva etapa, descubra que una ducha utilizando un buen champú-gel no es claudicar a las tentaciones del capitalismo salvaje ni seguir los dictados de la odiada Troika. Y ponerse ropa limpia no es de burgueses. Es sólo cuestión de higiene y respeto a los demás. Será una chifladura de las mías pero cada vez que lo veo me da la impresión, por la falta de limpieza exterior que me transmite, de que su calzoncillos deben andar con más pegotes que el papel de una magdalena. O sea que ese momento Divinity que, según propia y sonrojante confesión del interfecto, le proporciona la crema con la que se unta después de ducharse, pues eso, que lo disfrute a diario. Porque además de sentirse ledo, seguro que lucirá “divino de la muerte”.

2 comentarios:

Rafael Egido dijo...

Cuanto dolor mal contenido y acumulación de prejuicios por el resultado de Podemos. No sufra más, hay gente más hábil que otra, sólo es política!

Jaime Álvarez Buiza dijo...

Ningún dolor. Y, por supuesto, ningún prejuicio después de más de un año siguiéndole la pista por los medios y haberme leído su programa electoral. En cualquier caso, "posjuicio", valga el palabro. Quizás algo frustrado, eso sí, porque entre las muchas quimeras de su programa electoral se le olvidó incluir la promesa de que, en llegando "Podemos" al poder, a los alopécicos volvería a salirnos el pelo. No la veo más disparatada que otras que sí aparecen. Es una lástima porque, de incluirla, igual lo hubiera votado.