viernes, 18 de diciembre de 2009

FONDO DE PANTALLA

Le hice esta fotografía a mi hija Andrea en el verano de hace tres años. Estuvimos juntos en Valencia y, en ese momento, nos íbamos a la estación para decirle adiós. Ella camino a Barcelona donde vive y trabaja. Nosotros a Badajoz. Y a su ausencia. Tiene una expresión triste, la primera que veo cada mañana cuando enciendo el jodido ordenador. Al cabo de tres años he escrito este pequeño poema, porque las cosas son así.


Mi niña de ojos llorosos,

te miro cada mañana

apenas despunta el día,

¡qué tristeza no saber

qué miras tú, niña mía!


Me miras desde la ausencia

en un repetido encuentro

apenas despunta el día,

yo sé que te estoy mirando

¿qué miras tú, vida mía?


Se ilumina mi mañana

sabiendo que estás ahí

apenas despunta el día:

constancia de amor callado

la de tu fotografía,

dolor de saberte lejos

desde que despunta el día.




lunes, 14 de diciembre de 2009

MI AMIGO MANUEL

Mi amigo Manuel, dueño del Bar Deportivo del Jamón (excelentes tapas, exquisita cerveza, trato familiar) es un hombre culto y sensible. Normalmente buen conversador, en ocasiones sufre abscesos de lo que, con sorna, hemos dado en llamar "el sentido trágico de la vida". Cuando ello ocurre, aplica economía en las palabras y anda, detrás de la barra, con la mirada baja y el paso cansino atendiendo a los parroquianos que allí acudimos en romería. Estas arremetidas de angustia no tienen una duración previsible, pero siempre un pico en el que hacen crisis. Cuando el barrunto metafísico está en lo alto, ha acuñado una frase que, colgada de una media sonsrisa, me suelta junto a la caña: "Jaime, si no fuera por el alcohol y el tabaco, yo estaría muerto hace mucho". ¿Puede haber una máxima, en estos tiempos de cursilería sostenible que vivimos, tan políticamnte incorrecta y tan definitiva? Yo me regodeo con su retranca y lo beatifico, cerveceramente hablando, mientras él se aleja, socarrón, camino del grifo.
Y, al cabo, cuando el arrechucho existencial hace crisis y parece que la luz asoma por entre las espinas, Manuel, sobre el esquema del planteamiento anterior, aplica ya un matiz que mitiga su contundencia: "Jaime, si no fuera por el alcohol y el tabaco, yo ya me habría vuelto loco". O sea, Cioran para todos. Iconoclasia con aceitunas.
Entonces sé que ha llegado el momento de encender un cigarro y pedirle otra cerveza sabiendo que, con recochineo, me contestará: ¡Voy "deseguida"!.
Y así, él y yo, seguimos viviendo sin volvernos demasiado locos
.

viernes, 11 de diciembre de 2009

OTOÑO

En el blog de Carlos Rivero he visto ayer, o antes de ayer, o siempre, una fotografía de hojas caídas, pequeños corazones ocres, sangre de otoño, melancolías calladas. Mi incompetencia me ha impedido recuperarla para que fuera cabecera de esto que escribo ahora al compás de una música que es todo mi silencio. Al verla ayer, o antes de ayer, o siempre, recordé un artículo que escribí no sé si ayer, o antes de ayer, o siempre, y que ya estuvo aquí. Ahora vuelve a estar para ilustrar esa fotografía de hojas caídas, pequeños corazones ocres, sangre de otoño, melancolías calladas, que no he sabido recuperar. Vaya, en fin, por Carlos y por mi incompetencia.

BULERÍA DE OTOÑO

Como una bulería llorando al viento de la tarde. Caen las hojas del árbol que, frente a mi ventana, derrama lágrimas mustias de un cielo que no se atreve a ser azul. Derroche inútil de luz que se pierde al compás de este otoño, indeciso entre una primavera que no es nada y un invierno que no llega a ser.

Como una bulería que suena sin querer, con miedo de romper el silencio inmenso de esta tarde, sobrecogida y solidaria, que acompaña mis manos mientras escribo. Suenan las palmas tristes de las ramas desnudas, los secos palmetazos que esparcen el dolor, mansamente, como aviones sin rumbo, color ocre, que llegan a no ser livianamente, con lentitud de muerte prematura. Una hoja, un niño… Viento ligero que juega a ser Dios y no respeta nada, ni siquiera el espacio diminuto donde elegir reposo; viento travieso, cobarde Dios de hojaldre de otros días que desparrama absurdo la injusticia, que impide caminar. Me da miedo pisar las hojas secas y me acurruco detrás de los cristales de mis gafas, sin salir, no sea que el aire de algún pequeño corazón de hoja se pose, dulcemente, en mis pestañas; no vaya a ser que el sufrimiento, prendido al arcoiris de su vuelo, se transforme en miseria.

Como una bulería, pura sordina que dulcifica apenas la impotencia. Mansamente el dolor, mansamente la tarde, mansamente las hojas jugando a ser metáfora, imagen de lo incierto conocido. Y mansa la distancia de los hijos que son todos los hijos. Van cubriendo el jardín sus almas cándidas en un último juego con la brisa, quizá su primer juego, su primera alegría en un zigzag inútil, remolino de risas apagadas. Se me llena el jardín, en un suspiro, de pequeños cadáveres. Hojas que caen… Sigo leyendo: “El hambre mata al año seis millones de niños” .


miércoles, 28 de octubre de 2009

PREMIOS "CIUDAD DE BADAJOZ"

El pasado viernes se fallaron los Premios "Ciudad de Badajoz". El XXVIII de Poesía, que es el que me compete, fue a parar a Valencia. El libro, del que es autor José Iniesta Maestro, es un bellísimo poemario que se titula "Bajo el sol de mis días". Hubo unanimidad en la votación, algo inusual en estas lides.

Este premio, al que este año se han presentado 223 originales, es el que el poetoso llorón, a lomos de su soberbia, trató de torpedear con todas sus malas artes a raíz de que dejara de ser jurado del mismo. Culebreando, que es lo suyo, auguró el más negro futuro para el mismo dado que, insensatamente, habían decidido prescindir de su sabiduría celestial. Lo cual, que resulta patética la clarividencia de este pobre hombrecillo.

martes, 27 de octubre de 2009

EL GRAN LIBRO DE LAS NANAS

Acaba de salir, en una cuidada y exhaustiva edición de Carmen Riera. Lo publica El Aleph Editores. Seleccionan mi "Nana para no despertar al Niño", que publiqué en el Diario Hoy, en la Navidad de 1981.

viernes, 16 de octubre de 2009

UN ARTÍCULO

Ayer, hablando con un amigo, apoyado en la barra de un bar, recordé este artículo que inició mi corta colaboración con El periódico Extremadura, frustrada cuando su director se riló. Vaya, pues, a beneficio de inventario.

VISITE NUESTRO BAR


Y perdón por la “redondoncia”, como dice un amigo dentista. Y es que cuando me preguntaron por el título genérico de esta columna, anduve dudando hasta que me acordé de mi infancia, bendita sea, y del título de un poemilla corto de uno de mis libros escritos o insuflados. Y me pareció adecuado incorporarlo aquí, no sólo por razón de poema, sino porque, a la medida en que los años van pasando por mí, por mi calva y por mis huesos, he ido descubriendo la capacidad lenitiva de los bares.

Cuando de gurí iba al cine, a mitad de la proyección se interrumpía la magia para poner anuncios, fijos y sonoros, del saquito, el aceite rosil, norit o el no sé qué. Pero antes, aparecía el mágico cartel: “VISITE NUESTRO BAR”. Los papás y las mamás, las tatas y los sorches se levantaban camino de la libación, y nosotros nos quedábamos sentados, conformándonos con un señor, generalmente malhumorado, que pregonaba aquello de: “¡Hay caramelo, pipasalada, chocolatinalmendritoiga!” Y aquel hombre colgaba de su cuello una especie de altar ambulante que ofrecía todo tipo de remedios para nuestros males. O así me lo parecía. De ahí al bar, tan sólo el paso de unos años, un suspiro en el sueño. O sea que, en la que andamos, he querido rendir homenaje a esta liturgia pagana y a sus oficiantes.

Lo cual que, cuando la palme quiero que mis amigos, después del gorigori oficial, me lleven en la urna, tapadito, hasta el rincón acogedor de la barra de un bar. Y allí beban, canten y se emborrachen por mí. Y si, por mor de la ingesta, acaban aventándose escorados de babor, se olvidan y me abandonan, que no se preocupen: yo sabré volver solito a casa.



RECITAL EN LA CATEDRAL DE BADAJOZ

El próximo sábado, 24 de octubre, estaré en la Catedral de Badajoz, en un recital de poesía mística. La verdad es que, agnóstico perdido, no sé si me encontraré como gallo en corral ajeno aunque, en las catedrales, los ecos del silencio tengan una extraña elocuencia. Dado que en lo que sí creo, por ahora, es en la poesía y, con fe ciega, en la de Jesús Delgado Valhondo, oficiaré una curiosa ceremonia de misticismo laico a su costa. Estoy seguro que a Él le gustaría. Por eso lo hago.

miércoles, 14 de octubre de 2009

PALÍNDROMOS

Nº 5

No sé si la melancolía siempre es la misma,
o cambia de disfraz según los años
para adaptarse al tiempo que le toca vivir,
a los silencios de la tarde distinta. Ignoro
si el recuerdo es el presente. La luz me desorienta.
No sé si vivirá algún cromosoma que obligue al desencanto.
Pregunto a este imposible cada noche
mientras espero al sueño, al ansia de dormir
entre fantasmas que no duelan, a respirar
mientras la luna es vida que transita.

Duda de estar viviendo
por no morir en el contradictorio absurdo de estar vivo.

Despierto creyendo que es posible imaginar que el sol
no sea una ausencia. Desconozco
mi edad. No sé, si niño, me cojo de la mano
y me incorporo y me beso
con besos que son nunca.


Trastabillo mientras la habitación me reconoce.

Después, viene el amor a descubrirse en el embozo del sueño,
en los ojos callados,
en la puerta entreabierta, en la postura
que es pura indefensión.
Salgo a ser
para estar. Me identifico, apenas, delante del espejo
mientras mi niño, atrás, queda nublado en él
sin aceptar los ojos que son suyos.

Cotidiano y confuso esquivo su mirada
¡vida mía!:
instante repetido de este inútil proyecto de pasado.

viernes, 9 de octubre de 2009

EL ENIGMA DE PONCIO PILATOS

Me acaba de llamar mi amigo Tomás Martín Tamayo. La Editorial Planeta va a re-editar su novela, magnífica, con una tirada inicial de 25.000 ejemplares: 10.000 para Sudamérica y 15.000 para España. Sirvan estas líneas de urgencia para general y particular satisfacción. Y para berrinche de miserables.

miércoles, 7 de octubre de 2009

PALÍNDROMOS

Nº 4


Al despertar agoto la alegría. Sé que estoy

porque me reconozco en el preciso instante en que me miro.

Después, la vida, anda por sus caminos indecisos

burlando la rutina. Juguete nuevo siempre,

recovecos del alma que te empujan.

Sentir es el milagro

que se repite, terco, con la casa callada.

Elocuente principio que respira al compás

de los sueños, del amor escondido entre las sábanas.

Busco la risa mientras bebo café en el espejo turbio

de un silencio que es vida derramada. Compás de una ternura

milimétrica que vuela y amanece. Rendición de la noche.


Salgo a vivir sabiendo que la vida me pesa,

que al final de las luces, los recuerdos

serán mi corazón. Inútiles suspiros, imposibles

de vivos y de muertos. Vengo a vivir

(es todo lo que tengo) sabiendo que la tarde

vendrá siempre a encontrarme tan huérfano y perdido,

tan harto de nostalgias,

tan absurdo,

que añoraré, sonámbulo, despertar otra vez

cargado de esperanza.


Melancolizo, triste, las ausencias.

Siempre las penas se vuelven en mi contra

para encontrar refugio. Lo asumo, resignado,

igual que he asimilado mi sordera.

sábado, 19 de septiembre de 2009

APUNTES DEL NATURAL

Indispensable la lectura del artículo que hoy, en "El país", publican al jubilado Ibarra (¿?). Por un lado, resulta curioso ver cómo estos franquistas reciclados de Prisa patalean, desde hace días, cuando les quitan la mamandurria del lío de la TDT de pago para dársela al injerto de empresario-troskista, esa especie de nectarina izquierdosa. Y, por otro, ¡bendito sea Dios!, cómo echan mano de este apolillado para que defienda su casposo blasón y les rellene una página. En fin, no tiene desperdicio leer cómo este carcelero de la libertad de expresión en Extremadura durante tantos años, se nos aparece ahora transmutado, por arte de birlibirloque, en conspicuo paladín de la misma, agarra a ZP como monigote y lo transforma en el alter ego de su cinismo. Al final, viene a decir que los culpables del silencio son los amordazados que se callan a cambio de una canonjía. Éste pájaro, que nos toma por imbéciles, circunscribe el silencio impuesto al círculo de sus imbéciles. Y, de paso, al círculo de los imbéciles de ZP. O sea, que aquí, por vía de nómina, todos contentos: consejeros, ministros, asesores, diputados, correligionarios... ¡Anda, mira qué listo! Él, tan pancho, sentado en la última fila del autobús de los pancistas, desmemoriado como un pez estúpido, tratando de que nosotros, el resto, seamos también peces estúpidos. Y los callados, esclavos de su avaricia. Y, repito, nosotros, el resto, viendo pasar los carros del estiércol mientras el tipo pretende que digamos que la mierda huele a incienso.

Este tío, cuando ejercía de liberticida, hacía alarde de una soberbia ilimitada. Ahora, en su retiro subvencionado, la enguachina con una buena dosis de desfachatez. Y, digo yo: la lastimosa adoración que le profesa su delfín, cuyo libro de cabecera es el engendro de los cristales rotos, ¿es por convencimiento o, antes al contrario, forma parte el sucesor a título de sucesor de la cofradía de silentes estómagos agradecidos? Juiciosa pregunta, que dirían los inefables Hernández y Fernández. Estaremos atentos, digo si la hubiere, a la próxima excrecencia del santón lenguaraz. Mientras llega, si llegare, yo estaré en un sin vivir. Sin duda alguna.

jueves, 17 de septiembre de 2009

APUNTES DEL NATURAL

- Ayer leí en un digital que a un condenado a muerte en Estados Unidos le aplazaron la ejecución. Parece ser que el matarife fue incapaz de encontrar la vena en el momento de inyectarle la dosis letal. ¿Torpeza del ejecutante? ¿Nervios? No sé. Al pobre desgraciado lo devolvieron a la celda con el brazo agujereado y, en una semana, volverá a repetir el rito de encararse con su muerte. No sé si rezará para que el verdugo acierte de una vez. Debe de ser horripilante ser la víctima propiciatoria de esta macabra ceremonia y seguir vivo. La sordidez, en noticias como ésta, se desparrama como una pringue hedionda. ¡Qué tenebrosa la oscuridad de la luz!

- El toro de la Vega sigue también con su ritual de muerte. No paramos. Qué obsesión de sangre derramada. Los trogloditas lancean al animal bajo la égida de la tradición. Los veo en televisión sudorosos, sucios, babeando que la masacre es el espíritu de Tordesillas. Regodeándose en la saña. Bestias modorras, iluminadas, brutas.

- Y mientras tanto, en el Olimpo todo sigue igual. El cristobita bobo, el de las cejas refulgentes, este pingüino con ínfulas de gaviota, elevándonos a las más altas cotas de la miseria. En fin, corazón mío: se acaba este 17 de setiembre y, quizás, continúo.

viernes, 11 de septiembre de 2009

APUNTES DEL NATURAL

Puta la madre, puta la hija, puta la manta que las cobija. Pues eso.

jueves, 23 de julio de 2009

JDV


16 años ya sin Jesús. Sin Jesús Delgado Valhondo. En la madrugada del 24 de julio de 1993, insomne, desquiciado, escribí este poema, que se publicó en el Cuaderno Poético Kylix número 29.

JESÚS 23 DE JULIO
Para Joaquina y Jesús y Felipe y Sofía.

Amanece.
Aún parpadea la tarde.

Acabo de llegar de oír el silencio.


Es 24 ya, Santa Cristina,
el santo de mi hermana.
Están los grillos
musicando la pena
mientras la vida vive de su asombro
y late el corazón sin saber dónde.


Amanece.
Acabo de llegar de hace mil años.
Aún persiste la tarde repetida
y está el amor subiendo
como un amargo mar hasta mis manos,
dulce recuerdo
en el que ya no caben más recuerdos:
oigo tu voz, pero es todo silencio.


Ahora me esperas más allá de siempre.
Se ha dormido el dolor. Respira fuerte.
Hay una sensación de desamparo
recorriendo la casa. Impertinente
me pregunta la ausencia por tus manos.
Duda el reloj, monótono, sus horas,
que ya no son las nuestras:
Yo no sé responderle.


Amanece.
Me mira el sol los ojos.
Se asoma por detrás de los olivos
para darme calor. Y es este frío
el que me tiene insomne,
transparente,
frágil como un carámbano,
sombrío,
viajero del recuerdo,
apabullado
por tanta rigidez,
por tanta muerte.

Es hora de salir hacia la vida
(hace rato que dieron ya las siete)
pero no muevo un músculo:
yo sólo tengo ganas de quererte.


Es hora de salir. Pasó la noche
por detrás del dolor. La luz
va vistiendo de sábado a la gente.

Un grillo canta triste junto a mi corazón
y en tus manos, Jesús,
porque amanece.





viernes, 26 de junio de 2009

PALÍNDROMOS

3.

No es la infancia, es su ausencia
quien viene y se pregunta por aquellos que fueron.
Dulce puñal que atraviesa
la tarde. Canas de una tristeza que ya es otra,
temblorosa canción,
constancia de unas manos
que aún socorren en el momento absurdo
en el que el sueño es sólo despertar.

A quién pido perdón por el niño que he sido
y sigue estando
cuando la tarde es sol de otras mañanas.
A quién agradezco estar en nada que ya exista
para volver
mientras descorro, ilusionado, ese velo que despierta al silencio
del silencio,
trémula inundación de este vacío pletórico de ayer.
Se difumina el tiempo. Se confunde.
No sabe ya si ha sido o si será
de nuevo.

Obstinada, la noche se anticipa
y deja sin respiro a la luz que aún hubiera,
oscuridad de intentos por mis ojos,
luz sumisa que enjuga desconcertadas lágrimas,
nostalgia.

viernes, 5 de junio de 2009

PALÍNDROMOS

2.

Viene y va el aire de esta tarde. Como si su abanico
siguiera enmascarando mis tristezas. Vengo a dudar.
No sé la dirección de este camino.
Abril es soledad, así la vida me enseñó a vivirlo.
Pero es octubre. Qué hago yo aquí
apenas consolado por su aroma,
en agridulce estar, en ida y vuelta,
sin saber si he de quedarme quieto
como un muerto que espera su sonrisa
o andar hacia el encuentro del absurdo.
Quizás haya en la vida algún momento
en que el andar se vuelva retroceso
y me ha tocado a mí sentir ahora
esta perplejidad del sol que anda en los ojos
de un ayer de ahora mismo y tan lejano.

El olor de esta luz. Debe ser eso.
Porque las luces tienen sus olores
como la oscuridad tiene su tacto.
Igual que la distancia tiene encuentros.

En esta tarde, círculo de sí misma,
viene al aire y se va,
tierno sorbo de luz que huele a vida de otras vidas
y se atraganta en medio del recuerdo.
Es culpa mía, lo sé,
tanta angustia de ser, desasosiego de este
andar siempre hurgando entre presencias
que fueron otros sueños, otras tardes
con este mismo olor que ahora yo siento.

jueves, 21 de mayo de 2009

HYPNOS EN LA VENTANA

(Ayer, en la Feria del Libro de Badajoz, presenté este libro de María Sanz. Esto fue lo que dije. Más o menos.)

En el prólogo a mi “Tarde de siempre”, decía nuestro Jesús Delgado Valhondo:


“No sé hasta qué punto puedo tener razón, esa razón absurda de poeta –perdón- cuando uno señala cosas y casos de otro escritor. Si es que abrimos nuevos senderos o lo que hacemos es enmarañarlos; si es que acumulamos vivencias o lo que estamos haciendo es enredar más aún esa madeja que ha de servir para ir hilando una obra de categoría. Salimos en busca del mundo del poeta y a lo peor entramos por la puerta falsa. Pero nuestra intención es, solamente, contar nuestra impresión y que el lector se olvide de nosotros y vaya él por su cuenta y riesgo buscando lo que no hemos sido capaces de hallar o lo que nuestra incapacidad crítica no ha sabido clarecer”.


Me refugio, pues, en esta sabia filosofía de poeta sabio para haceros llegar las impresiones y las emociones que este libro que nos concita hoy aquí, Hypnos en la ventana, ganador del XXVII Premio de Poesía Ciudad de Badajoz, me ha producido. De su autora, María Sanz, sevillana desde 1956 y con 30 libros de poesía publicados, ya tuve noticias en el año mil novecientos ochenta y no sé cuántos (¡pobre memoria mía!), que en ese año inconcreto ganó, con Jardines de Murillo, el Premio Cáceres de Poesía, de cuyo jurado formé parte también. Carambolas de la vida.


Hypnos, personificación del sueño, hijo de la noche, hermano de la muerte, vecino del río del olvido, se asoma a esta ventana creativa, la abre hacia el corazón del recuerdo, de la vida que pasó y fue, de los momentos que se murieron sin ser, transparencias de arena en las que el sueño, ¿la muerte?, impide la existencia real. “Dormir, morir, tal vez soñar…” ¿En qué momento surge la chispa del misterio? ¿A dónde va el amor que se pierde en los recodos de la vida? ¿Quién recoge los besos que nunca se dieron, las palabras que nunca fueron dichas? ¿Sueñan las lágrimas con transformarse en nube? ¿Cómo diferenciar, desde la nostalgia, la realidad del deseo?



En treinta y un poemas, ¿un mes de poesía?, María Sanz nos ofrece un recorrido por el desamor y los intentos, desde que Hypnosha abierto la ventana del tiempo que precede / a la errática luz de la naturaleza”, hasta que, en el sueño final, “Hypnos está cerrando las ventanas del tiempo”. En medio, un paseo onírico en el que quizás sólo sea verdad lo que pudo ser y, lo que fue, es tan sólo el reverso de los anhelos. Cuando ya el tiempo es ayer, cuando la vida es más pasado que futuro, la realidad del presente se tiñe de ensoñación para recapitular fracasos y posibilidades; para descubrir en los anaqueles de nuestro almario la constancia de nuestras carencias, lo efímero de la felicidad; para ritualizar una celebración quebrada de la alegría, respirando la falsedad de un cielo azul que es tan sólo espejismo.


Sueño y vigilia se funden, pues, en el camino de la pérdida (dónde estará tu olvido) para dejarnos, debajo de los párpados, unos granos de arena desquiciada (Qué difícil / habitar el amor y darse cuenta / de que todo es producto del vacío).


Es en este camino de recuentos donde la poeta va desgranando, en medio del sopor de los recuerdos, unos poemas dulces en su aspereza, cuajados de melancolía, de esa melancolía que invade el inventario de momentos perdidos, que por no ser nos duelen, porque las alegrías se gozan en la flor del momento, las tristezas alumbran las versos del poema. El libro se cierra sobre sí mismo, en un círculo mágico de vigilias soñadas, denso en su pulcritud, distinto y uno en cuanto a forma y fondo del poema. El vacío, la soledad, el amor, la muerte, el desamor, la noche, el otoño, el fracaso, la desilusión, el desengaño… todo este racimo de sentimientos planea sobre el poemario con una contundente levedad de sangre.


Cuando leáis este libro, dejad que la luz lo atraviese y, cumpliendo la principal razón de su existencia, así, sugiera en vuestras manos sombras huérfanas, alondras taciturnas, oropéndolas tristes. Qué mejor compañía para deambular por esta madrugada sonámbula del sueño.


martes, 19 de mayo de 2009

PALÍNDROMOS

A esta edad que sufro, he aprendido a leer la vida en sus dos direcciones, como un palíndromo. Al fin, somos lo que hemos sido y seremos lo que somos. Imposible leer lo que aún no se ha escrito y, lo que es peor, quién sabe si se escribirá. Esa es la idea general que inspira este libro, "Palindromos". Éste es el primero.

1.

Yo no hago nada,

eres tú quien viene a recordarme.

Y te espero tranquilo entre mis manos,

en esta oscuridad de soluciones

como el que intenta ser,

como el que sueña que nada está perdido,

que mañana, tal vez, los dos cansados

o alegres por la vida y de la muerte,

andaremos las calles y los sueños

a descubrir esquinas,

a imaginar el tiempo que no existe,

a reír con las risas de otras luces

o a intercambiar dolores y nostalgias.

No le sobra a tu nombre ni una letra,

ni un acento,

ni un atisbo de olor. Tú eres tu nombre

mientras la tarde sueña soledades

que compartimos. Solo

está el sol como notario de todo lo que fue.

Y aquella nube

que timidea indecisa, golondrina frustrada,

amor de tanto amor, dicha imposible,

constancia de que fuiste.

Sabes que sigo aquí. Siempre me encuentras,

juegas con la ventaja del silencio.

Soy feliz al sentir que me recuerdas,

que todavía me quieres.

Y te hago andar de espalda por los años

para venir a verme.


Mientras beso tu mano, tierna y fría,

me aprovecho hasta el ansia

sabiéndote indefenso:

No puedes escapar de mi egoísmo.


Es la triste ventaja que tenemos los vivos.


jueves, 16 de abril de 2009

CONSECUENCIAS

- Hora es de que volviera a este lugar que, a veces, no siento como mío. No por ti, si es que estás. Ni siquiera por mí. Tal vez por volver. Al fin y al cabo la vida es, también, un ir volviendo.

- No sé si merece la pena vivir dejando sangre entre palabras, desgranar alegrías, intentar que haya alguien que, de pronto, descubra lo que tú nunca sabes.

- Anda la tarde triste. Quizás no sepa acompañarla y, entonces, la tristeza sea yo. Creo que todas las tardes son una eterna, repetida ausencia que busca compañía.

- Me aburro. Hay ocasiones en que la vida no es más que un sonsonete circular. Enciendo, pues, un cigarro. Sin prisas, oficio la rutina de la muerte.

- Y, sin embargo, el hábito de andar facilita las cosas. Mientras, el vuelo de una mosca me acompaña: para mí es suficiente. No sé si soledad, tal vez sólo la tarde.

- A pesar de mí, hay alguien que me espera. Salgo corriendo para sentir sus labios en los míos. Nada más importante que lo físico en momentos de tedio.

lunes, 30 de marzo de 2009

HOMENAJE A ÁNGEL CAMPOS

En la próxima Feria del Libro de Badajoz se dedicará un día completo a la figura de Ángel Campos Pámpano, recientemente fallecido. A iniciativa del Ayuntamiento de Badajoz y su Concejalía de Cultura, se rendirá homenaje a Ángel en sus facetas de escritor, traductor, profesor, editor y animador cultural. Es de justicia. Como de justicia será reconocer la patente actitud de generosidad del Ayuntamiento hacia el poeta, al contrario de la que éste tuvo con él.

Valverde Berrocoso, en su blog, hace referencia a este homenaje y sigue gimoteando, cansinamente, por el ninguneo al que, según él, le tienen sometido las fuerzas oscuras de toda condición. Yo estuve en la reunión en la que se preparó este día de Ángel. Nos convocó y recibió la Concejala de Cultura, Consuelo Rodríguez Píriz y asistieron también Eduardo Achótegui, Carmen Fernández y María Lairado. Se dieron ideas y se acordaron los actos a realizar. La Concejalía abrió las puertas de par en par y puso la infraestructura institucional al servicio de lo que allí se acordó, aceptando los nombres (Gonzalo Hidalgo, Miguel Ángel Lama, Manolo González, Antonio Sáez, Luis Arroyo...) que, fundamentalmente, presentaron Carmen y Eduardo. Como no podía ser de otra manera, sin ningún tipo de indicación previa ni posterior. No se nombró al tal Valverde Berrocoso ni para bien ni para mal. Insisto, como no podía ser de otra manera.

Sirvan estas líneas para no colaborar con la neurosis vanidosa que este poetoso llorón exhibe ahora en su papel de víctima. Él, que tantas veces ejerció de verdugo sectario mientras estuvo subido en el peldañito que ocupó.

miércoles, 25 de marzo de 2009

MISA POR FELIPE JUAN

Me informa la familia de que, el próximo viernes 27 de marzo, se celebrará una misa por Felipe Juan Delgado-Valhondo Oncíns. Será en la Parroquia de Santo Domingo, en Badajoz, a las 19,30 horas.

jueves, 12 de marzo de 2009

FELIPE JUAN

Hoy han enterrado a Felipe Juan Delgado-Valhondo Oncíns en Mérida, junto a su padre Jesús. Ha muerto con 37 años. No hace un año le diagnosticaron cáncer de mediastino y lo mandaron al deshaucio. Él no aceptó la entrega sin más y luchó hasta el final. Esta enfermedad maldita, cruel, le ha ganado la partida. A él y a todos los que le queríamos.
Lo conocí siendo apenas un bebé y lo he tratado hasta que se hizo hombre, bueno, honesto, cariñoso, íntegro. Su sonrisa seguía siendo la del niño.
No es injusta la vida, es injusta la muerte que se lleva por delante la alegría y el futuro, que rompe proyectos, que desbarata esbozos. Alguien dijo que el dolor mayor de unos padres es sobrevivir a alguno de sus hijos. Yo he sentido el dolor de Joaquina, su madre, con el mismo sentimiento de orfandad.
En el tanatorio, consumiendo mi ración de muerte en un cigarro, veía el campo verde, casi radiante, mientras, a mi espalda, oía los sollozos de Anabel, su mujer, y casi sentía el martilleo de sus lágrimas en el asfalto. ¡Qué angustia tan grande la insolencia de esta primavera anticipada!

martes, 3 de marzo de 2009

EL CINE DE MI NIÑEZ

Era una manera de suspender el tiempo. Dejarlo atrás colgado de un dintel, traspasar la luz roja que macilenta daba la bienvenida y entrar de lleno a la oscuridad que te abrazaba y te llevaba a descubrir los mundos de otros mundos, las luces de otras luces, los sueños de otros sueños. Afuera, la vida, seguía su parsimonia rutinaria, corría torpemente encasillada en el reloj. Pero dentro, útero fiel, hogar entusiasmado, el tiempo no existía. Sentado en la butaca de un morado raído y blanquecino, el tiempo era un instante detenido, el corazón corría por el pasillo sin miedo a extraviarse, la calle no existía, ni el asfalto, ni el examen de Gramática, ni la Misa, ni Cristo Dios Bendito que viniera a anunciarte la catástrofe. Se oficiaba el milagro a medida que las luces, amarillentas, tímidas, se iban apagando. Cuando se iluminaba, a cambio, la pantalla, estabas preso ya en una dimensión que sólo tú sabías, aislado y solidario, sonámbulo despierto. A partir de ese momento, ya no había momento, tan sólo ese milagro del tiempo detenido, inexistente, transformado en asombro, emoción, lágrimas, risas, carreras, aventura, hadas, monstruos, enanos, ratones, gatos, rifles, esclavos, indios, monos, gigantes, gánsteres, mártires… vidas de otros asumidas como propias, latidos que se acompasaban a los nuestros.

Al salir de la sala, la luz era siempre distinta, otra. Los ojos, cuajados de emociones, tardaban en acostumbrarse a la estrechez de las calles conocidas. Odiabas a todo el que se cruzaba contigo con el desprecio de un héroe inmortal, de un vaquero matón, de un pequeño gigante. Lamentabas que el tiempo volviera a existir y, en soledad, seguías viviendo las vidas que no te pertenecían, que habían quedado en el aire del cine esperando a una nueva tanda de afortunados a los que abducir. El portal de tu casa, las punteras gastadas de tus botas gorila, la sonrisa mellada del portero, te devolvían de golpe a la realidad del examen de Gramática, paradigma, ahora, de la pobreza del día a día.

No sé en qué momento de mi vida dejé de sentir este milagro que deja al de la transustanciación en agua de borrajas. De lo que sí estoy seguro es de que ocurrió en el justo momento en que mi niñez huyó, temerosa del paso del tiempo, a ese mundo perdido de los sueños perdidos, justo al lado del país de nunca jamás.

Si alguna vez, una tarde cualquiera, en un cine cualquiera, vuelve a ocurrir el prodigio de que no exista nada más que el asombro y el aire huela a entonces, mi niñez volverá. Se sentará conmigo aquel niño que fui, el tiempo quedará suspendido en sus ojos y yo podré recuperar esa mirada que paraba el reloj cada tarde de sábado.

viernes, 20 de febrero de 2009

LOS ANONIMITOS

Qué harto empiezo a estar de estos anónimos caguetosos que entran a decir sus cositas en este blog. Ustedes no saben, pero es que cada día que escribo algo que critica oficialidades junteras o colaterales, aparecen como si fuera obedeciendo a la voz de la sargenta. Dejo que alguno asome los cuernos, como éste último chusquero, más que nada para que sigan enganchados al sedal, para disfrutar viendo cómo siguen picando, cómo siguen babeando su bilis. Pero es que son muy cansinos. Ya se limitan a escribir media línea, pulladitas telegráficas, patéticas, todo el bagaje plasmario de sus carencias. O sea, que ando yo como el ministro furtivo, disparando a muflones capados. Con la diferencia de que esta finca es mía. ¡Mira que son tontos estos tontos!

MÁS QUE UN POETA

Mañana, sábado 21, se emitirá el documental Más que un poeta, recorrido por la biografía de Jesús Delgado Valhondo a través de sus versos y de los testimonios de amigos y conocidos.
Será en Canal Extremadura a las 15,00 horas y en Extremadura TV a las 21,30 horas.

domingo, 15 de febrero de 2009

HOMENAJE A JDV

En Trazos. Me ha gustado. Se nota hecho con cariño, la selección de textos está bien escogida y los artículos dan una visión caleidoscópica de Jesús. Creo que quien no lo conociera podrá, con su lecura, intuir algo de su personalidad, de su hondura como poeta y como hombre, de su ternura como amigo y como padre. Y comprenderá nuestra inconsolable orfandad.
Sólo un chirrido, como de grillo ronco. Correspondiendo al dicho aquel de que "de puta a puta, San Pedro es calvo", la ganadería oficial nos ha cambiado a un cabestro por la vaca nodriza. No aparece Justo Vila como me habían dicho y, en su lugar, se encarama Doña Leonor Flores, a la sazón Consejera de Cultura(¿?) y, como todo el mundo sabe, experta en poética y metapoética, intelectual de altura, gran amiga de Jesús Delgado Valhondo y docta en la relación entre la poesía mística y el sexo de los ángeles. Un portento, digo. Nos endilga la señora un artículo desafinado, impersonal, trufado de tópicos y coletillas, escrito a mayor gloria de su labor diz que cultural, con pinceladas de programa político y de octavilla turística. Y toda esta monserga con la coartada de un homenaje a Jesús. Vamos, para ir a mear y no echar gota. ¡Maldita sea mi estampa!

jueves, 12 de febrero de 2009

JDV EN "TRAZOS"

Me invita la Fundación Delgado Valhondo a colaborar en unas páginas especiales que el suplemento Trazos, del Hoy, dedicará a Jesús con motivo del centenario de su nacimiento. Me dicen que también lo harán Ricardo Senabre, Manuel Pecellín, Tomás Martín Tamayo, Antonio Salguero y Ángel Sánchez Pascual, todos ellos conocedores profundos del autor y de su obra.
Veo, con asombro, que en la nómina de colaboradores también figura Justo Vila. Me chirría su presencia. Durante los muchos años de mi profunda relación con Jesús, jamás le oí hablar de Justo para bien o para mal, ni coincidimos con él nunca. No lo tengo, por tanto, por conocedor de la persona. Mucho menos por experto en poesía o crítica literaria. Lo cual que no creo que esté incluido en esta lista ni como amigo ni como perito. ¿En calidad de qué, entonces? Intuyo que el tal se coló, de perfil, como cuota de ganado oficial y oficialista, cuota que habrá que satisfacer por motivos que se me escapan. Si esto es así (y me malicio que sí) y puestos a elegir cabestros, se me ocurren dos o tres nombres de congéneres que, si bien igual de uncidos que el susodicho, tienen más empaque, más caché que él en el tema que nos ocupa. Si ha de cumplirse con el arancel pesebrero, hágase con ejemplares menos mostrencos, de modo que el expediente tarifario resulte lo más aseadito posible, que aún en la oscuridad puede haber matices.
En fin, miserias aparte, yo he mandado lo que sigue:

ÚLTIMO SUEÑO CON JESÚS

Hace unas noches soñé con Jesús. Me ocurre con frecuencia. Suelen ser sueños plácidos, en los que estamos juntos, vuelvo a sentir su olor, su cercanía, se cuelga de mi brazo, nos reímos. Sin embargo éste último ha sido distinto, lleno de desasosiego, de angustia. Aún me tiene confuso, con la extraña sensación, que me inquieta y me oprime el corazón, de que es la continuación de uno ya olvidado. O, peor, el comienzo de otro que vendrá. Así lo recuerdo:

“Yo estaba en lo que parecía ser un patio andaluz, bordeado de macetones con aspidistras que estallaban en verde. En el centro, un pozo forrado de azulejos blancos y azules, rematado en el brocal con ladrillos de un ocre oscuro. Del arco, metálico, negro, colgaba un cubo de metal resplandeciente. No se veía el cielo y, no obstante, el patio estaba iluminado por una luz cenital blanquísima, que reverberaba en las paredes, encaladas, impolutas. No había ventanas en ellas. De uno de sus costados salía una escalera que, encajonada, ascendía muy empinada hacia algún sitio, hacia un lugar indefinido. Oía la voz de Jesús que venía de allí y me urgía:

- ¡Jaime, Jaime, ven que tenemos que despedirnos! ¡Jaime, que me voy, ven…!

Empecé a subir mientras le preguntaba, le imploraba que me dijera dónde estaba. No lo veía y él seguía llamándome. Y yo subía y la escalera no acababa nunca. Y él seguía llamándome.

- ¡Jaime, ven, que tenemos que despedirnos, que tenemos que despedirnos, Jaime, Jaime..!

Notaba que, conforme subía, él se alejaba más de mí. Su voz me llegaba ya muy débil, casi un suspiro, apenas un susurro.

- Jaime, que no voy a volver, que me voy y quiero darte un abrazo, que ya no voy a volver.

Y yo, presa entonces del pánico, lloraba y seguía subiendo aquella interminable y maldita escalera que cada vez nos separaba más, sabiendo que no podría dar con él. Con la etérea, imprecisa consciencia de su muerte.”

Desperté desconsolado, diciendo su nombre. Me levanté y, a trompicones, llegué al despacho para mirar la foto desde la que él me mira sonriente, en la Plaza de España de Badajoz, probablemente después de haber estado conmigo paseando, recorriendo sagrarios profanos o desnudando bogas, enseñándome a descubrir la luz de la espera en una esquina o el otoño en el gris de las aceras. Estuve varios minutos callado frente a él, recordando, recogiendo en mis labios su sonrisa. En mis oídos, aún, su voz llamándome.



sábado, 7 de febrero de 2009

TRES AÑOS

Hace tres años, a estas horas, estábamos junto a las tapias del cementerio nuevo de Badajoz. Sonámbulos entre encinas, veíamos cómo un humo negro ascendía, a borbotones, desde la chimenea del crematorio. En silencio decíamos adiós a Antonio Covarsí. ¡Tres años ya! El tiempo, como el humo, cruel, indiferente.
Entonces, publiqué este artículo. Igual que hoy.


MI ANTONIO COSME COVARSÍ

Hacía algún tiempo que andábamos distanciados. Una tarde, ¿te acuerdas?, chocaron tu mal genio y el mío, tal para cual, y las chispas llegaron a los Entrines. Después, pues eso, la tozudez compartida, el miedo o la pereza hicieron el resto. Pero los dos sabemos que era una distancia cálida, porque de qué otra forma podría ser, después de tantos años respirando el aire común de nuestras vidas.

Y esta mañana absurda de domingo, con brumas desquiciadas por el campo, cuando el almendro amanece unas flores que duelen de tan blancas y ya hay unos vencejos que gorjean adelantándose a la idiotez de la primavera, salgo de mi egoísmo en busca de la cita con tu ausencia, camino del encuentro con las lágrimas que de tuyas, son mías. Me dijo José María Valero, señalando el cielo mientras tratábamos de asimilar tu injusto vacío, que los amigos somos como las estrellas, que aunque no las veamos, sabemos que están ahí. Tú siempre has estado ahí. ¡Qué cabezones somos y hemos sido! ¡Qué tiempo de andar juntos desperdiciado!

El dolor se acomoda en esta orilla, tú lo sabes. Pero sostengo la teoría de que, a nuestra edad, buena parte de la alegría que podamos sentir está en la capacidad que tengamos de vivir en nuestros recuerdos. Y ahí te tengo cogido. No puedes escaparte porque, recordándote, harás que sea feliz. Lástima grande, querido amigo mío, que no pueda ya agradecértelo. Pero mira, Cosmito, tenemos tiempo. Tiempo para estar juntos es lo que nos sobra, a ti y a mí, en esta eternidad de nuestros sueños.

miércoles, 4 de febrero de 2009

UNA CITA DE CIORAN

"Fue en la sala de espera de un hospital: una vieja me contaba sus males... Las controversias de los hombres, los huracanes de la historia, naderías a sus ojos: sólo su mal reinaba en el espacio y en la duración. "No puedo comer, no puedo dormir, tengo miedo, debe haber pus", peroraba, acarciciándose la mandíbula con más interés que si la suerte del mundo dependiera de ello. Este exceso de atención a sí misma por parte de una comadre decrépita me dejó en primer término indeciso entre el espanto y el desánimo; después, abandoné el hospital antes de que llegase mi vez, decidido a renunciar para siempre a mis dolores." (De Breviario de podredumbre)

Temiendo estas castátofres e incapaz de renunciar a mis dolores, yo jamás hablo con nadie en las salas de espera de médicos u hospitales. Ni contesto a los saludos. Ni conozco a nadie. La grosería es una buena estratagema ante el martirio.