sábado, 24 de mayo de 2014

DISLATES EN LAS REDES

Finalizaba mi artículo de la semana pasada hablando de la “España profunda” que anida en las redes sociales, de la idiocia y la indigencia mental que destilan muchos de los comentarios que pueden leerse en ellas y, por último, de la increíble capacidad que tienen bastantes de sus usuarios para acumular un buen número de faltas de ortografía en apenas dos frases mal hilvanadas. Esta última lacra no es privativa de ningún estatus, que ahí meten la zanca tanto Agamenón como su porquero, con una contumacia tan recalcitrante que hace imposible pensar que tanta metedura de pata lingüística pueda ser producto de una causa que no sea otra que la ignorancia más supina. Si esto es disculpable en personas que, por circunstancias de la vida, no han tenido la posibilidad de formarse siquiera mínimamente porque primero es el pan y después la letra o, incluso y allá ellos, porque prefieren el botellón a Delibes,  resulta del todo impresentable en otras a las que vemos y oímos en tertulias y foros diversos   pontificar sin rubor sobre lo divino y lo humano para después, también sin rubor, hacer los mismo en las redes al tiempo que cocean ortografía y sintaxis como mulos resabiados.

El último ejemplo de esta paradoja sangrante entre teórica formación e ignorancia lo tuve días atrás, en que mantuve una breve conversación “tuitera” con un licenciado en Historia por la Universidad de Córdoba y sin embargo ignaro, al que las tildes en los pronombres interrogativos y la apertura de los signos de
interrogación debían de producirle urticaria, porque huía de ellos como de la peste. En su segunda respuesta mutilada lo dejé por imposible y allá que chirriara él solo con sus carencias. Y hablando de templos del saber (si el abad toca a maitines, qué no harán los demás monjines) aquí mismo, en la UEX, algunos correos internos finalizan advirtiéndonos de que los acentos han sido suprimidos de manera intencionada, con lo que tratando de huir de los errores se cae de lleno en ellos con regodeo; y, a mayor abundamiento, siendo ella  esclava como otras tantas universidades españolas de los programas de gestión de la Oficina de Cooperación Universitaria (un tinglado del que habré de escribir algo) nuestros sabios gestores nos indican que suprimamos las tildes a la hora de introducir datos, por ese mismo afán preventivo de que todos formemos parte de un lote que nos iguale en el analfabetismo. Como es normal, muchos funcionarios hemos hecho caso omiso a semejante idiotez.


Además de esa patulea, perenne telón de fondo en todo muro o perfil que se precie, y a raíz del asesinato de Isabel Carrasco, se ha hecho más visible la horda de desaprensivos que, generalmente escondidos tras la cobardía del anonimato, vomitan sus bilis hasta inundar la red con comentarios en los que aplauden y jalean los asesinatos, hacen escarnio de las víctimas o piden, como tras las derrota del Real Madrid frente al Maccabi, gasear judíos de nuevo. La podredumbre moral que emanan estos psicópatas no tiene justificación y, además, nuestras leyes contemplan las medidas punitivas que deben aplicarse, bien de oficio por la Fiscalía, bien tras la denuncia de damnificados, cuando existan conductas antisociales tipificadas como delito. Aplíquese la ley con el mayor rigor y punto. A ver si con el pecado de estos indeseables vamos a cargar también con la penitencia de una caza indiscriminada contra la libertad de expresión, sin tener en cuenta que sentir odio, en sí mismo, no es delito, aunque pueda ser el móvil que lleve a cometer toda clase de crímenes. El tándem de los dos ministros sacristanes, Fernández y Gallardón, más parece encaminada, por lo oído y dadas su tendencias meapilas y evangelizadoras, a la represión del sentimiento que al castigo de la transgresión. Capaces son de querer convertir las redes en una sucesión de jaculatorias y preguntas trampa del Catecismo del Opus Dei. Y al pecador, a más de cárcel, cilicio.


A nivel doméstico también contamos con un paladín de las buenas maneras y la corrección. Al olor de la sardina ha subido a la palestra extremeña el Sr.Manzano, presidente de la Asamblea y, por tal, primo de su chófer, al que he visto en un video editado por el ente que preside en el que, además de dejarnos constancia una vez más de sus carencias retóricas, y aparecer arregladito como para ir de boda y huero como un palomo buchón diciendo que “una de mis atribuciones, de mis competencias es, también, el respeto, el decoro entre parlamentarios y también hacia los parlamentarios”, y ante la deriva observada en las redes sociales “en contra del decoro, en contra del respeto, en contra de la consideración entre parlamentarios, hacia parlamentarios y de parlamentarios hacia ciudadanos también”, nos anuncia que no tiene más remedio que tomar medidas para tratar de corregir tanto desmán. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo porque habrá que recordar que este señor, dando muestras de una sensibilidad confusa, estrenó su cargo demandando por amenazas a una bloguera que, en pleno uso de su libertad y de su chispa, ironizó sobre el parentesco que mantiene con su chófer. De modo que ahora, ya crecido y consolidado en su cargo, no sé lo que este portento, en su maremágnum conceptual, puede entender por decoro, respeto y consideración. Lo veo repartiendo el Manual Moderno de Urbanidad de la Editorial Edelvives entre los diputados y el pueblo en general para marcarles el límite de sus expansiones. Yo, por mi parte y como diría Juncal: “Paso de abejarucos”. Seguiré escribiendo según mi libre albedrío, sólo al dictado de la libertad y de la independencia que, siendo mías, este diario sigue amparando como suyas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoooo. Desear la muerte por las redes sociales a un equipo de fútbol creo que también es un dislate... Un dislate y de los bestias, porque además que culpa tienen los pilotos del avión.