miércoles, 4 de junio de 2008

MERITORIOS

Dice el Diccionario de la RAE que meritorio es aquel “que trabaja sin sueldo haciendo méritos para ocupar puesto remunerado”. En esta Extremadura de nuestros pecados hay, de esta curiosa familia zoológica, más individuos que perros descalzos. Salen hasta de debajo de las piedras, a la menor ocasión, a intentar dar caña al disidente y así engrosar su miserable y rastrero currículo. Los hay conversos o “motu proprio”, pero ambos tienen características comunes: son sectarios furibundos; tienen el insulto siempre dispuesto, aunque con un repertorio limitado: fascista, machista, carca, provinciano, resentido y poco más; su amplitud de miras está limitada al tamaño de sus orejeras; confunden el mundo con su ombligo pergañetero; se autoproclaman genéticamente progresistas e incluso revolucionarios, aun teniendo un pasado cavernario; se dejan uncir por el jefe de la manada mansamente; su lengua, a modo de espiritrompa, es tremendamente versátil, igual lame que chupa o que succiona y, en fin, reptan dejando un rastro baboso, empercudiendo el suelo por donde pasan.

Me hace mucha gracia esta patética fauna lacaya. Me divierte ver los denodados esfuerzos que, por hacerse notar, realizan algunos de sus miembros más activos, meneando crestas y plumeros para así obtener los favores del jefe del clan. A veces la remuneración consiste en una palmadita en la espalda o una sonrisita cómplice no exenta de desprecio, que así se las gasta el líder; otras, como mucho, en la posibilidad de saborear algún desperdicio de casquería que a estos membrillos les sabe a delicatessen. Tal que así brujulea esta cansina recua de mirabraguetas. ¡Qué pelmazos!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre ha habido pelotas y lame-culos que se arriman al poder para medrar.