«Difícil y complicado se
presentaba el reinado de Witiza...»,
o algo así se decía en un libro de lecturas históricas de mi infancia. Una
imagen que mi memoria recuperó instantáneamente desde que, en la noche del
pasado domingo, se conoció el resultado de unas elecciones dizque convocadas
para salir del punto muerto en el que el gobierno en funciones tenía
embarrancado al país y que, sin embargo, deparaban un desenlace que hacía aún más
‘difícil y complicada’ la investidura. Lo único que podíamos afirmar con
seguridad de dichas elecciones eran sus números, o sea, la subida del PP, la
ascensión de Vox, el castañazo de Ciudadanos, el bajón de Podemos y la bajada
del PSOE. Y la constatación del timo legal que supone la vigente ley electoral
española que permite que agrupaciones como ERC, con 869.934 votos y el 03,61%
del censo electoral nacional consiga 13
escaños, mientras que Ciudadanos con 1.637.540 y el
6,79%, solo 10. En Alemania, salvo escasas excepciones en favor de determinadas
minorías étnicas, se exige un mínimo del 5% del Censo Nacional para obtener
representación parlamentaria. De haberse aplicado aquí esta barrera, el
Parlamento se hubiera visto libre de los diputados de ERC, JxCat-Junts, EAJ-PNV
y EH Bildu, entre otros. O sea, la limpia de morralla parlamentaria habría sido
espectacular, incluso sublime. Pero en España no hay límite y así nos va, con
un Congreso de los Diputados salpicado de tartufos devotos de la ley del embudo,
con un espíritu democrático bajo mínimos y dando la tabarra a base de bien con
sus desvaríos y su idiocia separatista irreversible. A eso lo llamo yo tener el
enemigo en casa a mesa puesta y con derecho a cama.
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(El barómetro del hechicero) |
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(Fuente: El Heraldo de Aragón) |
Este barrunto lleva aparejada mi convicción de que la campaña
electoral que se han marcado el uno y el otro, llena de desprecios e insultos
mutuos, de burlas y humillaciones enconadas, ha sido la gran impostura, una
pantomima de cara a la galería, una representación burlesca para ocultar la alevosía
de un acuerdo vergonzoso que podría haberse cerrado en abril (con 10 escaños
más entre ambas formaciones) y nos habría ahorrado esta nueva pasada por las
urnas que ha servido, mayormente, para descalabrar a Ciudadanos (que ya veremos
cómo sale de ésta), encumbrar a los carpetovetónicos recalcitrantes de Vox
hasta el tercer puesto de la clasificación y dejar a estos dos filibusteros de
secano con sus desvergüenzas al aire mientras se reparten sillones
ministeriales como parte del botín. Y lo peor es que la movida no ha hecho más
que empezar. Porque hasta ahora, que se sepa, el asunto no pasa de un documento
tenguerengue que no es más que una enumeración de generalidades. Nada concreto,
nada de Programa de Gobierno, nada de cómo, ni de quién, ni de qué, ni de por
qué... Y para más inri, ahí está al acecho esa morralla parlamentaria de la que
antes hablaba cuyos votos o abstención necesita este dúo atorrante para la
investidura. Y en esa será un quid pro
quo sangrante del que posiblemente no conoceremos detalles hasta que sea
hecho consumado.
Pero bueno, volviendo al inicio, sabemos que Witiza murió el año 710 de muerte natural. Intentó sucederle su
hijo Agila, que había reinado con él
regni concordia, pero la
nobleza visigoda se opuso y eligió a don Rodrigo
como rey, con lo que se inició una guerra entre unos y otros por la sucesión. Los
partidarios de Witiza-Agila, viendo que don Rodrigo les iba a dar la del galgo,
buscaron la ayuda de los sarracenos que incordiaban ya a las puertas de Ceuta y
estaban a ver qué caía. Después de que el conde don Julián les facilitara la
entrada a la Península por Gibraltar, don Rodrigo, que andaba dando leña a los
vascones, viajó hasta el sur para enfrentarse a los invasores vitizanos que venían
con las del Beri, muriendo en la batalla de Guadalete. Y ahí, en el año 711, se
acabó el estado visigodo en la Península Ibérica y comenzaron casi 8 siglos de
invasión musulmana en nuestra historia. Y ahora, que cada cual, salvando las
distancias, homologue a su gusto a aquellos protagonistas de la historia con
los actuales, que yo ando justito de espacio articulístico y me van a
reñir, primo.
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