domingo, 17 de noviembre de 2019

EL REINADO DE WITIZA



          «Difícil y complicado se presentaba el reinado de Witiza...», o algo así se decía en un libro de lecturas históricas de mi infancia. Una imagen que mi memoria recuperó instantáneamente desde que, en la noche del pasado domingo, se conoció el resultado de unas elecciones dizque convocadas para salir del punto muerto en el que el gobierno en funciones tenía embarrancado al país y que, sin embargo, deparaban un desenlace que hacía aún más ‘difícil y complicada’ la investidura. Lo único que podíamos afirmar con seguridad de dichas elecciones eran sus números, o sea, la subida del PP, la ascensión de Vox, el castañazo de Ciudadanos, el bajón de Podemos y la bajada del PSOE. Y la constatación del timo legal que supone la vigente ley electoral española que permite que agrupaciones como ERC, con 869.934 votos y el 03,61% del censo electoral nacional  consiga 13 escaños, mientras que Ciudadanos con 1.637.540 y el 6,79%, solo 10. En Alemania, salvo escasas excepciones en favor de determinadas minorías étnicas, se exige un mínimo del 5% del Censo Nacional para obtener representación parlamentaria. De haberse aplicado aquí esta barrera, el Parlamento se hubiera visto libre de los diputados de ERC, JxCat-Junts, EAJ-PNV y EH Bildu, entre otros. O sea, la limpia de morralla parlamentaria habría sido espectacular, incluso sublime. Pero en España no hay límite y así nos va, con un Congreso de los Diputados salpicado de tartufos devotos de la ley del embudo, con un espíritu democrático bajo mínimos y dando la tabarra a base de bien con sus desvaríos y su idiocia separatista irreversible. A eso lo llamo yo tener el enemigo en casa a mesa puesta y con derecho a cama.

           
(El barómetro del hechicero)
         La noche del domingo, pues, «los purititos números» (que diría Cantinflas) ofrecían una situación algo más complicada que la que ya había para salir del atolladero de la provisionalidad del gobierno. De modo que con las nuevas elecciones Sánchez había hecho ‘un pan como unas hostias’. Pero es que cuando las convocó, Tezanos, su augur de baratillo, pronosticaba una subida del PSOE y de Podemos tal que, unidos, podrían alcanzar la mayoría absoluta. Y yo creo que esa fue la espoleta de la bomba electoral que le ha estallado en las narices al currutaco. Una bomba potenciada, por otra parte, con las empachosas dosis de vanidad, megalomanía y ansia mórbida de poder que él añadió al artefacto y de la que nos ha dado suficientes muestras desde que estrenó el colchón de La Moncloa. Como también creo que el preacuerdo que presentaron al día siguiente (Salakadula chalchikomula bidibibadibu bu)  y alcanzado, según ellos, en una noche intensa de negociaciones y renuncias mutuas por el bien de ‘este país y de su gente’, estaba enjaretado desde antes de empezar la campaña electoral. Entre otras razones porque me es imposible tragar que una analfabeta funcional como Adriana Lastra consiga en una noche la cuadratura del círculo ‘podemista’.

(Fuente: El Heraldo de Aragón)
Este barrunto lleva aparejada mi convicción de que la campaña electoral que se han marcado el uno y el otro, llena de desprecios e insultos mutuos, de burlas y humillaciones enconadas, ha sido la gran impostura, una pantomima de cara a la galería, una representación burlesca para ocultar la alevosía de un acuerdo vergonzoso que podría haberse cerrado en abril (con 10 escaños más entre ambas formaciones) y nos habría ahorrado esta nueva pasada por las urnas que ha servido, mayormente, para descalabrar a Ciudadanos (que ya veremos cómo sale de ésta), encumbrar a los carpetovetónicos recalcitrantes de Vox hasta el tercer puesto de la clasificación y dejar a estos dos filibusteros de secano con sus desvergüenzas al aire mientras se reparten sillones ministeriales como parte del botín. Y lo peor es que la movida no ha hecho más que empezar. Porque hasta ahora, que se sepa, el asunto no pasa de un documento tenguerengue que no es más que una enumeración de generalidades. Nada concreto, nada de Programa de Gobierno, nada de cómo, ni de quién, ni de qué, ni de por qué... Y para más inri, ahí está al acecho esa morralla parlamentaria de la que antes hablaba cuyos votos o abstención necesita este dúo atorrante para la investidura. Y en esa será un quid pro quo sangrante del que posiblemente no conoceremos detalles hasta que sea hecho consumado.

Pero bueno, volviendo al inicio, sabemos que Witiza murió el año 710 de muerte natural. Intentó sucederle su hijo Agila, que había reinado con él regni concordia, pero la nobleza visigoda se opuso y eligió a don Rodrigo como rey, con lo que se inició una guerra entre unos y otros por la sucesión. Los partidarios de Witiza-Agila, viendo que don Rodrigo les iba a dar la del galgo, buscaron la ayuda de los sarracenos que incordiaban ya a las puertas de Ceuta y estaban a ver qué caía. Después de que el conde don Julián les facilitara la entrada a la Península por Gibraltar, don Rodrigo, que andaba dando leña a los vascones, viajó hasta el sur para enfrentarse a los invasores vitizanos que venían con las del Beri, muriendo en la batalla de Guadalete. Y ahí, en el año 711, se acabó el estado visigodo en la Península Ibérica y comenzaron casi 8 siglos de invasión musulmana en nuestra historia. Y ahora, que cada cual, salvando las distancias, homologue a su gusto a aquellos protagonistas de la historia con los actuales, que yo ando justito de espacio articulístico y me van a reñir, primo.


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