sábado, 18 de mayo de 2019

"INFANCIA ROBADA"


Me he regodeado leyendo y releyendo los pormenores de la detención de la bestia José Antonio Urruticoechea Bengoechea ‘Josu Ternera’ que, por fin, la Guardia Civil ha logrado llevar a feliz término. Y he disfrutado de lo lindo porque un monstruo sanguinario como él, suelto por ahí compartiendo el aire de todos, viviendo libre, era una situación injusta y dolorosísima. Injusta para quienes, a pesar de tantas decepciones y tanto y consecuente escepticismo, seguimos defendiendo la palabra frente a la barbarie. Y dolorosa en grado sumo, ante todo, para quienes han sido víctimas directas de su sinrazón despiadada y su crueldad, pero también para quienes nos sentimos solidarios con ellas y participamos de su dolor.

Huido de la justicia desde el 14 de noviembre de 2002, con cuatro causas pendientes en la Audiencia Nacional de España, tiene en vigor otras tantas órdenes de busca y captura. A saber: La dictada por el Juzgado Central de Instrucción número 2, por el atentado con coche bomba contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en el que, el día 11 de diciembre de 1987, fueron asesinadas 11 personas, 6 de ellas menores de edad: cinco niñas de entre 3 y 12 años y un adolescente de 16. La del Juzgado Central de Instrucción número 1, por ser considerado autor material del asesinato, en 1980, de Luis María Hergueta Guinea, directivo de la empresa Michelín. Una tercera, dictada por el Juzgado Central de Instrucción número 5, en la que se le acusa de integración en banda armada en la macrocausa de las ‘herriko tabernas’. Y una cuarta, del Juzgado Central de Instrucción número 3, acusado, junto a  Mikel Karrera Sarobe 'Ata', Aitzol Iriondo Yarza 'Gurbitz' y Garikoitz Aspiazu 'Txeroki', del delito de lesa humanidad por los actos criminales cometidos por ETA a partir de octubre 2004, tales como el atentado de la T-4 de Madrid, en diciembre de 2006, en el que murieron los ciudadanos ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio; los asesinatos del concejal del PSE Isaías Carrasco, en marzo de 2008 y  del empresario Ignacio Uría, en diciembre de ese año; y el del inspector de policía Eduardo Puelles, en junio de 2009.

Tras ser detenido anteayer en el aparcamiento del hospital de la localidad de Sallanches y una vez atendido en él del cáncer que parece ser que padece, fue trasladado por orden judicial a la prisión de Bonneville donde empezará a cumplir los 8 años de cárcel que tiene pendientes en Francia. A la cuarta fue la vencida. Y lo ha sido en el marco de una operación que la Guardia Civil ha denominado Infancia Robada en homenaje a los menores masacrados en el atentado de su casa cuartel de Zaragoza. ¿Justicia poética? Pues espero que sí aunque, visto lo visto, no me fío. Porque en las tres ocasiones anteriores en que fue localizado, antes de que pudiera ser detenido recibió el
oportuno aviso gracias al que pudo escabullirse. Uno de ellos, según unas fuentes, desde un teléfono público de Nairobi. Según otras, desde la propia embajada de España en Kenia y con el CNI como maestro de ceremonias. Con lo que, por mí, mientras esté en una cárcel de Francia, bien está y ahí se quede los 8 años que le restan de condena.


Sin embargo ya he leído que el Estado español va a solicitar a Francia su entrega para que sea juzgado aquí por las causas pendientes que acarrea. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo. Porque además de las circunstancias (chivatazos oportunos, oportuno escaño en el Parlamento vasco y posterior y oportuna sentencia liberatoria del Tribunal Supremo) que ya facilitaron, mientras nuestro Estado de Derecho chapoteaba en un trágala repugnante rodeado de excrementos, que este asesino múltiple se haya tirado más de 16 años gozando de una libertad vergonzosa que no merecía, concurren en este caso otras dos no menos alarmantes. La primera, ciertamente peculiar, es que igual que su colega el Bolinaga, el Ternera tiene diagnosticado un cáncer terminal. Pero es que lo «terminal», que hablando de enfermos o pacientes es «que está en situación grave e irreversible y cuya muerte se prevé muy próxima», para estos gudaris euscaldunes no sirve. Porque al carcelero de Ortega Lara se lo detectaron en 2005, fue puesto en libertad por su ‘moribundez’ en 2012 y no cumplió con la sentencia hasta 2015. 10 años. Los 3 últimos, chapela en lo alto, dándole a los chiquitos por Mondragón. De modo que el tildado Ternera, que tiene un diagnóstico similar desde 2008, para mí que, a pesar de estar jugando la prórroga, si le dan la libertad por moribundo igual, en el ínterin, nos entierra a más de dos. Y la segunda circunstancia, más sangrante, más estupefaciente, es que Jesús Eguiguren, expresidente del  PSE-EE y representante del Gobierno de España en sus negociaciones con ETA en 2005/2006, se ha mostrado sorprendido por la detención del asesino terrorista, al que ha catalogado de «héroe de la retirada». Pues después de esta exhibición imperturbable de miseria moral que aún no ha merecido réplica ni del partido, ni del gobierno, qué quieren que les diga, yo ya empiezo a prepararme para el espeluzne que seguro que vendrá. Y con esos bueyes habrá que arar, primo.



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