sábado, 2 de abril de 2016

EL MÁRTIR SINDICALISTA

Este pasado lunes, 28 de marzo, se cumplieron 74 años de la muerte de Miguel Hernández en la cárcel de Alicante. Y si un día después de la efeméride él no pudo removerse en su tumba, a mí sí se me revolvieron las tripas viendo la utilización miserable y zopenca que la líder de Podemos en Andalucía, esa cretina con faralaes llamada Teresa Rodríguez, hizo del poeta al compararlo con Andrés Bódalo Pastrana, militante podemita del Sindicato Andaluz de Trabajadores, con motivo del  ingreso en prisión de este. La verdad es que cada vez que un político, iluminado o no, echa mano de la figura de un escritor para arrimar el ascua a su sardina, a mí, de entrada, se me abren las carnes, porque normalmente lo hacen para manipular su figura y su obra con un desparpajo cochambroso que da asco. Y si el aludido ya no está entre nosotros y, por tanto, carece de voz para poder ejercer el derecho de réplica, es que me llevan los demonios. Así que cuando leí el tuit de la mentada mameluca,  -"¿Sabéis a quién me recuerda hoy Miguel Hernández? A Andrés Bódalo"-, me cogí un cabreo que todavía me dura. Y lo que te rondaré, morena, porque la equiparación indecente que hace entre un poeta sublime cuyas únicas armas fueron la voz y la palabra, y un energúmeno que utiliza puños y patadas para defender sus argumentos, me pareció, sin entrar en muchos más detalles, algo así como relacionar los bollos de leche de La Cubana con la boñiga fétida de una vaca con disentería.

Y es que la trayectoria activista del tal Bódalo, que le ha llevado a dar con sus michelines en la cárcel, es para no perdérsela. El tipo, con la misma gorra estrellada y calada en sentido inverso desde hace 15 años, con lo que tiene que acumular saín para nutrir las botas de todos los militares de la 2ª Región Militar, acarrea hasta cuatro condenas por actos violentos: La primera, cuando formando parte de un piquete informativo en la huelga general del año 2002, destrozó una heladería en Úbeda, que ya es informar con contundencia; la segunda, dictada en 2011, por el asalto a la Consejería de Agricultura en 2005, en cuyo desarrollo propinó, en amigable charla, puñetazos a varios policías, y que se saldó con penas de uno y dos años de cárcel respectivamente, suspendidas con la condición de que no volviera a delinquir; la tercera, de 2014, por altercados en la presentación de un libro de Sabino Cuadra, diputado de Amaiur, en Jaén; y la cuarta, dictada el 27 de octubre de 2015, por la agresión en 2012 al teniente de alcalde socialista del Ayuntamiento de Jódar, y en la que se le condena a tres años y medio de cárcel, y no a uno solo como a los otros tres compañeros acusados, al aplicársele el agravante de reincidencia. La biografía poética e intelectual de la criatura, ya se ve, es digna de medalla. En fin, dado que renunció a presentarse voluntariamente en prisión, entre él y sus compañeras y compañeros de lucha organizaron el sainete de la acampada solidaria a la espera de que la policía fuera a detenerlo, espectáculo que resultó tan folklórico y panderetero como estaba previsto, sobre todo cuando el protagonista principal, encumbrado a mártir de la lucha obrera y campesina por la propaganda mendaz de su jarca, rompió a gimotear de manera inconsolable. Ver a este matasietes de baratillo hacer pucheros como si fuera la Pucheritos de Toyse, fue un espectáculo del todo grotesco que dejó al descubierto la cobardía y falta de amor propio que adornan al individuo. Los ídolos de barro es lo que tienen.


No obstante lo anterior, siendo como es concejal liberado en el Ayuntamiento de Jaén, ya ha anunciado que no piensa renunciar al acta y que seguirá ejerciendo las funciones inherentes a su cargo, porque conoce a fondo los problemas de los barrios jienenses más desfavorecidos y a ellos se debe. Él, quizá, en ‘petit comité’, lo ha dicho a su manera, algo así como: “Al que venga por mi acta de concejal, le aviento un par de hostias que lo espabilo. Así que… ojito, garabito”. Pero el resultado viene a ser el mismo. Si se lo conceden, sin pretenderlo ni entenderlo, podría convertirse en el primer caso de oxímoron viviente del que se tiene constancia, al coincidir en su persona las realidades opuestas y excluyentes de estar liberado y preso al mismo tiempo. Un fenómeno, primo. Ríete tú de la paradoja del gato de Schrödinger.

1 comentario:

José Angel Marcelo de Aza dijo...

Una descripción tan acertada, que no tengo más remedio que descubrirme y mostrarme totalmente de acuerdo con ella.
Mi enhorabuena, maestro.