sábado, 8 de noviembre de 2014

VOTOS PONDERADOS AL PUCHERO


El pasado miércoles día 5, siguiendo el calendario previsto, Segundo Píriz fue proclamado ganador de las elecciones a Rector de la UEX, cargo que ocupará durante los próximos 4 años. El comunicado de la Junta Electoral que lo hace público es escueto. Se limita a reproducir los resultados provisionales, que eleva a definitivos, añadiendo la coletilla de que dicha Resolución “agota la vía administrativa, por lo que puede ser impugnada directamente ante el órgano competente de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa”. A veces, como en ésta, la parquedad en los mensajes oficiales no se utiliza sólo para seguir las normas del lenguaje burocrático que, como decía mi amigo Enrique, “debe ser conciso y congruente con las pretensiones de la demanda”, sino también para ocultar detalles que, aunque no hay obligación de revelar, sería conveniente dar a conocer para que el administrado o, como en este caso, el elector, fuera consciente de todas las circunstancias que han concurrido en el resultado final. Harto estoy de ver, en convocatorias a plazas de cualquier tipo en el ámbito universitario, información de las reclamaciones presentadas contra los resultados provisionales, el veredicto estimatorio o no de las mismas, y las razones que lo han motivado. Incluso conocemos nombre y apellidos de los recurrentes. Si esto se hace así en procesos que afectan, generalmente, a un reducido número de personas, ¿qué motivos existen para que en estas elecciones la Junta Electoral no haya seguido el mismo criterio, ocultando a la comunidad universitaria, casi 25000 electores, las dos reclamaciones presentadas a los resultados provisionales? Porque han sido al menos dos, que yo sepa, interpuestas por el postulante en principio derrotado, Fernando Guiberteau Cabanillas, y por el profesor de la Escuela de Ingenierías Industriales, Ignacio Herrera Navarro, disconformes con los índices de ponderación aplicados y, por tanto, con el resultado final del proceso. Es evidente que ambas han sido rechazadas por la Junta Electoral, con razones y argumentos que tampoco han transcendido públicamente. Si el proceso, incluida la desestimación de las impugnaciones, ha sido limpio y ajustado a la ley, ¿a qué tanto ocultamiento, tanto misterio, tanto secretismo? Más si tenemos en cuenta que su resolución no sólo afecta a los dos candidatos, sino sobre todo a sus, repito, casi 25000 electores, que tienen todo el derecho a conocer, con luz y taquígrafos,  cómo se ha llegado a ella, y así evitar la sensación que muchos puedan tener de haber sido mangoneados. “El que algo oculta, algo esconde”, dijo alguien, posiblemente Perogrullo, en similares circunstancias.

El artículo 92 de los Estatutos de la Uex, en su punto 2, establece los índices de ponderación del voto por sectores en las elecciones a Rector. Y en su punto 3 dice: “En cada proceso electoral, la Junta Electoral determinará, tras el escrutinio de los votos, los coeficientes de ponderación que corresponderá aplicar al voto a candidaturas válidamente emitido en cada sector...”. Parece que es en esa obviedad de “a candidaturas”, ( a qué va a ser si no, ¿a lechugas?), en la que se ha apoyado la Junta Electoral para desestimar los recursos presentados, equiparando el voto en blanco al nulo. Cuando en realidad el voto en blanco es un voto a candidaturas válido, aunque no vote a ninguna de ellas. A mayor abundamiento, su argumento se contradice con su propia actuación, que diferencia nulos y blancos a la hora de comunicar los resultados e, incluso, con el hecho de que en las cabinas de votación hubiera papeletas en blanco para quienes quisieran utilizarlas. Y para remate, lo peor: su actuación contraviene el Reglamento Electoral aprobado en Consejo de Gobierno del año 2004, que en su artículo 100, una vez establecida la fórmula para hallar el coeficiente de ponderación por sector, dice textualmente: “No se tendrán en cuenta en la ponderación los votos nulos”. Cualquiera entiende, menos ellos, que, por exclusión, son válidos y ponderables todos los demás, incluidos los votos en blanco. La conclusión a la que llego es que, o bien la Junta Electoral se ha tomado a humo de pajas el reglamento, que sería la repanocha, o que es el propio reglamento el que transgrede los estatutos, que ya sería la repanocha con faralaes. En cualquier caso, el asunto ha entrado en una sinrazón alucinante. Y viene a ser un ejemplo palpable o de desahogo o de incompetencia, que es como salir de la sartén para caer en las brasas.

Al menos desde el año 2004, en la Uex, estas cosas se han venido haciendo de la misma manera. O sea, chapuceramente. Incluso, en su día, un integrante de la Junta Electoral, ante la advertencia de un funcionario de que los votos en blanco debían ponderarse,  justificó su descarte con el luminoso argumento de que “el señor blanco no se presenta a la elecciones”. Muy clarividente el individuo, sin duda. Si hasta ahora nadie pio, fue porque la diferencia de votos entre los contendientes era lo suficientemente holgada como para que el cómputo de los votos en blanco supusiera una alteración en el resultado final. Pero en esta ocasión, con el escrutinio más apretado que un chotis, si se hubieran ponderado se tendría que haber ido a una segunda vuelta, pues ninguno de los candidatos hubiera alcanzado la mayoría absoluta requerida. Y ahí es donde la puerca torció el rabo, porque los unos con el escroto en el gaznate y los otros con la miel en los labios, vieron cómo su suerte cambiaba por un puñado de votos.


El espectáculo posterior ha sido bochornoso. Los que pasaron del acojonamiento a la euforia, exteriorizando su alegría con poses exultantes rayanas en lo chabacano, y con unas declaraciones poco afortunadas del Rector electo en las que ignoraba a su contrincante y manejaba datos de forma burda y tendenciosa. Y el candidato derrotado, jugando a dos barajas con depurado estilo de trilero sectario, pues mientras que con una mano enviaba a la ‘élite docente universitaria’ un comunicado en el que aceptaba su derrota con aparente pulcritud democrática de buen perdedor, con la otra presentaba una reclamación impugnando los resultados. Todo muy edificante. Pero en fin, ya se sabe, son las cosas de la UEX. Así que lo dicho, a quien Dios se la dé –aun de aquella manera-, la Junta Electoral se la bendiga. 

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