sábado, 22 de noviembre de 2014

EL EMBUDO POPULISTA


Hay muchos que son doctores, 
y de su ciencia no dudo, 
mas yo que soy hombre rudo,  
y aunque de esto poco entiendo 
diariamente estoy viendo  
que aplican la del embudo. 

Esta sabia reflexión, refiriéndose a la ley,  pone José Hernández en los labios del protagonista de su extenso poema narrativo El gaucho Martín Fierro, escrito nada menos que en el año 1872, perfectamente “traspolable” (Manzano dixit) a nuestros días y que traigo a colación a raíz del asunto viajero de Monago, aireado hasta el empacho a los cuatro vientos en redes y medios, sobre el que ha opinado hasta el Tato, (incluido este que lo es), y por el que se ha visto sometido a todo tipo de críticas y descalificaciones. El peso de la púrpura puede resultar aplastante y más si, como en este caso, el manto que te han adjudicado o con el que te has cubierto es el de memeces como “verso suelto”, “barón rojo” o “adalid de la transparencia” y después te pescan en un desliz tan opaco como el de los viajes canarios. Por eso no entiendo cómo aquellos que en tropel salieron a linchar al supuesto hipócrita, andan ahora mudos como piedras ante un episodio muy similar en cuanto a sus implicaciones éticas se refiere y, sobre todo, en cuanto a la contradicción dolosa entre los principios proclamados por su protagonista y su actuación en él. Y, a mayor abundamiento, si el pago de los billetes de avión de aquél, aun pudiendo ser legítimamente criticable, está dentro de la legalidad, pero el cobro de honorarios de este otro puede contravenir, de entrada, la Ley 53/1984 de Incompatibilidades que le es aplicable.

Decir que no entiendo el porqué de esta diferencia de criterio a la hora de las reacciones habidas ante dos casos tan parecidos, ha sido solo un recurso retórico que he utilizado, entre otras cosas, para aumentar el número de caracteres con espacio que me tortura cada sábado, ya que, y al título de este artículo me remito, las razones están claras. Y más que claras cuando sabemos que el segundo embrollo al que me refiero es al protagonizado por Íñigo Errejón, colíder de Podemos, y su contrato temporal de trabajo a jornada completa firmado con la Universidad de Málaga. Como primera providencia a contemplar, la plaza a cubrir está encuadrada dentro de un proyecto de investigación financiado por la Secretaría General de Vivienda de la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, dirigida por Amanda Meyer, hija de Willy, candidato dimisionario a las elecciones europeas por IU, y hermana de Tristán, trabajador de Producciones “Con Mano Izquierda”, que realiza el programa La Tuerka, productora en la que Pablo Iglesias, hasta hace poco, figuraba como director de contenidos y creatividad. Además, gracias a que esta hada madrina les facilitó la entrada, IU es ahora uno de los mejores clientes de Producciones CMI. Transversalidad relacional pues, por decirlo en su lenguaje. (Por cierto que Pablo Iglesias tenía registrada esta empresa, a todas luces mercantil, como una “entidad cultural sin ánimo de lucro”, algo así como el Instituto Nóos de Urdangarin, pero en plan progre-mediático-lambuzo).

Vayamos a la verticalidad. El director del proyecto es Alberto Montero, profesor de Economía Aplicada en la UMA y amigo de Errejón, al que avisó, al tiempo que a otros amigos en paro, de la oferta de trabajo. Quiso el destino, siempre veleidoso, que de todos los avisados y de todos los que se enteraran de esta convocatoria, publicitada, según nos dice su responsable, siguiendo la normativa vigente, sólo se presentara a la misma el avispado Errejón. Y a él le fue adjudicada plaza tan golosa. El contrato, repito, era en régimen de jornada completa, con un horario de 8 a 16 horas de lunes a viernes, lo que completa 40 horas semanales. Se firmó el 17 de marzo por una duración de tres meses prorrogables hasta la finalización del trabajo y con un sueldo bruto de 1.825 euros mensuales. En fin, a tope. No seré yo el que diga que esta serie de bienaventuranzas que concurrieron en el feliz desarrollo de la peripecia laboral de este doctor ubicuo haya sido debida a que Alberto Montero, además de profesor de la UMA, es miembro del Comité de la Dirección Política de Podemos y vicepresidente de la Fundación CEPS, en la que Errejón colabora desde hace años. Ni que ello haya influido en que, aunque el contrato especifica un horario concreto con excepciones  puntuales, se hayan invertido los términos hasta hacer de la anécdota categoría y así permitir que, de marzo a setiembre, Errejón sólo haya acudido dos veces a su centro de trabajo, absorbido como estaba en su lucha contra la casta y sus privilegios. Ni que haya tenido que ver con que el contratado siguiera contratado de forma ilegal al incumplir la citada Ley 53/194 de Incompatibilidades, simultaneando el sueldo de la UMA con los haberes recibidos de Podemos y Producciones CMI por su contribución en la  lucha contra la casta y sus privilegios. Casi de manera simultánea a que se hiciera público este colegueo endogámico, Errejón comunicó a su jefe, en llamada telefónica, que renunciaba a la plaza que tan limpiamente había conseguido y a la que, según declaración de un cualificado portavoz de Podemos, había dedicado “el poco tiempo libre que tiene”. Pero es que el tiempo libre que le queda a este filántropo después de luchar contra la casta y sus privilegios no tiene precio. O sí: 1.825 euros al mes. Una miseria sin duda. Injusticias de este puto sistema capitalista, o sea.

¿Y los vocingleros de antaño? Pues eso, mudos hogaño. Porque la ley del embudo, para ellos, sí que es una ley de obligado cumplimiento.

1 comentario:

Muli dijo...

Son todos iguales.¡Qué asco!
Muy bueno el comentario.
Un abrazo.