sábado, 16 de junio de 2018

LA EBAU Y EL RECTOR ESCURRIDIZO

(Fuente: Diario HOY)

El espectáculo que las más altas instancias de la UEx, léase el Rector y el lumbreras jefe del Gabinete de Información y Comunicación de la misma, nos han brindado esta semana a costa de la filtración de los exámenes de las pruebas de EBAU, no ha podido ser más lamentable ni más grotesco. No solo porque cada vez que hablaban para explicar lo ocurrido decían algo distinto a la dicho anteriormente, ni por la consiguiente sensación de desconcierto e improvisación que esas declaraciones contradictorias, evacuadas con cuentagotas, producían; tampoco por la parsimonia que el abad mitrado universitario se dio para salir a la palestra a dar la cara y, más atento a la pompa que a la circunstancia, anunciar la reunión de un ‘gabinete de crisis’; ni siquiera por la sospecha de que desde el principio, uno y otro, abad y sacristán, estaban mintiendo como bellacos. Lo lamentable y lo grotesco, digo, es que todo lo anterior, ese marear la perdiz de lo posible, esa sucesión de hipótesis contrarias, ese hablar a humo de pajas despreciando a la comunidad universitaria, a los alumnos damnificados, a la UEx  como institución y a la ciudadanía extremeña, creo que no ha sido más que un artificio pergeñado, bien es verdad que de manera torpe y un punto atolondrada, para poder achacar la responsabilidad del desastre a algún funcionario administrativo que serviría de cabeza de turco para que, de nuevo, el rector se zafara del embrollo no solo sin asumir su responsabilidad, sino con la aureola de poseer una resolución depurativa ejemplar y la agudeza mental del que no se le escapa una. Y antes he dicho “de nuevo” recordando el caso del marido tramposo de la anterior secretaria general, caso con el que este, en su desarrollo institucional, sin duda tiene muchas similitudes.

(Fuente: Diario HOY)
Desde hace ya varios años los exámenes de EBAU, una vez que el último había finalizado, se publicaban en la página web de la UEx, para que los alumnos pudieran barruntar el veredicto que les esperaba. Pero en la convocatoria del año pasado, al parecer por el olvido o el despiste de alguien, no sé si de quien debía hacerlo o de quien debía entregarlos para que se hiciera, se demoró su publicación un día o dos. Como hubo protestas de los alumnos por esa tardanza, este año, para enmendar el error, se ha acabado cayendo en otro mayor y más peliagudo, cual ha sido el de publicarlos antes de que se realizaran. De modo que por huir de la sartén, se achicharraron en las brasas. ¿Qué cómo se descubrió el gazapo? Por una denuncia, verbal y escrita, que llegó a la UEX el miércoles día 6, y que provenía de alguien ajeno a la organización de las pruebas y no de la inspiración visionaria de alguno de sus miembros. ¿Y qué ha ocurrido hasta el lunes día 11? Pues ‘maniobras orquestales en la oscuridad’ del rector y su sacristán campanero, (con película de “hackers” incluida), intentando achacar con insistencia la responsabilidad del dislate a un funcionario, sin duda con el fin de convertirlo en chivo expiatorio listo para el sacrificio. Cuando estos dos deslenguados saben de sobra que a quien se debían exigir cuentas no era al funcionario que cometió el error de precipitarse, sino al miembro del equipo rectoral o del tribunal de la EBAU que, rompiendo la preceptiva custodia, entregó los exámenes a quien no debía y, para más inri, antes de tiempo.  

Hasta aquí se repiten los parámetros de la historia del año pasado, porque hasta aquí el protagonismo y la iniciativa, por decir algo, estaban en manos del rector y su cristobita. Pero tras la reunión del lunes, el panorama cambió. Porque si en aquel entonces la secretaria general, inmersa en su frivolidad y su inconsistencia, hubo de ser fulminada de su cargo porque no lo dejaba ni a tiros, y se fue abandonando a su suerte al funcionario, inocente de toda culpa, que compulsó el título falso de su consorte tramposo, ahora, el vicerrector de Estudiantes y  el presidente del Tribunal, en un gesto que les honra y da la medida de su integridad, han dimitido. Y, a mayor abundamiento y porque creo conocerlos, estoy seguro de que además de por honradez personal y decencia, lo han hecho por sacar del campo de batalla y de los pies de los caballos rectorales a funcionarios que no deben asumir el peso y las consecuencias de una púrpura que ni visten ni les corresponde.

En fin, visto lo visto en estos días a mí se me plantean dos preguntas retóricas: ¿El rector debería haber dimitido? Sin duda, sí, el primero de todos. Aunque no me engaño, eso sería como “esperar lana del asno”. ¿La maquinaria rectoral empezó a funcionar por la denuncia en sí misma o porque, al venir del exterior, iba a ser conocida más pronto que tarde por la opinión pública? Pues creo que si no hubiera existido la certeza de su difusión, los exámenes se habrían realizado ‘con toda normalidad’ y de la chapuza no se entera ni El Tato, primo.

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