sábado, 14 de enero de 2017

'SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA'

En “Las mocedades del Cid”, de Guillén de Castro, el conde Lozano, padre de doña Jimena, dice tras haber abofeteado sin motivo a Diego Laínez  de Vivar, padre del Cid: Confieso que fue locura / mas no la quiero enmendar... / Esta opinión es honrada. / Procure siempre acertalla / el honrado y principal; / pero si la acierta mal / defendella y no enmendalla. A lo largo de los años, la palabra defendella fue sustituida en ocasiones por mantenella o sostenella. Elegí esta última como título de este artículo porque es la que oía en mi casa desde bien pequeño, mayormente en labios de mi padre. Vino a mi memoria esta cerrazón de hidalgo trasnochado y testarudo, viendo este jueves el pleno de la Asamblea de Extremadura en el que se debatían dos “propuestas de pronunciamiento de la Cámara”, presentadas por el PSOE y Podemos. Aunque ambas se adornaban con apelaciones a la ley de Memoria Histórica y el respeto a la memoria de las víctimas del franquismo, se sabía, por el origen de ambas, que el grueso de la chicha parlamentaria iba a recaer en el parlamentario José Antonio Morales Álvarez, del PP, por su asistencia a la cena anual que la Fundación Francisco Franco organizó el pasado mes de diciembre, en la que fue distinguido con el diploma de Caballero de Honor de la misma.

Este capítulo de la sesión parlamentaria, del que solo es responsable el PP y su tibieza a la hora de (no) resolver este asunto a tiempo y con la contundencia que se merecía, transcurrió según lo esperado: las correspondientes dosis de demagogia de casi todos; el empleo intermitente de la retórica cursi y lacrimógena a lo Sautier Casaseca a la que algunos nos tienen acostumbrados; la confirmación de la absoluta incapacidad oratoria de aquel otro y el vapuleo inmisericorde al diputado Morales y, por elevación, al PP, con su presidente regional, José Antonio Monago, atrincherado en el escaño, mientras sus portavoces, con escasa fortuna, trataban de justificar lo injustificable. Los representantes del PSOE y de Podemos le afearon el hecho de que no hubiera salido allí a dar la cara. Pero, ¿con qué argumentos podía darla? ¿Con el del voto afirmativo a las dos propuestas presentadas que, en el mismo momento de aprobarse, su partido ya estaba incumpliendo al mantener en su escaño al diputado Morales? O sea, ¿votamos que sí pero va a ser que no? La cara no la dio, pero nos demostró que la tiene dura como el dibororrenio, que según la Wikipedia es la releche en dureza.

(Fuente: hoy.es)
La justificación dada para ese “sostenella y no enmedalla” torpe y terco, es que el susodicho, además de acudir al deleznable acto a título personal, había reconocido su error y pedido disculpas por él. Hombre, digo yo que uno puede equivocarse al hacer una suma, al marcar un número de teléfono o al echarle más sal de la cuenta al cocido, pero al aceptar una invitación, viajar hasta Madrid, acudir a la cena, subir al escenario, recibir una distinción acreditativa, agradecerla y llevársela a casa, va a ser que no. A otro perro con ese hueso. Antes de la votación, el vapuleado pidió la palabra y, tirando de tableta, no sé a santo de qué nos presentó a su familia: a su madre, a su mujer, a su tío Luis, a sus hijas Clara y Ángela y a su padre, ya fallecido. ¿Y...? Pues no sé. Sigo sin entender la razón que le impulsó a esa exposición pública de sus deudos. Quizá por ello la escena me resultó tan insondable, tan patética, tan desconcertante... Llegado el escrutinio, vino el estrambote que faltaba. Y con retruécano. Porque esta segunda propuesta, en la que se instaba “a las instituciones públicas a reprobar a los cargos públicos que hagan apología o exaltación del régimen franquista”, fue aprobada, como su hermana melliza, por unanimidad. O sea, también con el voto del diputado Morales que, de ese modo, se posicionó a favor de su propia reprobación. ¿Incoherencia, desvarío...? ¡Quia! Solo paripé, teatrillo de cristobitas.

Pero, como dicen en los anuncios de la teletienda: “Amigos, aunque no se lo crean, aún hay más”. Y es que siguiendo la pista que apuntó uno de los portavoces del PP, me entero, porque el propio Fernández Vara lo cuenta, que el presidente y consejero de Cultura de la Junta de Extremadura, Secretario General del PSOE en la región y barón rampante del mismo, tras la reunión del Comité Federal del día 1 de octubre pasado, salió de la sede de Ferraz escondido en el maletero de un coche. Sin duda, todo un ejemplo de arrojo y amor propio el de este político ubicuo. En fin, si con estos bueyes hay que arar, la que nos espera es chica, primo.

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