En “Las mocedades del Cid”, de Guillén
de Castro, el conde Lozano, padre de doña Jimena, dice tras haber abofeteado sin
motivo a Diego Laínez de Vivar, padre
del Cid: Confieso que fue locura / mas no la quiero enmendar... / Esta opinión
es honrada. / Procure siempre acertalla / el honrado y principal; / pero si la
acierta mal / defendella y no enmendalla. A lo largo de los años, la palabra
defendella fue sustituida en ocasiones por mantenella o sostenella. Elegí
esta última como título de este artículo porque es la que oía en mi casa desde
bien pequeño, mayormente en labios de mi padre. Vino a mi memoria esta cerrazón
de hidalgo trasnochado y testarudo, viendo este jueves el pleno de la Asamblea
de Extremadura en el que se debatían dos “propuestas de pronunciamiento de la
Cámara”, presentadas por el PSOE y Podemos. Aunque ambas se adornaban con
apelaciones a la ley de Memoria Histórica y el respeto a la memoria de las víctimas
del franquismo, se sabía, por el origen de ambas, que el grueso de la chicha
parlamentaria iba a recaer en el parlamentario José Antonio Morales Álvarez, del PP,
por su asistencia a la cena anual que la Fundación Francisco Franco organizó el
pasado mes de diciembre, en la que fue distinguido con el diploma de Caballero
de Honor de la misma.

Este capítulo de la sesión
parlamentaria, del que solo es responsable el PP y su tibieza a la hora de (no)
resolver este asunto a tiempo y con la contundencia que se merecía, transcurrió
según lo esperado: las correspondientes dosis de demagogia de casi todos; el empleo
intermitente de la retórica cursi y lacrimógena a lo Sautier Casaseca a la que
algunos nos tienen acostumbrados; la confirmación de la absoluta incapacidad
oratoria de aquel otro y el vapuleo inmisericorde al diputado Morales y, por
elevación, al PP, con su presidente regional, José Antonio Monago, atrincherado
en el escaño, mientras sus portavoces, con escasa fortuna, trataban de
justificar lo injustificable. Los representantes del PSOE y de Podemos le
afearon el hecho de que no hubiera salido allí a dar la cara. Pero, ¿con qué
argumentos podía darla? ¿Con el del voto afirmativo a las dos propuestas
presentadas que, en el mismo momento de aprobarse, su partido ya estaba
incumpliendo al mantener en su escaño al diputado Morales? O sea, ¿votamos que
sí pero va a ser que no? La cara no la dio, pero nos demostró que la tiene dura
como el dibororrenio, que según la Wikipedia es la releche en dureza.
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(Fuente: hoy.es) |
La justificación dada para ese
“sostenella y no enmedalla” torpe y terco, es que el susodicho, además de
acudir al deleznable acto a título personal, había reconocido su error y pedido
disculpas por él. Hombre, digo yo que uno puede equivocarse al hacer una suma,
al marcar un número de teléfono o al echarle más sal de la cuenta al cocido,
pero al aceptar una invitación, viajar hasta Madrid, acudir a la cena, subir al
escenario, recibir una distinción acreditativa, agradecerla y llevársela a casa,
va a ser que no. A otro perro con ese hueso. Antes de la votación, el vapuleado
pidió la palabra y, tirando de tableta, no sé a santo de qué nos presentó a su
familia: a su madre, a su mujer, a su tío Luis, a sus hijas Clara y Ángela y a su
padre, ya fallecido. ¿Y...? Pues no sé. Sigo sin entender la razón que le
impulsó a esa exposición pública de sus deudos. Quizá por ello la escena me resultó
tan insondable, tan patética, tan desconcertante... Llegado el escrutinio, vino
el estrambote que faltaba. Y con retruécano. Porque esta segunda propuesta, en
la que se instaba “a las instituciones públicas a reprobar a los cargos
públicos que hagan apología o exaltación del régimen franquista”, fue aprobada,
como su hermana melliza, por unanimidad. O sea, también con el voto del
diputado Morales que, de ese modo, se
posicionó a favor de su propia reprobación. ¿Incoherencia, desvarío...? ¡Quia! Solo paripé, teatrillo
de cristobitas.
Pero, como dicen en los anuncios de
la teletienda: “Amigos, aunque no se lo crean, aún hay más”. Y es que siguiendo
la pista que apuntó uno de los portavoces del PP, me entero, porque el propio
Fernández Vara lo cuenta, que el presidente y consejero de Cultura de la Junta de
Extremadura, Secretario General del PSOE en la región y barón rampante del
mismo, tras la reunión del Comité Federal del día 1 de octubre pasado, salió de
la sede de Ferraz escondido en el maletero de un coche. Sin duda, todo un ejemplo
de arrojo y amor propio el de este político ubicuo. En fin, si con estos bueyes
hay que arar, la que nos espera es chica, primo.