sábado, 8 de octubre de 2016

CALMA CHICHA

Después del terremoto del sábado pasado, con la dimisión forzada de Pedro Sánchez y la posterior constitución esta semana de la Comisión Gestora en el PSOE, creí que la situación política de España iba a entrar en un periodo de cierta calma, con la vista puesta en evitar unas terceras elecciones que parece que es lo que quieren los dos grandes partidos. Pero la declaraciones que se han venido sucediendo en estos días, en principio evacuadas por segundos jerárquicos o espontáneos, sin solución de continuidad y cada cual divergente de la anterior, han conseguido hacerme un lío. Así, hay quienes siguen emperrados en el “no, es no” y el veto a Rajoy; otros se inclinan por la abstención técnica que afecte solo al número de diputados suficiente para que el PP pase raspando el trance; aquellos por la abstención útil, con pacto previo; los de más allá por la estratégica, incorporando puntos del doble pacto de  Cs con PP y PSOE, y, para terminar el pastel, los que quedan, que propugnan la abstención normal, pura y dura. En fin, hasta que el Comité Federal del PSOE no fije, (¿el próximo día 15?), la postura a seguir, toda opinión al respecto se queda en pura especulación.

En cualquier caso, lo que sí se ha demostrado con todo lo sucedido en estos días es que el PSOE tiene una estructura lo suficientemente sólida como para que los desvaríos de un dirigente tarambanas puedan cuartearla. Algo de que lo me alegro sinceramente. Y por más de una razón. Aunque, he de reconocerlo, quizá con lo que más he disfrutado a nivel personal haya sido con el berrinche que se han llevado los integrantes del politburó podemita, que creyeron tener la presa acorralada y a su merced, con un Pedro Sánchez entregado, rendido a sus ansias, pero esta, cuando ya se relamían, se zafó de sus manejos dejándolos con tres palmos de narices. Pregoneros de la nueva política y sin embargo protagonistas de una forma de hacerla antigua y con más telarañas que la momia de Lenin, crecidos ante lo fácil que les resultó fagocitar a IU, una agrupación en franca decadencia dirigida por un líder pusilánime, acomplejado y torpe, se llegaron a creer los reyes del mambo y pensaron rematar la jugada haciendo lo mismo con el PSOE. Craso error de principiantes. Y de soberbios. Bastaría con que hubieran leído un poquito para saber a qué se enfrentaban. Y, antes de intentar un imposible, se habrían dado cuenta de que un partido político con la historia y la fortaleza del que trataban de engullir, no es presa asequible para un grupo de universitarios lechuguinos y oportunistas. Con el fin de disimular el escozor de su fracaso, y dando por hecho la abstención de los socialistas en la investidura de Rajoy, vuelven a utilizar la lógica falsa y tramposa a la que nos tienen acostumbrados para postularse como la única y verdadera oposición al PP. Torpeza sobre torpeza. Fracasarán de nuevo. Espero. Creo.


Y es que permitir la formación de un gobierno no es lo mismo que colaborar con él, que es la falacia que repiten hasta la saciedad estos espabilados clónicos. Si no hay terceras elecciones, que no lo tengo claro, pronto lo veremos. Y si las hay, será evidente que el único culpable de que las haya será el PP, o sea, Rajoy, que sigue a lo suyo: Tumbado en la ‘chaise longue’, puro va, puro viene, rizando el rizo de un ‘tancredismo’ irritante, mientras suelta a sus voceros a largar globos sonda que luego él pincha con actitud de madre abadesa condescendiente. “No voy a pedir ninguna condición”, dice. Y se queda tan fresco invirtiendo los papeles del vodevil. Pero, ¿qué condición puedes poner tú para que te dejen gobernar? ¿No serían los otros los que podrían ponerte alguna para hacerlo? Se parece a la novia de un amigo mío, (y que me perdone Juanito Valderrama), con la que afortunadamente no llegó a mayores, que no solo le decía qué, cómo y cuándo tenía que regalarle algo, sino incluso el importe mínimo que debía gastarse para que ella aceptara su regalo. La consentida de marras, con su actitud, venía a decir: “Bueno, venga, vale… te dejo que me regales esto”. Mi amigo, tras dar muestras de un aguante infinito, mandó a la susodicha a freír espárragos cuando esta le devolvió el último regalo. Por lo que nos ocupa y nos afecta, espero que Rajoy no acabe igual, compuesto y sin novio. Porque con lo poco atractivo que es, y a pesar de encuestas y encuestadores, para mí que lo lleva claro. Políticamente hablando, digo.

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